Como os anunciamos en su momento, iniciamos aquí un repaso a toda la filmografía de Stanley Kubrick. Un acercamiento a su personalidad artística, a través de cada una de sus películas, que salvo la que hoy nos ocupa y la siguiente, gozan todas de un gran conocimiento popular. Kubrick es uno de esos extraños casos, en los que prácticamente todos sus trabajos son conocidos por todo el mundo. Una fama que pone de relieve la gran capacidad de esta cineasta para llegar a todos, y sobre todo no dejar a nadie indiferente. A Kubrick se le ama o se le odia, pero jamás ha dejado indiferente. Unas veces ha estado más atinado que otras, pero siempre se ha debatido sobre él fervientemente. Me gustaría haber empezado este estudio desde ‘Atraco perfecto’ (‘The Killing’, 1959), para poder decir que todo lo que ha hecho Kubrick no tiene desperdicio, pero hay que ser justos.
‘Fear and desire’ fue descrita por su propio autor —un joven Kubrick que entonces contaba 25 años— como una mala película, pretenciosa, el trabajo de un estudiante. No seré yo quien contradiga a Kubrick, y aunque nos encontramos ante un trabajo con algunos apuntes interesantes, la valoración del director sobre su propio trabajo es de lo más acertada. Estamos ante una película que pone de manifiesto muchas de las conocidas inquietudes de Kubrick como realizador, pero sobre todo evidencia unas carencias y unos errores estilísticos que el autor fue capaz de corregir posteriormente.
La historia de ‘Fear and Desire’ nos sitúa en un país imaginario —en la película lo llaman la mente, como una muy burda alegoría hacia el pensamiento humano— en el que se celebra una guerra cualquiera. Cuatro soldados están perdidos en un bosque tras las líneas enemigas después de que su avión se estrellase. Ahora tratarán de salir ilesos de aquel lugar, pero en su huida surgirán dos problemas: una muchacha con la que se encuentran, y a la que retienen temerosos de que pueda delatarles; y un puesto enemigo en el que se haya un importante general con el que podrían acabar.
La historia daba para desarrollarla muchísimo, pero evidentemente nos hallamos ante una primera película de un director que tuvo no pocos problemas para llevarla a buen puerto, esto es, terminarla. Dejando a un lado que Kubrick tuvo que pedir dinero prestado a su tío, para poder finalizarla, y que prácticamente él se encargaba de las partes más importantes en un film, la dirección, la fotografía y el montaje, éste parecía no tener demasiado claro cómo enfocar una historia, interesante por lo que quiere transmitir, pero que cae en un subrayado demasiado marcado. Kubrick empezaba su carrera siendo demasiado evidente, y lo que es peor, pedante.
Los cuatro soldados representan de algún modo las consecuencias de vivir en tiempos de guerra, y de cómo una contienda afecta a los seres humanos de formas distintas. Por un lado está el muchacho que se queda vigilando a la chica —alegoría al papel femenino en las guerras, muy cogida por los pelos— que tienen retenida . Se vuelve literalmente loco, una locura que puede llevar al asesinato o a fundirse con la cruel naturaleza que les rodea sintiéndose como un elemento más de ella. El sargento del grupo es un hombre al que la guerra le da la oportunidad de hacer algo importante por lo que ser recordado, pues cuando el conflicto termine volverá a su ciudad a seguir arreglando aparatos eléctricos. ‘Fear and Desire’ carga demasiado las tintas en estos dos personajes, los actores se entregan en cuerpo y alma a ellos, aunque sólo Frank Silvera —como el sargento— logra contenerse y realizar una interpretación digna. En el primer caso, nos encontramos con Paul Mazursky —futuro director de cierto prestigio en los años 70 y 80, que debutaba como actor con esta película—, cuya interpretación fue muy atacada en el momento del estreno, provocando incluso que en el primer pase oficial la gente se riese, lo cual hizo que Kubrick se echase a llorar. No es para menos, Mazursky parecía drogado.
Con el jefe del grupo, el teniente Corby, al que da vida un soso Kenneth Harp, Kubrick realiza un experimento que está fuera de lugar y resulta demasiado obvio. Utiliza al mismo actor para dar vida al general enemigo, enfrentándolos en una secuencia tan fascinante como insulsa y torpe. Corby al verse reflejado en su enemigo se está viendo a sí mismo. La muerte de su contrincante es su propia muerte, hermanos matándose entre sí, el ser humano terminando con su propia existencia. Un tema demasiado grande para una película tan pequeña, pero sobre todo por una ausencia total de dramatismo narrativo. Kubrick simplemente expone el tema, la idea está clara, pero no está tratada, no funciona. Y no lo hace porque los personajes no nos importan.
‘Fear and Desire’ queda como prueba patente de que Kubrick empezó su carrera marcando con fuerza los aspectos visuales del film, de querer contar una historia simplemente con imágenes, sin importarle sus personajes. El director se esfuerza por realizar los planos más sugerentes jamás vistos, los juegos de luz más fascinantes que se puedan crear, pero se olvida de darle coherencia a todo, salvo en determinados casos, como el sargento con la balsa río abajo, pensando en lo inútil de la guerra. Un aislado momento que posee la fuerza de la que carece el resto del film. Un film que dura sólo una hora, aunque su pesadez y la estupidez de algunas de su reflexiones —el ser humano es el responsable de los males del mundo, aunque también de todo lo bueno— hacen que esos 60 minutos de duración parezcan muchos más.
Durante mucho tiempo no pudo verse ‘Fear and Desire’, incluso algunos aseguraban que Kubrick había quemado todos los negativos, pues odiaba la película. Rescatada no hace mucho, es una oportunidad para ver el lamentable —por resultados—, aunque loable —por intenciones— comienzo de Stanley Kubrick. No mejorarían demasiado las cosas en su siguiente film, pero de eso ya hablaremos.
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