'La huida' ('The Getaway', 1972) fue un proyecto largamente acariciado por Sam Peckinpah al principio de su carrera pero no fue hasta después del fracaso de 'Junior Bonner' (id, 1972) cuando se puso manos a la obra, aunque no sin antes pasar alguna que otra dificultad como era costumbre en el trabajo de un director tan polémico a todos los niveles como Peckinpah. El realizador estaba preparando 'El emperador del norte' ('Emperor of the North Pole'), film que al final acabó dirigiendo Robert Aldrich —no me quiero ni imaginar lo que Peckinpah hubiese sido capaz de hacer con ese material—, pero los productores le pidieron que antes se encargase de 'La huida'. Al final no fue contratado para la película que protagonizó Ernest Borgnine y los productores no dieron el visto bueno a 'La huida'.
Steve McQueen ya estaba metido en el proyecto y esa retirada de una gran major le tocó especialmente las narices por lo que se propuso financiarla a través de la First Artists, compañía formada por el propio actor, Paul Newman, Sidney Poitier, Barbra Streisand y otras personalidades del espectáculo, a imagen y semejanza de la United Artists años atrás aunque la trayectoria de la compañía fue bien distinta. De esta forma actor y director saldaron una pequeña deuda con el público, la de ver una película de Peckinpah con McQueen llena de acción y tiros. El resultado fue la película más taquillera de Peckinpah y a partir de la cual fue considerado un director rentable.
El guión de 'La huida' está basado en una novela de Jim Thompson —novelista que se introdujo en el cine de la mano de Stanley Kubrick en 'Atraco perfecto' ('The Killing, 1956) y 'Senderos de gloria' ('Paths of Glory, 1957)— y es obra de Walter Hill, guionista que más tarde pasó a ser director, firmante de estimables films como 'Driver ('The Driver', 1978), 'La presa' ('Southern Comfort', 1981), 'Calles de fuego' ('Streets of Fire', 1984) o 'Forajidos de leyenda' ('The Long Riders', 1980) en la que precisamente pueden verse claras influencias del cine de Peckinpah. El libreto de Hill fue revisado por el director tal y como hacía con absolutamente todos los guiones que caían en sus manos y que solía mejorar con creces.
En la novela de Jim Thompson se narraba la huida de una pareja de delincuentes tras cometer un robo a un banco, escapando a México donde poco a poco se iban quedando sin dinero. La película de Peckinpah omite toda la parte final y se centra en la huida hasta entrar en México proponiendo un cierre que no gustó demasiado en algunos lugares, como por ejemplo nuestro país donde la maravillosa censura española creada por ese pequeño hijo de puta con bigote nos hacía creer que los ladrones eran detenidos tras pasar la frontera. Congelación de imagen, voz en off, la típica ingenuidad del espectador español de la época y nos lo creímos. Menos mal que el tiempo suele poner las cosas en su sitio y ya desde hace años se puede disfrutar del film sin ese insultante pegote.
'La huida' no es una historia de buenos y malos, sino más bien de muy malos y menos malos, de ahí que la censura española no pudiese permitir que los protagonistas huyesen sin saldar cuentas con la justicia. Doc McCoy (McQueen) cumple condena en prisión, no sabemos la causa, el personaje es presentado mediante un peculiar uso del montaje mientras espera su oportunidad para le que concedan la libertad condicional. Peckinpah comienza la película filmando ciervos para abrir el plano y descubrir los muros de la prisión. El propio director declaró que le pareció tan fuertemente incongruente que tuvo efectos terroríficos y así es. Animales salvajes libres y el hombre enjaulado, no hay nada más que decir.
A partir de ese momento Peckinpah construye un intenso thriller cuyo crescendo dramático hace explosión en la violenta parte final. Muchos decían, y así lo consideró la crítica en su momento, que estábamos ante una de las películas más simples de Sam Peckinpah. Es probable que el guión sea uno de los más sencillos con los que haya trabajado el director —como el de 'Junior Bonner' también con McQueen, ¿coincidencia o amor del actor por las historias sencillas?—, pero se dedica a él con la misma fuerza de su mejores trabajos. Baste observar el mimo con el que trata a los personajes centrales haciéndoles partícipes de todo lo que caracteriza el cine de Peckinpah. Perdedores que buscan una última oportunidad de ser alguien, la traición tan presente en el mundo del director, y cómo no, la violencia como catarsis emocional.
Pero hay algo en 'La huida' que la hace en cierto modo un poco diferente a las demás cintas de su director, y me refiero a su poético final. Tras atravesar toda una orgía de violencia, en la que Peckinpah demuestra una vez más que es uno de los mejores directores de acción de todos los tiempos, coloca a sus personajes en una camioneta con cuyo dueño —breve intervención de Slim Pickens quien improvisó todo el diálogo— establecen una maravillosa relación. Tras haber escuchado las teorías de éste sobre las relaciones entre el hombre y la mujer, Don y Carol —Ali MacGraw— toman conciencia de quiénes son —se sorprenden ellos mismos revelando a su acompañante de que están casados—, compran la camioneta a su dueño por 30.000 dólares —suma con la que también compran su silencio— y emprenden el verdadero viaje, el de la libertad conscientes de lo que quieren.
Steve McQueen y Ali MacGraw demuestran una más que perfecta compenetración como la pareja protagonista, tanto que se enamoraron en el rodaje y se casaron. Sin embargo si hay algo achacable al film es precisamente el trabajo de MacGraw. La actriz era una top model que probó suerte en el mundo del cine y consiguió un gran éxito con aquella ñoñería de 'Love Story' (id, Arthur Hiller, 1970), película que hizo llorar a medio planeta. Su evidente compenetración con McQueen se debe más a su enamoramiento real que a un trabajo de actriz. Ésta se muestra sosa y sin fuerza durante todo el metraje. McQueen por su lado demuestra que es uno de los mejores en esa clase de actores físicos a los que le llega con su sola presencia. No podemos olvidarnos del fordiano Ben Johnson que da vida a Jack Beynon, el hombre que saca a Don de la cárcel, algo para lo que llegará a un especial acuerdo con la mujer de Don y que tendrá fatales consecuencias.
McQueen y Peckinpah se llevaron con muy buen humor durante el rodaje, a pesar de que se gastaban bromas muy pesadas. Más tarde Peckinpah se sintió traicionado cuando el actor cambió a última hora la banda sonora de Jerry Fielding —uno de los grandes amigos del director— sustituyéndola por otra de Quincy Jones. McQueen también supervisó un montaje a su gusto sin contar con la opinión de Peckinpah. Al final el resultado es lo que cuenta y 'La huida' es enérgica, vibrante y llena de emoción, algo que le falta al remake de 1994 dirigido por Roger Donaldson con Alec Baldwin y Kim Bassinger como protagonistas, que sin estar mal no llega a la altura del original. La película devolvió a McQueen el prestigio que había perdido por sus anteriores películas, y Peckinpah alcanzó la cima de su carrera. Tanto es así que al año siguiente nos brindó su mejor película.
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