Ha muerto Silvio Berlusconi a los 86 años tras meses hospitalizado debido a una leucemia crónica. Los excesos de la vida del fundador del partido de derechas Forza Italia, dueño de Mediaset y primer ministro de Italia hasta en tres ocasiones, son el punto de partida del desenfrenado biopic dirigido por Paolo Sorrentino: 'Silvio (y los otros)', disponible en Amazon Prime Video y Filmin.
Fue la mano de Silvio
La película nos sitúa en un momento complicado para la carrera de Silvio Berlusconi: recién salido del gobierno y con todas las acusaciones de corrupción y de hacer tratos con la mafia pendientes de resolver. En ese escenario se presenta Sergio Morra, un joven ambicioso que quiere congraciarse con Berlusconi para darle un empujón a los negocios que tiene entre manos. Para ello, deberá hablar su mismo idioma: el de las fiestas, las mujeres y el exceso de poder.
Lo cierto es que a nadie le sorprendió cuando Paolo Sorrentino estrenó 'Silvio (y los otros)' en 2018, ya que el director es un experto en plasmar los excesos en pantalla y en no cortarse un pelo a la hora de lanzar dardos envenenados contra determinados aspectos y personalidades de su propio país.
Esta fue su penúltima película, antes que 'Fue la mano de Dios' y justo después de 'La juventud' y las series 'The Young Pope' y 'The New Pope'. El director italiano la coguionizó junto a Umberto Contarello, habitual de Sorrentino en películas como 'La gran belleza').
La cinta es un cóctel de lo mejor y lo peor del cine de Sorrentino: por un lado, visualmente es una locura, con secuencias de montaje dignas del videoclip más inspirado y una Banda Sonora totalmente en sintonía con lo que nos muestra cada escena.
Todo ello al servicio de la clara crítica del director hacia el mundo de "ellos" (eso es lo que significa el título original, 'Loro'), de los que ostentan el poder: un envoltorio de lujo y derroche que esconde la podredumbre moral y su insaciable lucha por hacerse con un pedacito cada vez más grande del pastel.
Un retrato cínico a la par que fascinante, que mezcla realidad e interpretación y cautiva por momentos, aunque en otros su dilatada duración de dos horas y media acentúe la sensación de dar demasiadas vueltas sobre lo mismo hasta volverse reiterativa.
No obstante, sus momentos de brillantez y un colosal Tono Servillo interpretando a ese Berlusconi desatado hacen que merezca la pena acercarse a este inclasificable biopic, perfecto para reflexionar sobre qué tipo de personas permitimos que ostenten el poder.
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