Pedro Almodóvar hace su película confesional con una honestidad desbordante
En el cine español pocas figuras generan más opiniones dispares que Pedro Almodóvar, que con cada película parece despertar el interés de un sector diferente. La película que va a ver el público, la película que gusta a la crítica, la película que gusta a la crítica extranjera, o la película que termina aclamada en los Goya. Rara vez coinciden, pero cuando lo hacen es por obras tan notables como ‘Dolor y gloria’.
Entrañas físicas y emocionales
La película cuasi-biográfica del director manchego, una reflexión sobre la infancia, la vejez y también sobre la creación de cine que fue un perfecto torbellino. Antonio Banderas protagoniza esta delicada y extraordinaria pieza de su filmografía que arrasó en los Goya con 7 galardones, incluyendo mejor película, y que se puede ver por tiempo limitado gratis en streaming a través de RTVE Play. El 20 de julio desaparecerá de la plataforma (después se seguirá viendo en Netflix).
Banderas interpreta a Salvador Mallo, un director de cine cada vez más achacoso y golpeado por los dolores, físicos y emocionales. La escritura de obras que nadie terminará viendo se terminan volviendo terapia en medio de recuerdos de infancia agridulces y reencuentros sentimentales de lo más complejos.
No es difícil ver las conexiones con la vida real del director, desde el aspecto que tiene el personaje de Banderas hasta su pasado en la España rural, pasando también por esa serie de dolores que parecen acompañados con la edad. También esas heridas emocionales que se sienten rabiosamente personales, haciéndola la película más genuina de Almodóvar en bastante tiempo.
Resulta interesante que esto haya llegado en su época más austera y contenida en lo formal como director, manteniendo una viveza en los colores de la fotografía pero reduciendo las escenas a una sobriedad que podría volverse peligrosamente gélidas. Aunque no le faltan algunas digresiones en el guión que invitan a llevarse las manos a la cabeza, como ese intento de pillar droga en un barrio que, si Almodóvar llegó a pisar, lo hizo hace algunas décadas.
Es una salida peculiar del tono en lo que, por otro lado, es una emocionante y preciosa carta confesional, donde además de darle a Banderas uno de sus mejores papeles vuelve a sacar lo mejor de actrices como Penélope Cruz y Julieta Serrano, ambas diferentes versiones de su madre. Una colección de fantásticas ideas sobre sus creaciones, su arte, y su vida que se solidifican en una de las mejores obras de su filmografía.
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