Esto no es una crítica. Hay un texto estupendo y ya clásico de Jonathan Rosenbaum al respecto que pueden consultar como un último y muy original acercamiento a 'El Padrino'. En vez de eso, son unas cuantas notas.
También nos relacionamos con las películas. Llevo muchos años viendo esta película. Y estas son algunas cosas que he rumiado al verla. Este texto está lleno de supuestos y revelaciones argumentales, advierto.
Llegar a casa. En la televisión pública, 'El Padrino' (The Godfather, 1972) de Francis Ford Coppola. Una obviedad que nunca se comenta es cómo de influyente fue esta película. Todas esas muertes en primer plano, escenificadas, coreografiadas. Está claro que los hermanos Coen se empollaron la película, por ejemplo. Sin embargo, aún considerando 'Muerte entre las flores' (Miller's Crossing, 1990) como atendible, hay algo en ella que aquí no está: ironía. Mucha ironía. Predisposición a.
Nunca he considerado posible entender la interpretación de Marlon Brando como una cuestión solitaria. Coppola consigue aquí algo que ya nunca más logrará: muchas interpretaciones casi al modo compensatorio. A las declamaciones brandonianas siguen los gestos hiper-sutiles de Robert Duvall. Tom Hagen, de hecho, sostiene la película. Y Al Pacino, Diane Keaton, James Caan, Talia Shire....todos ellos se compensan entre sí. Caan y Shire son histéricos. Keaton y Pacino naturales, menos gestuales.
El acercamiento Shakespereano. Es una constante entre los críticos y es comprensible. Hay elementos en la segunda parte que nos inducen a pensarlo. Pero lo cierto es que 'El Padrino' es una película profundamente americana: ante la amenaza de monopolio, surge la guerra. Y ante un buen negociante, ya en retirada, surgen competidores. Solamente la presencia del heredero, joven y con otros valores, salvará el entuerto.
No veo nada en común con Macbeth, el ávaro tentado por su destino, con Gloucester, con Ricardo III. Ninguno de estos personajes es un hombre de negocios. Y el poder en el Padrino es un reparto de mercados (droga, juego).
Sin embargo, sí hay algo griego en la película. El asesinato de Sonny. La mirada que hace ver a su padre que ya no quiere mancharse más las manos de sangre. Es una tragedia griega porque el destino salpica a la familia: al único hijo al que juzgó civilizado y con posibilidad, lo moverán las manos que, sabremos en la segunda parte, están igualmente manchadas.
La escena en la que Vito pide que se maquille el cadáver de su hijo, por ejemplo. El gángster es ahora un rey que quiere enterrar a sus muertos. En esa escena, creo, está concentrada la verdad de la película.
Las películas de Coppola son un genuino campo de nabos. Kay, la novia formal y americana de Michael, vive para ser decepcionada. Dulce y decepcionada. Y Apolonia es apenas una excusa para bombardear el temperamento de Michael. Una italiana de mirada dulce. Y qué decir de la hermana Connie, víctima de otro macho al límite y salvado por otro macho fogoso.
Coppola nunca ha sido especialmente hábil con las mujeres. A pesar de todo, les da el centro de gravedad moral en todo momento. Kay es la última persona a quienes vemos. Kay es también la mirada del espectador, que la conoce a ella (o cree conocerla). Y sin embargo, Kay es la única persona que en El Padrino tiene algo parecido a principios morales ordenados.
La interpretación extraordinaria de Keaton, en un tono casi cómico, es de ayuda.
La segunda parte favoreciendo a la primera. Y la tercera. La hermana será una bruja aviesa y es aquí la que grita derrotada "asesino". Y el padre, antes de la guerra entre hermanos, dirá en una pausa "Fredo... Fredo". El destino, la sangre, la familia.
La dirección de Coppola es particularmente sutil. Padre e hijo se encuentran. El fracaso de uno, el ímpetu de otro. Le basta un plano para darle todo el sentimiento que merece.
Hay humor en la película. Apolonia pitando el coche cuando Michael acaba de descubrir la muerte de su hermano. El plano, al ritmo de una canción navideña jazzy, del esbirro de los Corleone preparándose para la matanza.
Incluso intimidad. Como he dicho, la historia de amor entre Michael y Apolonia es problemática. El macho italoamericano que respeta a los italianos. Oh. Ah. Oh. "Puedo conocer a tu hija". Y la hija, en paseos y en vestidos, al borde del suspiro y amorosa, dócil, agradecida.
Pero la escena de sexo tiene una intimidad ya perdida para Hollywood, sea por la pornografía o sea por el erotismo suave de los videos de música de los ochenta. Él toca su pecho. Descubre su cuerpo. Apenas basta un momento para que comprendamos que esa es la intimidad entre dos adultos, un descubrimiento que luego será costumbre.
Incluso en ese momento, Coppola es un gran cineasta.
'El Padrino' es, pienso, una película hollywoodiense perfecta. Es gloriosa y suntuosamente europea, claro está. Los pósters del partido comunista en Sicilia, la banda sonora de Nino Rota....Todo parece deliberado y al mismo deliciosamente inimaginable ahora. Pero también es Hollwyood: los grandes planos de Nueva York, abiertos, los extras, la reconstrucción de un tiempo no tan pasado como punto de partida, la vigencia de esa reconstrucción como puente de modernidad y punto de partida. Es una película de género, pero no exactamente igual a las de antaño.
Hay pocas cosas y pocos lugares comunes tan justificados en la historia del cine.
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