Si bien es raro que se citen orígenes del cine que no se correspondan con la proyección de los hermanos Lumière de la salida de la fábrica de Lyon en 1895, se conocen otros descubrimientos que arrojan polémica sobre quién fue el verdadero padre del invento: Thomas A. Edison ya había traído los quinetoscopios a Europa un año antes. Se trataba de máquinas unipersonales, que habían sido diseñadas por William Kennedy Laurie Dickson, en las que se podían ver las peliculitas a través de dos agujeros, como se observa en la imagen superior. La ventaja del cinematógrafo de los Lumière con respecto a estos aparatos era su carácter masivo y comunitario, más la comodidad de la pantalla que nos permite contemplarla desde la butaca. Y ya que es en estas condiciones como hemos vivido el séptimo arte a lo largo de este siglo y pico, se establece esta proyección como la primera vez que se vio cine.
Zanjada esa discusión, parece no tener cabida cuestionar que la película pionera en ser acompañada de sonido fuese 'El cantor de jazz', de 1927, ya que fue la primera para cinematógrafo. Se olvida, quizá, que para llegar hasta ella hubieron de cristalizar una serie de experimentos anteriores, ya que tales avances técnicos rara vez salen de la nada. Treinta y dos años antes del primer sonoro, el mismo año que se considera que nació el cine, se rodaba para el quinetoscopio un cortometraje de 17 segundos titulado 'Dickson Experimental Sound Film', donde, por primera vez, se ensayaba la reproducción de imagen y sonido de forma perfectamente sincrónica.
A continuación puede verse la película en cuestión. Antes de que comience, se escucha «The rest of you fellows ready? Go ahead!» («¿Los demás estáis preparados? ¡Adelante!»), lo que produce la genuina emoción y vértigo del salto a lo desconocido. Es la primera vez que se registra – en este caso, en un cilindro de cera – el primer, digamos, «Motor, cámara acción» de la historia del cine.
El personaje que toca el violín es el propio Dickson, el inventor del quinetoscopio que, en palabras de Edison era «la máquina que podría hacer para los ojos aquello que el fonógrafo hace para los oídos», y que ya estaba teniendo una repercusión comercial relevante en su época. Mientras dos empleados de Edison bailan un vals, Dickson toca la melodía y ésta es registrada a través del cono que se ve en la imagen.
El cilindro en el que se grabó la melodía fue hallado en un pésimo estado de conservación en los archivos de Edison y, hasta el 2003, nadie fue capaz de establecer la correlación entre la película de 17 segundos y el cilindro con la música del violín, de unos dos minutos de duración. El diseñador de sonido y montador Walter Murch procedió a le restauración del sonido y, gracias a las modernas tecnologías digitales, pudo establecer una sincronía entre dos fuentes grabadas a muy diferentes velocidades —la película se rodó a 40 fotogramas por segundo—.
Al parecer, dicha sincronía se lograba a través de una correa que lograba que el quinetoscopio y el gramófono se moviesen a la misma velocidad. De esta manera, los espectadores podrían ver la imagen a través de dos agujeros mientras que, gracias a dos tubos de goma, se podría oír el sonido grabado asociado a esas imágenes. Y así nació el quinetófono —y quién sabe si también los auriculares—. Evidentemente, esta invención no pudo competir con la proyección de imágenes en pantalla. Por ello, con el abandono de Dickson de la compañía de Edison, este último no volvió a experimentar con la imagen y sonido sincrónicos hasta 1913.
Vía | Inventors.
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