Había 3462 cortes en la película. Recordaba que Hitchcock había dicho una vez que, si quieres que una película sea realmente emocionante, tienes que meter muchos cortes. Una película normal no suele tener más de unos 600. Así que, según ese criterio, ‘Grupo salvaje’ es la película más emocionante de la historia
Son palabras de Lou Lombardo, el montador de ‘Grupo salvaje’ (‘The Wild Bunch, 1969) a la hora de hablar sobre su trabajo en el mítico film de Sam Peckinpah, después de haber reducido a dos horas y veinte un primer montaje que duraba casi cuatro horas. Peckinpah deslumbró a medio mundo con esta película, escandalizando al otro medio, que no aceptó la impresionante orgía de violencia descrita en el film. Lo cierto es que el director de ‘La balada de Cable Hogue’ innovó en muchos aspectos el lenguaje cinematográfico, trastocando las preconcebidas ideas que se tenían sobre el séptimo arte, algo que a día de hoy sigue sucediendo con una buena parte de la audiencia, que aún sigue utilizando argumentos tan vergonzosos como que sobre gustos no hay nada escrito, una de las más grandes falacias que ha oído servidor en su vida.
Antes de adentrarnos en una de las películas más representativas del género cinematográfico por excelencia, hay que decir que Peckinpah tuvo la oportunidad de dirigirla en un momento delicado de su vida. Tras conocer el éxito y la fama después de tres largometrajes, de repente se encontró sin trabajo. Todo sucedió muy rápido durante el rodaje de ‘El rey del juego’ (‘The Cincinnati Kid’, 1965), film que empezó Peckinpah, pero que cuando éste sugirió un desnudo femenino, le despidieron, siendo sustituido por Norman Jewison que curiosamente consiguió uno de sus mejores trabajos. De repente, Peckinpah no tenía trabajo y le costaba mucho encontrarlo, hasta que en el campo de la televisión obtuvo cierto reconocimiento con una película titulada ‘Noon Wine’. Tras eso todo cambió.
El polémico cineasta logró vender un guión titulado ‘Villa cabalga’, que giraba en torno a la figura de Pancho Villa. La película la dirigió Buzz Kulik, director enfrascado normalmente en el campo televisivo que Peckinpah conocía muy bien, pero cuando el personaje central recayó en manos de Yul Brynner, Peckinpah se desentendió totalmente del proyecto. Tras dar clases durante un tiempo en Los Angeles sobre dirección y escritura de guiones para cine y televisión, recibió una oferta de la Warner Brothers para dirigir una película. De esa oferta nació ‘Grupo salvaje’, que se convertiría en su film más famoso y que a día de hoy aún sigue siéndolo. Peckinpah entró en contacto con Dick Hyman por haber producido en Inglaterra ‘La colina’, una excelente película de Sidney Lumet protagonizada por Sean Connery, con la que el director de ‘Duelo en la alta sierra’ quedó asombrado. Hyman le hizo llegar dos guiones, con la esperanza de que los reescribiera y dirigiera.
‘Grupo salvaje’ era uno de ellos —el otro, ‘The Diamond Story’ nunca llegó a filmarse—, y venía firmado por Walon Green a partir de una historia de Roy Sickner, un especialista de cine, viejo amigo de Peckinpah, que terminó trabajando en el film como doble y productor asociado. El trabajo de Green fue retocado por el propio director, como hacía con todos los guiones que no eran suyos, aproximadamente en un 30 % de lo escrito, lo cual generó problemas para que Peckinpah pudiese ser acreditado —se exige al menos un 60% para ello—, cosa que al final pudo ser, logrando el director la única nominación al Oscar que tuvo en su vida, la de mejor guión en la edición de 1970, siendo “robada” por ‘Dos hombres y un destino’ (‘Butch Cassidy and Sundance Kid’, George Roy Hill, 1969), la gran triunfadora de aquel año, otro western imprescindible.
Un reparto perfecto
En un principio, el personaje de Pike Bishop debía estar interpretado por Lee Marvin, que podría hacer de ese personaje una especie de variante seria de su rol en ‘La ingenua explosiva’ (‘Cat Ballou’, Elliot Silverstein, 1965) por la que había ganado un Oscar. Al final Marvin consideró que ‘Grupo salvaje’ podría parecerse demasiado a ‘Los profesionales’ (‘The Professionals’, Richard Brooks, 1966), a lo que hay que añadir que fue contratado por un millón de dólares para participar en ‘La leyenda de la ciudad sin nombre’ (‘Paint Your Wagon’, Joshua Logan, 1969), lo que le ayudó a tomar una rápida y lógica decisión. A Peckinpah no le gustó demasiado la idea de que Marvin abandonase un proyecto en el que parecía muy involucrado, pero cuando vio a William Holden enseguida determinó que era el Bishop perfecto.
William Holden no estaba pasando una buena época personal, sus tiempos de galán de Hollywood se habían acabado, y como tantos otros, tenía serios problemas con el alcohol. Este detalle convención a Peckinpah quien consideró que con ello Holden encarnaría al Bishop adecuado, un hombre marcado por su pasado glorioso que debe subsistir haciendo lo que mejor sabe en una época que ya termina, dando paso al progreso técnico. Bishop es un pistolero, un asesino, lo único para lo que vive es robar e incluso matar a gente inocente, pero en su mirada madura llena de amargura hay un halo de esperanza, un querer haber sido una buena persona, y más aún, un deseo de querer serlo.
