Hay críticas que tardan demasiado tiempo en salir de mi cabeza. Las películas no me gustaron, no me ofrecieron nada interesante y no me apetece lo más mínimo dedicar tiempo a escribir sobre ellas; ya perdí suficiente en verlas, como para sentirme bien empleando más en exponer mis argumentos sobre por qué es un producto deficiente, malo o flojo. Suelo ver una película al día y como habréis comprobado, los que me sigáis con regularidad, no publico una crítica al día. No siempre, pero normalmente sólo intento sacar textos sobre películas que ningún compañero haya valorado antes, o cuyo punto de vista sea diferente al mío.
Y por eso, aquí me tenéis, resignado, sentado de mala manera, con la espalda molida, en un sillón incómodo, tecleando casi a oscuras, mientras charlan a gritos en la habitación de al lado. Porque si voy a tener que escribir un comentario crítico sobre ‘Coco: De la rebeldía a la leyenda de Chanel’, necesito sentir algo, aunque sea fastidioso, que me despierte y me haga vencer la idea de dejar pasar la tarea. Por supuesto, esta desidia que trato de superar viene ocasionada por recordar una película lenta, aburrida, carente de sustancia, donde sólo cabe destacar la labor de dirección artística.
‘Coco: De la rebeldía a la leyenda de Chanel’ es el título que han elegido en España para estrenar ‘Coco avant Chanel’ (Coco antes de Chanel), un biopic que narra la juventud de la famosa diseñadora de moda Gabrielle “Coco” Chanel, inspirado en el libro ‘L´irrégulière ou mon itinéraire Chanel’ escrito por Edmonde Charles-Rouxque. La película comienza mostrándonos cómo la protagonista y su hermana han sido abandonadas en un orfanato; luego se da un salto y ya vemos a Audrey Tautou en la piel de Coco, ganándose la vida como bailarina y cantante en un bar de los suburbios de París. Por cierto, esto me lleva a una pregunta que me hago cada vez con más frecuencia: ¿por qué hay tantas películas a las que les sobra todo el principio?
Pronto descubrimos que la hermana de Coco, Adrienne (Marie Gillain, un mero adorno), está enamorada de un miembro de la realeza y que se va a vivir con él, dejando sola a la futura leyenda de la moda. Coco, viendo que sus opciones se limitan a trabajar duramente arreglando vestidos por un sueldo miserable, decide imitar a Adrienne y buscarse su propio ricachón. Con total descaro, con la frente bien alta, y como si fuera lo más normal del mundo, se planta en el majestuoso castillo de Étienne Balsan (un impecable Benoît Poelvoorde), quien, en justa respuesta, le enseña el camino del dormitorio. Comienza así una relación interesada por ambas partes, gracias a la cual ella consigue tiempo, comodidad y lujo, y él… pues lo que estás pensando.
De este modo, pasamos a ver a Coco en un ambiente totalmente diferente, ahora es la amante de un tipo con dinero y su tarea es, básicamente, no hacer nada, vivir, como quien dice. En un primer momento, Balsan la oculta de sus amistades, por considerarla una mujer inferior y poco refinada, pero no será por mucho tiempo, ya que la chica tiene un temperamento muy fuerte y finalmente ella misma se presenta en sociedad. Cabe decir que Coco se rebela varias veces contra Balsan, pero éste sigue siendo muy claro, o acepta sus condiciones o vuelve al mismo sitio de donde venía. Y ahí se queda la muchacha, entreteniéndose poco a poco en crear sombreros a las amigas de su protegido.
Más tarde, para animar un poco la trama, que se estaba volviendo tediosa (a partir de que ella se acomoda hay un tramo bastante pesado), aparece ya el típico romance de película, Coco conoce a Arthur “Boy” Capel y saltan chispas. El tipo es muy diferente a Balsan, más joven, más atractivo (al menos en teoría, porque hablamos de Alessandro Nivola, que además con ese bigotito tenía un cierto parecido con un presidente nuestro) y más culto, que es por donde consigue interesar a la chica. Él la seduce rápidamente y ella se entrega. Va a cambiar su vida por él, e incluso piensa en el matrimonio, una idea que le parecía ridícula hasta entonces, como le dice a su hermana. No voy a destripar la película, no es mi costumbre, pero supongo que ya sabéis que las cosas no le van demasiado bien a Coco con Arthur. Dejémoslo ahí, por si alguien no sabe qué ocurre y quiere enterarse por el trabajo de Anne Fontaine.
Lo que sí voy a comentar es algo que me llamó mucho la atención. Si veis cualquier artículo haciendo publicidad de ‘Coco: De la rebeldía a la leyenda de Chanel’ comprobaréis que hablan de la protagonista como el símbolo de la mujer moderna y libre. Ajá. Coco se convierte en la prostituta de un tipo rico para tener comodidad y luego se va con otro tipo rico para que le costee todos los gastos que suponen irse a vivir a París, montar y mantener un negocio. Hay una escena bastante representativa y muy divertida (yo me parto con estas cosas, a la vez que me ofendo por la falsedad del discurso que intentan colarnos) en la que vemos a Coco trabajando y dando órdenes, con prisas, y entonces entra por la puerta el playboy… A los dos segundos la está desvistiendo, a los tres están en la cama. A los dos minutos, ya vestidos (y sin sudor visible) hablan de dinero. Eso es amour, amigos y amigas.
Mantiene la realizadora que era insensato pretender abarcar toda la vida de “Coco”, así que se centró en su primera etapa, cuando se fue formando. Según Fontaine, todo el trabajo de la revolucionaria diseñadora nace de las experiencias y los sentimientos de aquel período fundamental. Aunque en principio es una buena idea no intentar abarcar demasiado, parece que han quitado más miga de la cuenta, porque finalmente la obra queda carente de interés. La directora se recrea demasiado en contemplar a la protagonista y en mostrar escenas que no hacen más que repetir la misma información, no aportando nada relevante que merezca nuestra atención y ralentizando cada vez más el ritmo de la película, hasta que es imposible no descubrirse aburrido.
En cuanto a la interpretación de Audrey Tautou, va de más a menos, empezando muy fuerte y enérgica, terminando como la película, apagada, poniendo caritas de portada de revista; dicen que la eligieron porque se parecía mucho a la modista, así que no discutiré eso. Pero sí se supone que da vida a una mujer que dijo cosas como ésta: “Me creían un pobre gorrión abandonado cuando en realidad era una fiera”. Y eso no se ve por ninguna parte en la actuación de Tautou. Acabo la pesada carga de comentar esta intrascendente película con la anécdota del país vecino que da título a este texto. ¿Veis el cartelito que he puesto arriba? En Francia le borraron el cigarro, unido a la imagen de la verdadera Coco, porque incitaba a fumar. Y no es la primera vez que lo hacen.