Vampiros de verdad: 'Lust for a Vampire' de Jimmy Sangster

‘Lust for a Vampire’ es la continuación de ‘Las amantes del vampiro’ (‘The Vampire Lovers’, Roy Ward Baker, 1970), de la cual tenía que hacerse cargo el maestro Terence Fisher —inciso: cuando defino a Fisher como maestro no lo digo sólo porque fue el mejor director dentro de la Hammer—, pero éste no pudo porque se rompió una pierna. La tarea recayó sobre Jimmy Sangster, excepcional guionista de la casa británica —desde ‘Las novias de Drácula’ (‘The Brides of Dracula’, Terence Fisher, 1960) hasta ‘Drácula, príncipe de las tinieblas’ (‘Dracula, Prince of Darkness’, Terence Fisher, 1966) pasando por la trilogía de terror psicológico de Freddie Francis—, que estaba supervisando el montaje de su ópera prima, ‘El horror de Frankenstein’ (‘The Horror of Frankenstein’, 1970).

Cuenta Sangster que se limitó a realizar el trabajo sin más, incluso llegó a odiar el film cuando lo vio estrenado. Lo cierto es que el cambio a última hora de director no fue el único inconveniente que sufrió la película. A ello hay que sumar que debía interpretarla Ingrid Pitt, repitiendo el personaje de Carmilla, pero las malas lenguas dicen que el guión le pareció tan malo que rechazó la oferta, aunque lo más probable es que fuese porque estaba ocupada con la filmación de ‘La condesa Drácula’ (‘Countess Dracula’, Peter Sasdy. El actor Ralph Bates, en aquellos un años muy de moda, fue contratado en último momento, y Peter Cushing tuvo que rechazar participar en el film.

Cuando se habla de tantos problemas en el rodaje de una película, y aquí tampoco estamos hablando de algo trascendental, por norma general termina afectando al resultado final del film. ‘Lust for a Vampire’ tiene tantos detractores como admiradores, quedándome yo en un punto intermedio. No creo llega a la altura de su predecesora, pero desde luego no la odio tanto como la odió su director, que entre otras cosas se justificó en el uso de una anacrónica canción pop —‘Stranger Love’ de Harry Orbinson y Frank Godwin—, una razón tan respetable como absurda. A finales de los 60 y principios de los 70, la inclusión de un tema musical de esas características en una película era de lo más normal.

Desde luego ‘Lust for a Vampire’ sería otra película si Ingrid Pitt la hubiese protagonizado porque son muchos los cambios que se producen con el personaje de Carmilla. Para empezar su lesbianismo —uno de los aciertos en el film de Roy Ward Baker— es cambiado a bisexualidad. Aunque la vampiro sigue haciendo de las suyas entre el público femenino, esta vez en un internado femenino, se le añade una casi ridícula historia de amor entre ella y el protagonista, un escritor en principio reacio a creer historias de colmillos pero que termina completamente embobado con Carmilla.

La actriz danesa Yutte Stensgaard fue la encargada de hacernos olvidar la morbosidad de la Pitt, y sinceramente no lo consiguió. A pesar de su evidente y sensual belleza, lo cual le viene muy bien al personaje, Steensgaard no es buena actriz y no transmite absolutamente nada más allá de su físico. Atención al encuentro sexual entre ella y su nuevo amor, como la actriz es incapaz de poner cara de placer en el momento del orgasmo. La incomprensible historia de amor no natural se convierte en un triángulo cuando descubrimos que una de las mujeres del internado también está enamorada del escritor, lo cual permite a la Hammer sacar su lado más conservador en el desenlace del film, bastante forzado.

Sangster no hizo una labor tan demencial como él creía. ‘Lust for a Vampire’ contiene momentos muy poderosos e intensos, como ese impresionante inicio en el que se reproduce la ceremonia que resucita a Carmilla, y todo lo concerniente al personaje que da vida un inspirado Ralph Bates, un retorcido profesor del internado que conocerá de cerca el poder del Mal. Por lo demás estamos ante un film muy entretenido, que si bien adolece de un uso escandaloso de las elipsis o de ciertas incongruencias, nos ofrece instantes de buen cine aunque éste no llegue a la altura de las mejores obras de la Hammer.

Terminaremos de hablar de la trilogía de los Karnstein con ‘Drácula y las mellizas’ (‘Twins of Evil, John Hough, 1971)

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