Mañana, viernes 12, se estrena ‘Pájaros de papel’, dirigida por Emilio Aragón y protagonizada por Imanol Arias y Lluis Homar, entre otros. Este film trata el tema de los artistas ambulantes en los primeros años de posguerra, en un tono tragicómico.
No dudo de la sinceridad y la implicación del director en su opera prima, pues es probable que lo que nos narra se asemeje a lo que les ocurrió a sus antepasados antes de emigrar a América. Así que nos encontramos ante un film personal, aunque no se trate de cine de autor. Su intención de hacer una película que guste a las mayorías tampoco puedo criticarla, ya que me parece una opción muy respetable, aunque sé que se considera casi como un pecado en algunos círculos. Y, a pesar de que a mí, personalmente, me empalaguen las historias tan dulzonas, me moleste que se me manipule de manera tan extrema y de que aborrezca todo lo que me lleva, de forma tan descarada, a soltar esa inevitable lagrimita; tampoco cuestiono la honradez de Aragón cuando utiliza todos los recursos a su alcance para provocar la emoción, pues, posiblemente, de acuerdo con su criterio, eso sea lo correcto y casi obligatorio del cine.
Según lo que persigue, queda claro que sus caminos han sido los más acertados. Si alguien quisiese hacer un curso sobre técnicas para emocionar al espectador, la mejor recomendación sería que estudiase este film a fondo. Esa lágrima que sitúo en el titular tiene facilidad para brotar, pero decir que es fácil provocar en el público tal congoja que no pueda reprimirla sería ningunear el oficio y presuponer demasiado. Esta consecución es fruto de un empleo perfecto de los elementos de la narración. ‘Pájaros de papel’ puede ser manipuladora, pero no es tramposa; en todo caso, poco sutil.
Aragón tiene tras de sí a toda una industria, a un equipo de profesionales bregados en conseguir éxitos en televisión, por lo que habría sido raro que algún aspecto de su película saliese mal. Hemos criticado en más de una ocasión la falta de profesionalización que sufre el cine español, y ahora sería absurdo quejarse de que se trasladen los esquemas televisivos a la creación fílmica.
‘Pájaros de papel’ está bien ambientada y realizada con pulcro clasicismo. El desarrollo de la historia es fluido y mantiene un ritmo que la hace avanzar sin detenerse, combinando las anécdotas con un hilo argumental somero, pero muy encauzado.
Lo que más se podría destacar de este film son las interpretaciones, desde los principales actores a los figurantes. Imanol Arias siempre me ha causado una antipatía por su sequedad y soberbia, pero supongo que cuando estas características se incorporan al personaje, no se pueden señalar como signo de una mala interpretación. En algunos momentos en los que es necesario lograr la emoción, Arias se sabe plegar a este sentimiento. De Lluis Homar había comentado en otras ocasiones que no me convencían sus dotes interpretativas —por ejemplo, lo hallé el peor elemento de ‘Los abrazos rotos‘—, pero aquí está convincente y cercano, muy metido en su papel. Tal vez nos encontremos ante su mejor trabajo.
El niño Roger Princep es gracioso y zalamero y, al igual que lo hace su personaje, sabe meterse al público en el bolsillo. Entre los secundarios se encuentran importantes nombres que dan categoría al film. Destacaría principalmente a Luis Varela y a Carmen Machi, que cuentan con papeles lucidos, aunque breves, y que aportan su granito de comedia. Asimismo se puede ver a Cristina Marcos, José Ángel Egido, Diego Martín o Fernando Cayo, todos ellos oportunos en sus personajes.
Ideológicamente, ‘Pájaros de papel’ se puede tachar de maniquea, como casi todos los films de la guerra civil española, por su retrato de personajes sin matices en uno y otro bando. Contrariamente, (SPOILERS) esa huida final de los tres personajes principales cuando, en una treta similar a la de ‘Malditos bastardos’, se urde un complot para asesinar a Franco (FIN DEL SPOILER), da la sensación de falta de implicación. Parece que Aragón quería entrar en el tema político, pero sin teñir demasiado a sus protagonistas, sin mancharse mucho las manos de rojo.
Si no hubiera recordado ‘El viaje a ninguna parte’, esa obra maestra de Fernando Fernán Gómez, o quizá de la certera ‘Ay, Carmela’, de Carlos Saura, mi opinión sobre la película de Aragón sería mucho más favorable. Pero ya sabemos cuán odiosas son las comparaciones.
En resumen, ‘Pájaros de papel’ toca demasiado la fibra sensible, pero quien no esté alerta ante los mecanismos narrativos, se encontrará un film muy efectivo, muy bien hecho y con interpretaciones persuasivas.
Mi puntuación: