Vaya de antemano que ‘Planeta sangriento’ (‘Queen of Blood’, 1966, Curtis Harrington) me parece una floja película, una producción de muy bajo presupuesto filmada en menos de una semana, y a la que el paso del tiempo le ha hecho un daño atroz, tanto que a día de hoy el espectador tiene que hacer verdaderos esfuerzos para no partirse de la risa durante la mayor parte de su metraje, que afortunadamente no es mucho, menos de hora y media. Pero he decidido incluirla en el especial de vampiros porque en ella hace acto de presencia una de las criaturas chupasangre más inquietantes que ha dado el cine en toda su existencia, la reina alien a la que da vida la actriz de origen checo Florence Marly.
En una de esas conversaciones telefónicas con mi compañero Juanlu, en las que hablamos de la vida, de esto, de lo otro y de cine, me comentaba que ‘El enigma de otro mundo’ (‘The Thing From Another World’, 1951, Christian Nyby) es una película que se le hace ridícula en alguna de sus partes, algo con lo que yo no estoy de acuerdo pues las películas de hace años hay que verlas con perspectiva. Sin embargo viendo cosas como la de Curtis Harrington —uno de esos realizadores descubiertos y apadrinados por el gran Roger Corman— no hay perspectiva que valga. ‘Planeta sangriento’ sólo es interesante en su tramo final, cuando realmente tiene algo que contar.
En los años 60 el señor Corman tenía por costumbre comprar los derechos de distribución de películas rusas de ciencia ficción y que luego no distribuía, sino que amputaba considerablemente aprovechando las secuencias con efectos visuales, ya que por aquel entonces la cinematografía rusa le daba un repaso a la estadounidense en lo que se refiere a la parte técnica. El resto era completado con actores norteamericanos y el guión muchas veces era un despropósito de dimensiones cósmicas, nunca mejor dicho en este caso. Así pues Roger Corman hacía honor a su fama de director barato, no sólo hacía tres películas con el presupuesto que le daban para una, sino que además se aprovechaba de otras cinematografías para construir sus propias películas, producidas o dirigidas generalmente para la AIP.
‘Planeta sangriento’ narra la aventura de una nave terrestre espacial que viaja a Marte acudiendo a una llamada de socorro alienígena. Una vez allí rescatarán a una tripulante que resulta ser una especie de vida vegetal que se alimenta de sangre, en otras palabras, un vampiro, exactamente igual que en ‘El enigma de otro mundo’ no tratándose de una coincidencia sin más. Aquí también tenemos a la criatura inconsciente mientras que los que la vigilan se turnan cada dos horas esperando a que despierte, también deja la criatura sus pequeñuelos esparcidos por la nave espacial —en el film de Nyby sucede en un prodigioso fuera de campo— para reproducirse gracias a la sangre. Demasiadas semejanzas como para considerarlas simplemente una coincidencia. Además Harrington, el principal guionista del film, era un cinéfilo consumido que conocía muy bien la cinematografía de su país sobre todo el cine fantástico, de terror y de ciencia ficción.
‘Mechte Navstrechu’ (1963) y ‘Nebo Zovyot’ (1960) son las dos películas rusas recicladas en ‘Planeta sangriento’ y en ellas puede apreciarse la imaginería en la dirección artística y unos efectivos efectos visuales que superan con creces a la cutrez que reina en las escenas realizadas por Harrington que tuvo un ínfimo presupuesto para filmarla. Tanto es así que recuerda al cine de Ed Wood, con paneles de control hechos con cuatro elementos y un papel celofán que lo recubre todo y para colmo somos testigos de cómo se desprende de las paredes. Pero todo esto no debería tener demasiada importancia si Harrington demostrase algo de pericia narrativa o si el guión no fuese un cúmulo de situaciones estúpidas. Sólo en su parte final, cuando la reina vampiro sacia su sed de sangre con un par de víctimas, el director demuestra cierta mano para la creación de un atmósfera de misterio realmente inquietante. A ello contribuye la extraordinaria composición de Florence Morly dando vida a una peculiar vampiro de color verde cuya penetrante mirada es de las que no se olvidan.
En el reparto podemos encontrarnos viejas y futuras glorias. Basil Rathbone, que pertenece a la época dorada de Hollywood, hace aquí el papel de científico que comanda la misión desde la Tierra, pero se muestra desganado en todo momento. Dennis Hopper en sus comienzos, amiguete de Harrington, con un personaje un poco memo e insustancial; y John Saxon se hace con el personaje central el cual llega a unas conclusiones delirantes en el desenlace de la película que rompe de forma casi infantil con la inquietud de los instantes previos.
En su favor hay que decir que la influencia de ‘Planeta sangriento’ en el cine posterior ha sido considerable. Hasta tal punto es así que una de las obras maestras de la Sci-Fi, ‘Alien’ (id, 1979, Ridley Scott) bebe en su mayor parte del film de Harrington, no sólo por el hecho de que un alien vaya asesinando uno a uno a los tripulantes de una nave, sino por algunas otras escenas como el descubrimiento en una luna de Marte de una misteriosa nave. La planificación de dichas escenas es idéntica en ambos films. Evidentemente no trato de restarle méritos a la película dirigida por Scott, pero sí dar a entender que no siempre las grandes películas nacen por sí solas de la nada. Como nota anecdótica decir que la acción del film producido por Corman se sitúa en un 1990 donde ya hay bases en la luna y el hombre puede viajar a Marte con una facilidad pasmosa. En el cine siempre se equivocan en cálculos a la hora de imaginar un futuro lleno de naves espaciales.
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