A partir de esta vieja noticia que publicó USA Today sobre lo que pensaba realizar Delta Airlines para aquellos vuelos de más de cuatro horas, para disfrutar de cierto contenidos en vídeo, pensé en el viaje que el pasado verano realicé a Amsterdam y cómo se podrían utilizar determinados formatos para verlos en el avión.
El viaje es de unas tres horas, con lo que una película, por muy corta que sea ésta, es casi imposible programarla, y a las compañías esos contenidos les suele costar dinero. ¿Qué suelen hacer? Repetir hasta la saciedad programas de humor de cámara oculta o aburridos vídeos sobre las compañías. ¿Pero por qué no aprovechar el hecho de tener a un público cautivo durante tres horas, con un contenido que les cueste poco dinero, o gratuito, y que se ajuste a ese período de tiempo como los cortometrajes? Bastaría con realizar una correcta selección o convocar un concurso para que los cortometrajistas envíen sus trabajos, a los propios cineastas estas pequeñas pantallas de los asientos de los aviones ler servirían para darse a conocer, sin coste alguno, que en el fondo es lo que están buscando.
Cierto es que hace poco tiempo se realizó un concurso en una de las terminales del Aeropuerto de Barajas, dando a conocer una serie de cortometrajes españoles. Pero la propuesta se quedaba en tierra, y con una gran dificultad de captar la atención del viajero. ¿Qué habría hecho éste dentro del avión? Al menos empezar a ver las películas.
La oportunidad está ahí, realmente cuánto costaría o cuánto supondría de aumento de precio del billete. Sólo falta que las partes se pongan de acuerdo. Y mientras, el viajero a aburrirse en los vuelos.
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