Todos soñamos con volver a la niñez. Aun los peores de nosotros. Quizá sobre todo los peores
Dicha frase resume en parte la esencia de la película, llena de personajes malvados que una vez fueron niños, añorando otros tiempos de inocencia. Holden transmite muy bien ese sentimiento de anhelo por algo que nunca tendrá. A su lado, un Ernest Borgnine en absoluto estado de gracia, como Dutch, inseparable compañero de Pike en sus andanzas. Peckinpah no estaba muy convencido con el hecho de que Borgnine interpretase a Dutch, pero la profesionalidad demostrada por el actor el primer día de rodaje hizo que se ganase el respeto del director, famoso por tratar mal a sus trabajadores. Borgnine y Holden demuestran una compenetración no vista en el resto del reparto.
El elenco de secundarios no tiene desperdicio alguno, Warren Oates —el actor Peckinpaniano por excelencia— y Ben Johnson —actor Fordiano por excelencia, y que en cierto modo representa los valores del western clásico— forman el resto del grupo salvaje —junto con Jaime Sánchez—, y son los únicos que protagonizan la única escena cómica del film —la de la borrachera en la bodega con varias prostitutas—. Robert Ryan, otro rostro conocido en el género, da vida a Dake Thornton, hombre que lidera el grupo que persigue a los protagonistas, y que en otros tiempos fue compañero de Pike. Edmond O´Brien, Strother Martin, L.Q. Jones y un enfermo Emilio Fernandez cierran con gloria uno de los castings más perfectos que haya habido jamás, como si pareciera que han nacido para interpretarlos.
La vida es violencia
Los títulos de crédito iniciales de ‘Grupo salvaje’ muestran el camino que la película tomará a lo largo de más de dos horas. Mientras el grupo, vestidos de soldados, se dirigen a caballo a atracar un banco, vemos a un grupo de niños ajenos a la acción y practicando un tenebroso juego: echar a un escorpión a miles de hormigas hambrientas que lo devoran poco a poco, para luego prender fuego a las hormigas. Los niños observan tan terrible acto con total impasibilidad, mientras Peckinpah nos cuenta con ello el resto de la película. Cuando la cámara enfoca primeros planos de los actores, para sobreponer el nombre, la imagen se congela virando a una especie de espectral dibujo del personaje, como si de un fantasma se tratase. La muerte pues, marca desde el inicio del film a los personajes. Una muerte que tendrá lugar tras el más grande, e inevitable, río de violencia que se haya visto.
‘Grupo salvaje’ es recordada sobre todo por su impresionante tiroteo final, que Peckinpah utiliza para liberar a sus personajes de todas sus cargas. Cuando Pike, Dutch, Lyle y Tector deciden ir a rescatar a su amigo Angel de las garras de Mapache, saben que será un camino sin retorno, que no regresarán de dicha misión. Y toman esa decisión porque saben que sólo pueden terminar así, con coherencia a como han vivido, como pago a sus pecados. Tras una larga caminata —primero de los dos últimos momentos de tranquilidad que los protagonistas vivirán y en el que la tensión narrativa crece sin parangón— y presenciar como Mapache degüella delante de ellos a su torturado compañero, éstos le abaten a tiros. Con un conciso montaje de los rostros de los cuatro protagonistas, expectantes ante la reacción de los cientos de mexicanos que allí hay, se produce el último momento de paz, el último respiro de tranquilidad que vivirá el grupo salvaje, la tensión alcanza su máximo punto, Borgnine se ríe, se libera la tensión, la violencia explota, y la muerte aparece.
Pero aunque ‘Grupo salvaje’ es una historia llena de violencia, a ratos insoportable, se ven en ella algunos matices que ponen en la mirada de Peckinpah cierto punto de esperanza hacia sus malditos personajes. Con un inusitado uso de los flashbacks —eliminados en un primer montaje por parte de la productora— en el que vemos el pasado conjunto de Pike y Deke, éstos añoran sus tiempos de amistad, una amistad traicionada, que se sellaría indefinidamente como elemento común en la filmografía de Peckinpah. Dicha amistad se ve latente en secuencias como la que transcurre tras descubrir los protagonistas que han robado anillas de metal en vez de oro. Nada pueden hacer y sólo les queda reír, escenas recordadas en el cierre del film, mientras Robert Ryan y Edmond O´Brien se alejan.
‘Grupo salvaje’ fue un éxito, directores como Martin Scorsese y George Lucas lo consideraron el mejor western jamás hecho. Aún así, muchos quedaron escandalizados por el uso de la violencia en el film. Con todo y tras ‘El hombre que mató a Liberty Valance’ (‘The Man Who Shoot Liberty Valance’, John Ford, 1962), Peckinpah sentenció las claves del western crepuscular, ya tratado en ‘Duelo en la alta sierra’, y sobre el que volvería en su siguiente film.