Sylvester Stallone golpea fuerte en uno de los mayores éxitos de su carrera que decide revisitar
El cine comercial americano de los ochenta tiene unas cualidades bastante distinguibles que vienen a la mente nada más se mencionan, y series como ‘Stranger Things’ se han encargado de hacer expolio brutal de los aspectos más llamativos o incluso superficiales. Todos podemos trazar un modelo de este tipo de blockbuster gracias a los grandes fenómenos de la época, ¿pero cuál es la película que más se amolda al mismo?
Es una pregunta que el YouTuber de cine Patrick H. Willems se preguntó y trató de resolver a partir de analizar las características principales del cine ochentero. Y esto incluye, además de neones y música de sintetizadores, valores reaganescos primarios del triunfo individual, estrellas desatadas, montajes que priman atmósfera a historia y enemistad con los soviéticos por la Guerra Fría. Su conclusión fue que la película más ochentera era ‘Rocky IV’, y probablemente tenga razón.
Guerra fría en el ring
La secuela más exitosa de la saga de ‘Rocky’ es, quizá, la película definitiva de la misma, ya tan sólo por ser un impresionante exponente de la época en la que se hizo y de las ambiciones de Sylvester Stallone como actor y cineasta. La imponente película de boxeo que introdujo a Dolph Lundgren como villano hace esta semana su regreso a los cines españoles con la última versión del director, aunque la versión original sigue estando disponible para ver en streaming a través de Amazon Prime Video.
Rocky disfruta de su fama y de su vida retirado, al igual que su antiguo rival y ahora compañero Apollo Creed. Pero la aparición de un boxeador ruso que los soviéticos denominan la máquina perfecta, Ivan Drago, inquieta el panorama. Balboa decide que es mejor no desafiarlo, pero una profunda tragedia personal le llevará a un enfrentamiento que podría poner fin a la Guerra Fría.
¿Pudo ser el objetivo de Stallone imponer la superioridad estadounidense en pleno fervor de dicha guerra con los soviéticos? No lo podemos descartar, viendo que el exagerado patriotismo exhibido no está tratado con el menor gramo de ironía. Stallone lleva al máximo su desdén por aquellos aspectos que se puedan considerar sutiles y elabora un enfrentamiento brutal que saca a pasear sus virtudes más musculosas como director.
‘Rocky IV’ y el poder de los montajes
Se puede considerar burdo, con todo el derecho del mundo, pero al mismo tiempo ‘Rocky IV’ es un demencial espectáculo donde todo está elevado al 11 (incluso el absurdo, como esa presencia de un robot tristemente eliminada del montaje del director). Uno que es rabiosamente entretenido por cómo Stallone traduce a lenguaje narrativo y fílmico el éxtasis del videoclip ochentero en una serie de montajes muy efectivos.
Porque el resultado ya lo conocemos, Rocky tiene que ganar sí o sí. En otras películas podría caber espacio para la duda, pero no aquí. Pero lo emocionante en las películas de boxeo como esta no es cómo acaba el combate, es crear las sensaciones de cara al enfrentamiento y ofrecer una acción extraordinaria.
‘Rocky IV’ cumple sobradamente en esas facetas y se vuelve exponente de un momento social, cultural y político al mismo tiempo que busca ser el entretenimiento más primario. Y triunfa notablemente en su tarea, exhibiendo algunos de los peores pecados del cine ochentero pero sobre todo su esencia más pura y lúdica.
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