Después de ‘AzulOscuroCasiNegro’, Daniel Sánchez Arévalo nos sorprende con ‘Gordos’, un film muy diferente en tono e intenciones a su opera prima. Esta película, que se estrena el 11 de septiembre, está interpretada por Antonio de la Torre, Raúl Arévalo, Roberto Enriquez, Teté Delgado, Adam Jezierski y Verónica Sánchez, entre otros.
‘Gordos’ nos acerca varias historias de diferentes personas unidas por un grupo de terapia: los pacientes, el terapeuta, la mujer de éste y una alumna de la mujer, que a la vez es hija de uno de los pacientes. Está estructurada en torno a un anuncio de teletienda que indica cuáles son los cuatro pasos para perder peso.
Si bien en los momentos humorísticos de esta película son buenos, el error es haberla hecho en tono de comedia. Al quitarle toda la gracia se eliminaría lo mejor, pero sería la única manera de que lo dramático, que es la mayor parte del metraje, funcionase. La única, no, claro: lo ideal sería que Sánchez Arévalo hubiese logrado un tono intermedio entre la risa y el drama, es decir, el de comedia dramática o de tragicomedia, pero eso se encuentra muy pocas veces y ésta no es una de ellas. Los actores están con el chip exagerado e histriónico de la comedia e interpretan con él estos momentos en los que tendríamos que interesarnos por los sufrimientos de los protagonistas. Así, lo que ocurre es que no llegamos a entrar en sus historias.
Además de eso, narrativamente, esta película tiene el problema de que, para que parezca reivindicativa, los personajes deben evolucionar y luego volver atrás, al inicio de sus estados psicológicos. Por ello, lo que se nos ha contado nos importa poco, ya que finalmente no ha dado ningún resultado. La catarsis que podría suponer que la terapia les cambiase las vidas o que se sintiesen mejor al adelgazar, se pierde en una parte central de la película muy baja de intensidad y se deshace cuando llegamos al supuesto clímax.
Y, ya que estamos, hablemos también de esa supuesta reivindicación. Sánchez Arévalo decía que quería hacer un “bello retrato de la gordura”, pero si así fuese no nos presentaría a sus gordos como sufridores en casa que necesitan ir a terapia, adelgazar y que, por supuesto, tienen una razón psicológica o existencial para pesar lo que pesan. Si estuviese a favor de la gordura y la viese como algo normal y bonito, nos contaría cualquier otra película y pondría como protagonista a una persona gorda. Pero eso, de momento, no hay valor para hacerlo. Si alguien está gordo en una serie o película será porque su exceso de peso es el tema central.
El arranque de ‘Gordos’ es potente y las presentaciones de los personajes en el grupo de terapia sorprenden. Sin embargo, a partir de que todo ya está encarrilado, la película se desfonda y lo que vemos, durante al menos una hora, se parece a esas partes bajas que, en un momento dado, tienen casi todas las películas; con la salvedad de que éstas suelen estar pensadas para dar un respiro y de que duran sólo dos o tres minutos. Cuando se acerca el final, ya llegamos cansados y hemos perdido la curiosidad por ver cómo acaban las tramas, por lo que este momento tampoco causa la emoción que sería deseable.
Los actores podrían ser la parte más agradecida de este film, pero no están dirigidos con acierto. El que más presencia tiene, Antonio de la Torre, que en general es un excelente actor, aquí hace demasiado el payaso y sobreactúa la faceta gay de su personaje. A otros les ocurre lo contrario y están desaprovechados con respecto a lo que podrían aportar, como es el caso de Teté Delgado. El descubrimiento de la película se llama Leticia Herrero (en la foto siguiente), una de las pacientes de la terapia a la que apodan “la monja feliz” y cuya historia es casi la única que despierta la empatía. Adam Jezierski goza de en un papel igual que el de Gorka en ‘Física o química’ y es de lo mejorcito del elenco.
Los efectos de montaje y sobreimpresiones, aunque tienen una intención positiva, pues tratan de aportar originalidad, resultan poco estéticos. Lo que sucede al final con la pareja de Raúl Arévalo es poco afortunado ya que, en plan cómico, se podría haber aceptado, pero está introducido en un momento muy dramático. El aspecto general de la película, incluso cuando no hace estos experimentos, mantiene, como las interpretaciones de los actores, un tono muy cómico y artificial que no es adecuado para los momentos serios.
La premisa y el tráiler nos hacían esperar más. Quizá ha sido precisamente la ambición de Sánchez Arévalo por crear algo no sólo cómico, sino también profundo y novedoso estructuralmente, lo que le ha impedido conseguir siquiera una comedieta como todas, que funcionase dentro de lo que es sin mayores aspiraciones. No hay que dejar de intentarlo, aunque se falle, la próxima película de este director seguro que volverá a estar a la altura de ‘AzulOscuroCasiNegro’.
A pesar de tantos peros que aparecen en los párrafos anteriores –no es mala baba, sino ganas de analizar por qué no resulta tan buena como podría—, no se puede decir que nos encontremos ante un mal film. ‘Gordos’ se ve con agrado, cuenta con momentos apreciables y hace pasar un rato entretenido.
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