El director de cine de culto Juan Piquer Simón falleció en Valencia, el pasado domingo, víctima de un cáncer de pulmón, a los 74 años de edad.
Aunque nunca se podrá incluir entre los directores más reputados ni elogiados por la crítica, su filmografía de serie B —o serie Z para algunos— consiguió, además de respetables taquillas con algunas de sus producciones, una importante repercusión entre ciertos círculos underground amantes del «cine basura». En ese sentido, tal vez uno de sus mayores logros fuese liderar el ‘Bottom 100’ de la IMDb con su película ‘Los nuevos extraterrestres’ —actualmente en el puesto 26 de esa disputada lista—.
Piquer Simón, sin embargo, también fue apreciado por un sector crítico que valoró su condición de rara avis: su cine apostaba por la creación de un tejido industrial, por la proyección internacional —sus películas eran rodadas en inglés— y por un culto a los efectos especiales. De hecho, J. P. Simon, como también se le conocía, consideraba su ópera prima, ‘Viaje al centro de la tierra’, la primera producción española con efectos especiales.
El film que le reportó mayor fama fue ‘Mil gritos tiene la noche’: una incursión en el gore a partir de la cual, sus producciones lograrían recaudaciones más que considerables. Aunque tuvo éxito comercial, lo que no recibió esta cinta —y probablemente, su director nunca buscó— fue el reconocimiento crítico. Pero Piquer Simón no era profeta en su tierra y fuera de nuestras fronteras cosechaba más fama que aquí. Baste como demostración que los directores Eli Roth o Edgar Wright le han dedicado homenajes póstumos en sus Twitter refiriéndose a este título, que ellos conocen como ‘Pieces’.
Sus coproducciones, en el mejor de los casos, podían contar con actores como Peter Cushing y Terence Stamp —‘Misterio en la isla de los monstruos’, una adaptación de Julio Verne rodada en 1980— y, en el peor de ellos, con los efectos visuales de ‘Supersonic Man’, con la que se erigió en el primer español en usar el «frontal projection» para lograr una mejor integración de sus personajes volando contra el cielo de Nueva York. Esta imitación de ‘Superman’ es recomendable para ver en reuniones de amigos, con el único fin de reírse del trajecito del protagonista, de la mala incrustación del superhéroe sobre los fondos o de la música de cabecera, con su repetitivo «I wanna be», que declara de forma demasiado descarada la naturaleza de la película: un «wannabe», o sea, un «quiero y no puedo».
Otras películas que, además de taquilla internacional, también tuvieron repercusión «de culto» fueron ‘Slugs, muerte viscosa’ o ‘La grieta’, esta última con el debut en el cine de Pocholo Martínez-Bordiú. La muerte de su personaje, a los cuatro minutos de aparecer, fue otro motivo de notoriedad para la filmografía de Juan Piquer.
Sus últimos proyectos —las adaptaciones de ‘El guerrero del antifaz’ o de ‘El capitán Trueno’— nunca pudieron ponerse en pie por falta de financiación. «Mi frustración es no haber adaptado más novelas de Julio Verne, que estimulaba mi imaginación», declaraba. En los últimos años Piquer Simón dirigió la Mostra de Valencia Cinema del Mediterrani. Su muerte, a día de hoy, no ha tenido una repercusión muy destacada. Sin embargo estoy segura de que, en pequeños círculos, se habrá recibido un fuerte mazazo: guste o no, nos ha dejado un director único.
Vía | El País.