Como suele suceder cada año, la categoría de Mejor película internacional en los Oscars es más interesante que muchos de los títulos nominados en la generalista. Aunque al final ganó 'La zona de interés', 'Sala de profesores' era una de las rivales más duras.
La candidata de Alemania nos presentaba una potente historia llena de tensión, con un final que dejaba muchas incógnitas que analizaremos en este artículo. Además, si bien el director no ha dado una explicación concreta sobre algunas de ellas, sí ha revelado algunas pistas sobre su enfoque de la misma.
Obviamente, este artículo está lleno de spoilers de 'Sala de profesores'
La explicación del director
Al igual que 'Anatomía de una caída', en 'Sala de profesores' se nos plantea un misterio que, al final, es lo de menos. Desde el comienzo, lo que nos llama la atención es esos misteriosos robos que apuntan a haber sido cometidos por la señora Kuhn, pero que finalmente no se aclara al 100% si fue ella la responsable.
İlker Çatak ya ha asegurado que no piensa dar solución a esa incógnita, ya que su intención con la película y ese final en concreto no es resolver quién robaba el dinero, sino plantar la semilla de la reflexión sobre todo lo que ello ha desencadenado:
"La película no va de eso sino de cómo todas las sociedades necesitan un chivo expiatorio y de cómo, cuando hay una crisis (como ocurre a menudo en política), hay que hacer sacrificio tras sacrificio para que el sistema siga funcionando".
Sin duda, otra de las grandes preguntas que deja la película es de dónde viene la perseverancia de Carla Nowak, la profesora protagonista (a la que da vida Leonie Benesch), cuya intimidad no vemos en todo el metraje, tan solo cómo se comporta en el ámbito de trabajo.
Çatak explica que fue una decisión consciente, ya que considera que sus acciones en ese entorno hablan por sí solas y añade: "No quería que este personaje fuera una víctima, aunque la acusen y la marginen en el colegio. No hay víctimas en esta historia, y nadie da un paso atrás".
Además, argumenta que el personaje es tan vehemente porque sabe lo que es ser juzgada injustamente, debido a su procedencia polaca: "Hay un horrible prejuicio en Alemania de que todos los polacos son ladrones". Una situación sacada de la propia experiencia del director, alemán de origen turco, que ha tenido que lidiar con prejuicios en su país.
La verdad y todo lo demás
Sin duda, contrasta mucho ese final frustrante y algo anticlimático con el resto de la película, donde la tensión va in crescendo y nos vamos desesperando a la par que la protagonista conforme la situación se escapa cada vez más a su control y se convierte en algo de proporciones desmedidas.
Sin embargo, tampoco es tan sorprendente en el sentido de que, desde el principio, se presenta como una historia nada complaciente. Habría sido mucho más disonante un final que te lo diera todo hecho: la señora Kuhn admitiendo su culpabilidad y pidiéndole perdón a la profesora, todos los alumnos recuperando mágicamente la confianza en ella y aquí no ha pasado nada. Eso no va a pasar.
La cinta apuesta por una mirada más cruda hacia el argumento, y es consecuente con ese final, en el que Nowak tiene el desenlace más feliz que podía tener: la satisfacción fugaz de haber cumplido su papel como profesora y lograr que su alumno confiara en sus capacidades y las utilizara para resolver el cubo de Rubik.
Por supuesto, es una felicidad efímera que funciona como preludio de lo que ya intuimos y nos remarca esa última escena: la pesadilla solo acaba de comenzar. No se va a resolver el problema, las acusaciones van a continuar, con los terribles daños colaterales que eso supondrá no solo para la protagonista, sino para todos los implicados.
La historia funciona como metáfora de nuestra actualidad más inmediata, utilizando la escuela como ejemplo a pequeña escala de cómo funciona nuestra sociedad: al final, quién fuera la auténtica víctima deja de tener relevancia, y se convierte en un circo mediático en el que prevalece la posverdad (la verdad de la emoción, no de las pruebas que la avalen) abanderada por aquellos que hacen más ruido, al margen de todo lo demás.
Es cierto que cuesta comprender la actitud de la profesora, que persiste contra viento y marea porque empatiza con la situación de los afectados, pero precisamente ella parece la única interesada en llegar al fondo de la cuestión, en ejercer como educadora en vez de quitarse el problema de encima con una rápida expulsión. Una actitud que se recompensa con un inevitable fracaso, por lo que la propia película evidencia que no es posible mantenerla en los tiempos que vivimos.
En definitiva, un final áspero y nada complaciente que le va como anillo al dedo a una película que podríamos definir con los mismo adjetivos. Un último plano, por cierto, que el director utilizó pese a saber que rompía la focalización interna de la cinta (toda está contada desde el punto de vista de Nowak) e inspirado por el desenlace de la película 'Pozos de ambición' ('There Will Be Blood').
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