Ríos de tinta correrán a este respecto mientras dure el juicio que ha sentado en el banquillo a más de treinta medios de comunicación acusados todos de vulnerar el derecho a la intimidad de una persona. Como defensa, los abogados hablan del derecho a la libertad de información y esgrimen la figura de la censura previa. He escuchado incluso un discurso en el que se decía que un fallo a favor de la demandante incurriría en un límite a la libertad de expresión. En cualquier caso, compadezco al juez al que le haya tocado librar semejante batalla porque, visto lo visto, tiene todas las de perder.
Sin entrar a discutir cuál de los derechos fundamentales tiene que prevalecer y sin valorar si unos u otros pueden acogerse a este derecho, me da la sensación de que todo este asunto es un brindis al sol que viene bien al clima general de la prensa rosa. Ahora tienen un foro para defenderse, nunca mejor dicho, con todas las de la ley, sin llegar a cuestionarse ni por un momento sus propios métodos.
Entiendo la demanda en el sentido de que parece que es la única forma que tiene la demandante de defenderse de lo que considera un ataque pero esta historia, por desgracia, no va a servir para que se haga un análisis reposado y efectivo sobre la ética de determinada prensa. Para eso, un juzgado no me parece el foro más adecuado y tampoco es ella quien debe proponerlo.
En un mundo ideal, la propia prensa tendría que evaluar sus métodos, sus formas de hacer noticias, de fabricarlas muchas veces, pero es absurdo pedirles algo así cuando el sistema adoptado les funciona a las mil maravillas y el sector no sufre de crisis ni de nada que se le parezca. En el peor de los casos, esta situación podría reforzar su situación actual y legitimarles en su funesta forma de hacer las cosas.
Yo no sé quién, en lo que se refiere al aspecto meramente judicial, tiene razón en este asunto pero lo cierto es que de esta manera perdemos una oportunidad única de debatir y mejorar un sector de la prensa que, nos guste o no, copa las parrillas, es puntal de muchas cadenas y, por la dimensión del revuelo, parece que importa a mucha gente.
Vía | El País Imagen | Picturephoning En ¡Vaya Tele! | La telebasura condenada... otra vez