'1408', ni como película de terror ni como psicothriller

Todos sabemos que Stephen King tiene algunos libros buenos y que se han hecho películas magníficas basándose en sus relatos o novelas. Pero también es sabido por todos que cuando King es malo, es muy malo. Corren rumores de que tenga un estudio que escribe para él o quizá sólo se trata de que las obras le salen como churros. El mayor misterio que rodea a este escritor de lo sobrenatural, no se refiere a los infernales seres que se inventa, sino a su manera de producir.

‘1408’ es el número de una habitación de hotel cuyo dueño simula que no existe la decimotercera planta y prohíbe que nadie se aloje en esta suite, pero tampoco quiere cerrarla para aparentar que no ocurre nada. En ese cuarto han muerto 56 personas, muchas de ellas a causa de suicidios y otras de forma natural. Michael Enslin, escritor de libros sobre lugares encantados, recibe una postal que le conmina a no entrar en la habitación. Pero necesita material para su nuevo libro y se dirige a Nueva York, ciudad en la que perdió a su hija por causa de un cáncer, a visitar el hotel Dolphin. Aunque el gerente hace todo lo posible para convencerle de que no se aloje allí, Enslin es un escéptico que no cree en fantasmas u otro tipo de presencias y está dispuesto a pasar una noche en la 1408.

Mikael Håfström (‘Sin control’ y ’Evil’, esta última nominada al Oscar) dirige esta adaptación cinematográfica de un relato de Stephen King de cuyo guión se han encargado Scott Alexander y Larry Karaszewski (‘Ed Wood’) y Matt Greenberg (‘Halloween H20’).

‘1408’ no podría dar miedo ni siquiera a los más pequeños. Cuando lo que ocurre en un film o un libro es aleatorio, es decir, que no tiene que ajustarse ni siquiera a las reglas de una ficción imposible, pierde la capacidad de sorprendernos o de intrigarnos porque todo puede pasar. Por ello, el final que se estrenará en cines — la versión que circula por Internet tiene una resolución diferente—, en lugar de asombrar, lo que hace es convertirse en una ridícula concatenación de giros que no aportan nada. Aunque 'Habitación sin salida' era una película tópica, al menos sí tenía la ventaja de que los personajes podían hacer algo y, por lo tanto, los espectadores tendrían interés en ver cuál era el resultado.

La otra faceta por la que el film podría resultar efectivo es la psicológica. Pero todo lo que se presenta en el plano dramático y de psicothriller está planteado de manera tan lejana y superficial, que ni siquiera en ese aspecto funciona. La angustia, la tristeza y la soledad no se transmiten en absoluto. Un aura de irrealidad presente en todo el metraje nos impide sumergirnos en esa ficción y sentir, junto al protagonista, las sensaciones por las que está pasando.

Ni los buenos actores redimen la película. John Cusack no le aporta nada a un personaje que nos da la sensación de reír cuando debería estar mostrando sufrimiento. Y la escena en la que aparece Samuel L. Jackson es un pegote insertado para que el actor se luzca, pero que no es ni mucho menos necesario. Si se eliminase esta larga conversación, la historia seguiría estando completa.

Muchas veces se dice que es preferible adaptar relatos cortos que novelas para hacer largometrajes y se demostró que esta norma se cumplía con ‘Cadena perpetua’ (‘The Shawshank Redemption’), pero en este caso, la historia parece que daba para muy poco y resulta demasiado evidente que está alargada con infinidad de secuencias innecesarias. Tanto la subtrama psicológica de la hija del protagonista como la escena en la que sale Jackson están ahí para rellenar y se nota en exceso.

Por lo tanto, resumiría diciendo que se trata de un film muy poco interesante que quizá contente a los seguidores incondicionales del género del terror psicológico o que pueda ser cita obligada de los completistas de King, pero que probablemente no gustará a quienes establezcan sus prioridades de acuerdo con otros baremos.

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