La directora suiza Ursula Meier, experimentada en documentales y televisión, estrena su primera cinta dirigida a la gran pantalla, ‘Home, ¿dulce hogar?’ (‘Home’, 2008), este viernes, 30 de octubre. La película está protagonizada por Isabelle Huppert, Olivier Gourmet, Adélaïde Leroux, Madeleine Budd y Kacey Mottet Klein, y nos presenta a una estrafalaria familia que habita en un extraño lugar donde se comienza a construir una autovía.
Se trata de un film pequeño, entrañable, con aires algo antiguos y muy europeo o también: muy de autora. Meier introduce, dentro de una realización realista y funcional, algunos interludios poéticos, donde la música cobra más fuerza y el estilo de los encuadres se hace más fijo y pausado, que son poderosos y bellos —hasta la fotografía parece mejorar en esos planos—. Una vez la narración se vuelve a poner en marcha, nos metemos en una espiral de situaciones alocadas y claustrofóbicas nada fáciles de sobrellevar.
Es imprescindible tener la buena voluntad de ver en pantalla lo que la directora ha declarado en sus intenciones para percibir ‘Home, ¿dulce hogar?’ como una alegoría y aceptar, de esta forma, todas las incongruencias de sus personajes como algo intencionado y supeditado a esa simbología. Sin embargo, cualquier espectador que acuda a la sala sin los deberes hechos, lo que se encontrará es una serie de despropósitos de principio a fin, a unos personajes cuyas decisiones le son imposibles de comprender y a un statu quo más que inverosímil. Haría falta una clave hacia el inicio que nos indicase que tenemos que abstraer para atisbar los hechos como algo tan ideológico que es necesario no preguntarse por ellos. Es muy valioso que una película contenga la posibilidad de ser leída a varios niveles, pero ‘Home’ se salta el primero y sólo puede ser apreciada si se llega a los más profundos directamente.
POSIBLE SPOILER: Hacia el final, la evolución de los personajes se precipita hasta la locura de forma tan repentina que para muchos es difícil encajar este cambio de tono. Mi forma de verlo es la contraria: únicamente en esos minutos finales, donde ya se nos dice abiertamente que la familia está desquiciada, puedo comprender que se comporten como se comportan. Ahí comienzo a ver un designio buñueliano que me ayuda a saber que se ha buscado a propósito una situación absurda. Antes de eso, cuando se nos están presentando como cuerdos, no soy capaz de entender sus convicciones. FIN DEL SPOILER
Es sencillo detectar una primera metáfora: el progreso que irrumpe en una vida tranquila. Simbolizar este avance social con una carretera es anticuado y manido, además de sumamente obvio. Paralelamente, podemos interpretar una crítica a la situación familiar, y una oda poco positiva al inmovilismo, a adaptarse siempre a lo que venga.
Meier declara que está mostrándonos el contraplano de una road-movie y esta afirmación puede ser lo más cerca que estemos a situar esta película en un género. Con destellos de comedia y mucho de drama, ‘Home, ¿dulce hogar?’ presenta, más que nada, un psicodrama cercano al psicothriller. Este camino, esta última opción, en la que la psicología se estudiase con mayor realismo y donde se llevasen hasta las últimas consecuencias las sensaciones de claustrofobia e imposibilidad por romper con las cadenas, habría sido la ideal para mí: me habría gustado que la película indagase en cómo se llega psicológicamente a una situación semejante. Pero, aunque hay mucho de eso, no termina de convertirse en el retrato que me habría interesado: lo cotidiano o rutinario es más preeminente que cualquiera de estos experimentos.
En definitiva: un intento que, en mi opinión, no se ha logrado; un esfuerzo que se ha quedado a medio camino. Detalles o elementos de gran interés no le faltan, no obstante no la encuentro plenamente conseguida.
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