El 8 de abril se estrena el film de Christophe Barratier 'París, París' ('Faubourg 36'), que cuenta en su cartel con Gérard Jugnot y Clovis Cornillac, y que repite la fórmula de los buenos sentimientos y los personajes entrañables que tan bien funcionó en 'Los chicos del coro' o 'Monsieur Batignole'.
Primavera de 1936, un distrito de clase obrera en el norte de París llamado Faubourg: el teatro de variedades Chansonia lleva ya cuatro meses cerrado y sus antiguos empleados Pigoil, Milou y Jacky, se encuentran en paro. Con el apoyo de los vecinos, los tres protagonistas, que a su vez tienen sus conflictos personales, deciden ocupar el Chansonia para producir el musical de éxito que les permita comprar el local.
Como se aprecia en la sinopsis, la premisa de 'París, París' es bastante tópica, pero ése no es el problema, ya que muchas veces no te importa que te cuenten la misma historia de siempre: no vas al cine con intención de que te sorprendan, sino de ir disfrutando el devenir de una trama amable, entretenida y con algunos elementos novedosos. Por lo tanto, el que este film sea una explotación más de un producto que ya se sabe que ha triunfado no es el verdadero inconveniente, lo es que ni siquiera eso está conseguido.
La mayor pega, como en tantas otras ocasiones, se atribuye a su duración. Para narrar esta historia no son necesarias dos horas ni mucho menos. Por ese motivo, la presentación se hace tediosa y, cuando llegamos a la segunda mitad, por mucho que 'París, París' se anime, ya estamos tan aburridos que es difícil recuperar el entusiasmo para disfrutar de los momentos interesantes que contiene esta parte.
Y es que incluso dentro de esta mitad más lograda, no todo termina de funcionar como debería. La mayor parte de los elementos se podrían haber construido mejor desde el guión. Pero tampoco la manera en la que se han realizado es la más acertada, pues a veces resultan flojos, a veces poco creíbles y casi siempre anodinos. Los conflictos personales que tiene cada uno de los protagonistas –de entre los que la custodia del hijo de Pigoil es el principal— no tienen la fuerza dramática que sería de esperar porque no conseguimos empatizar con los personajes.
He ahí otra de las objeciones que le encontré a 'París, París'. Un film como éste basa su eficacia en que los personajes creen ternura en el espectador. En otro tipo de película quizá podría importar poco que no se simpatizase con ellos e incluso algo de rechazo podría funcionar. Sin embargo, aquí es lo fundamental y no ocurre con todo el éxito que debería. Los intérpretes ponen en marcha su modo humorístico y tratan de hacernos reír, no a carcajadas, pero sí con esa sonrisa cómplice de las comedias amables. Pero en pocos momentos los actores provocan esas risas, tampoco Jugnot, y por ello, no hay tanta cercanía como debiera.
La conclusión podría ser que ni siquiera seguir una fórmula es fácil, que ni siquiera es tan sencillo hacer lo de siempre y crear películas a partir de un molde. Se supone que cualquiera podría hacer, si se pusiera, muchos tipos de films ya establecidos para los que parece que sólo hay que juntar una serie de ingredientes comerciales y que no se intenta por falta de interés. Esta película es una buena prueba de que todo hay que saber hacerlo, de que nada es tan fácil o tan rutinario como se supone y menos aún en la creación de algo destinado a triunfar.
Acabo, como siempre, con la recomendación: si se esperan encontrar otra 'Los chicos del coro', verán muchos de sus elementos y podrán reírse en alguna ocasión, disfrutar de algunos momentos y especialmente, ver la belleza del París de los años '30. Pero no encontrarán un producto a la altura de aquella. De todas maneras, puede ser la única oferta de este estilo que encuentren y quizá les vale la pena verla, a pesar de sus defectos, si tienen muchas ganas de ojear una historia humana y entrañable.
Página oficial de 'París, París'.
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