Imaginad la situación: un joven entrevistador de 'Cahiers du cinema' llamado Jean-Luc Godard consigue hablar con el mayor director de aquellos tiempos, un tótem inamovible llamado John Ford. En un momento de la entrevista, el francés le pregunta "¿Qué le trajo a Hollywood?". Ford, sin inmutarse, responde "El tren". Pocas anécdotas reflejan mejor la personalidad del director tras 'El hombre que disparó a Liberty Vallance' o 'Centauros del desierto', el autor de algunas de las obras maestras más imponentes de la historia y del que siempre hay algo nuevo que saber (y que aprender).
El remake del remake
De actualidad por su fantástica personificación en 'Los Fabelman' (no voy a spoilear quién le interpreta por si hay alguien que quiera sorprenderse), incluso las obras menores de Ford siempre tienen siempre algo que rascar. No en vano ese hombre que amaba hacer películas pero odiaba hablar sobre ellas, aquel que afirmaba que el arte para él no tenía sentido y solo dirigía para pagar el alquiler, es, aún ahora, el director con más Óscar de la historia.
Y su legado es incomensurable: a nadie se le escapa que el cine actual no existiría de esta manera si él no hubiera cogido una cámara en 1917 siguiendo los pasos de su hermano Francis (al que luego contrató como actor en múltiples cintas). A tanto llegan los tentáculos de su influencia que una de las mejores películas de anime de la historia, 'Tokyo Godfathers', no existiría sin una de sus mal llamadas "obras menores", un western llamado 'Tres padrinos'.
Pero, por mucha influencia que tuviera en el futuro, en 1948 'Tres padrinos' no era una obra desconocida para el público: en 1913, Peter B. Kyne publicó la novelilla original en el Saturday Evening Post sobre un grupo de forajidos que acababan teniendo que cuidar de un bebé. Solo tres meses después de su publicación, D.W. Griffith ya hizo la primera adaptación, una película de 17 minutos titulada 'The sheriff's baby'. En 1916 volvió a rodarse con el título original, y en 1919 un primerizo John Ford hizo un remake de aquella película de tres años antes bajo el título de 'Marked man'. Por entendernos: en 'Tres padrinos' John Ford hizo un auto-remake del remake de una adaptación. Para que nos quejemos de la falta de imaginación actual.
Del western al anime
'Marked man' se considera una película perdida, que guarda una unión increíble con 'Tres padrinos': en 1919, John Ford confió para el papel principal en Harry Carey, que repitió el mismo que ya hiciera en la versión de 1916. En el remake de 1948, uno de los protagonistas fue Harry Carey Jr y la película se dedicó a su padre, que falleció un año antes de poder verla ("estrella brillante del cielo del Oeste"). La película fue un éxito en taquilla, recaudando casi tres millones (unos 35 millones ajustando inflación) y John Wayne, Pedro Armendáriz y Harry Carey Jr fueron alabados por sus papeles.
Cincuenta años después, un director japonés nacido en 1963 se desveló como un autor con la intención de cambiarlo todo: Satoshi Kon. El autor de 'Perfect blue' y 'Millennium actress' era también un cinéfilo sin concesiones, que cogía inspiraciones del cine de todo el mundo, desde Akira Kurosawa hasta John Ford. Y fue precisamente viendo 'Tres forajidos' cuando se le ocurrió que su nueva película podía estar protagonizada por tres vagabundos que deben cuidar un bebé en Navidad.
Hay que tener en cuenta que 'Tres forajidos' termina justo en la noche de Navidad, así que 'Tokyo Godfathers' se puede considerar una especie de diálogo de Satoshi Kon y John Ford, que, sin saberlo, inspiró una de las obras pivotales del anime creada por un genio que se fue demasiado pronto. Dos maestros del celuloide, conversando a través de películas realizadas con décadas de diferencia. A veces, el cine es simplemente maravilloso.
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