El sevillano Paco Cabezas traslada a la gran pantalla una historia escrita hace cinco años y de la que conocemos un exitoso cortometraje que le abrió las puertas para desarrollar la historia de ‘Carne de neón’. Una película que se sumerge en un ambiente sórdido, rodeado de perdedores, supervivientes, víctimas pero, al fin y al cabo, personas. Son carne de neón, de prostíbulos, de engaños, de extorsión, de violencia, sexo, drogas,… pero con corazón. Y con un corazón herido que les obliga a salir adelante, además. Aunque sus perspectivas disten mucho de lo soñado.
Con una estética que refleja influencias obvias de las piruetas visuales de Guy Ritchie, Quentin Tarantino o Robert Rodríguez, de escenarios y personajes retratados con contundencia por Martin Scorsese y también de submundos como los vistos en ‘Trainspotting’ (de Boyle), Paco Cabezas compone su relato plagado de tópicos. También de personajes arquetípicos (y caricaturescos) retratados por una cámara inquieta y montaje videoclipero (en algunos momentos) que se aleja de lo habitualmente encontramos en el cine español.
Quizás buscando la forma de mostrar que es posible romper los prejuicios y conseguir llegar con una historia poco original con trasfondo de desavenencias y frustraciones maternofiliales pero presentada con el brío, empaque y el ritmo con el que se suelen alabar títulos foráneos de mucha menor enjundia. Sin olvidar la dirección artística, especialmente brillante y también fundamental para el resultado del relato.
‘Carne de neón’ brilla gracias a sus intérpretes
La historia que conocimos en el corto protagonizado por Óscar Jaenada y Victoria Abril es desarrollada ahora con más detalle y ahondando más en el tono de comedia negra e incorporando una mayor presencia de desavenencias sentimentales. En ello tiene que ver, quizás, la presencia de dos actores diferentes para los mismos papeles.
En este caso Mario Casas, joven ídolo televisivo que a pesar de su lastrada falta de carisma, se saca de la manga un personaje con momentos de carácter, de fuerza interpretativa y brillantemente dirigido. Sin olvidar que Ángela Molina, su madre en la historia, con apenas unas líneas de diálogo y unos segundos en pantalla deja bien claro su poderío, experiencia y nos regala un personaje secundario brillante, transcendental en la historia y entrañable –sin olvidar su vis cómica, aguda y certera–.
Del resto del elenco solo cabe aplaudir el enorme acierto de su presencia y la entrega y brillantez ofrecidos. Una galería de personajes que ya hemos visto otras veces, que conocemos en apenas unos segundos, pero que no por ello dejan de deslumbrar. Todos tienen su momento de gloria, desde Macarena Gómez a Dámaso Conde (que compone a la Infantita y su historia, quizás la más sobresaliente e interesante), sin olvidar el formidable Vicente Romero.
Es precisamente el juego de los personajes y el buen trabajo de los actores quien sustenta y eleva las posibles carencias del film. Sobre todo porque consiguen mantener el interés en la historia incluso cuando el ritmo decae y la narración juega a lo fácil. Quizás por querer jugar a demasiado, por intentar asumir influencias y referencias, por querer combinar en el cóctel distintos géneros asociados a las distintas subtramas sobre las que orbita el relato principal y por perder solidez a la hora de avanzar y resolver (con unas costuras muy marcadas) la estructura circular. Esa búsqueda de redención de Ricky con su madre a la que le quiere dar lo que ella nunca le otorgó: una oportunidad, un instante de cariño y de amor. Aunque este loable intento resulte algo impostado en un escenario que hubiera requerido de más dureza, de más humor (la que destilaba el cortometraje) y de menos sentimentalismo elemental.
Con todo, ‘Carne de neón’ adopta –ingenuamente– ese cine posmoderno al que juega un diluido Guy Ritchie y quizás no le hubiese sido necesario. En la imitación se pierde autenticidad y se aparca la personalidad. Y no cabe duda de que Paco Cabezas, guionista de futuro (y presente) prometedor, tiene buen cine en su cabeza. Ahora solo falta (y sería deseable) que aflore aún con más vigor. Porque al espectador sabe llegar. Porque ‘Carne de neón’ llega y entretiene, saber hacer reír y sobrecoger (las escenas de violencia son las más cuidadas), también emocionar y sorprender. Y con todo es además una apuesta original, fresca y honesta.
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