Hoy por hoy, no importa cuál sea tu fetiche: en dos clics desde tu teléfono puedes acceder a contenido que no hace tanto estaría en la balda más alta del videoclub oculto tras una cortina. Pero hace 130 años, como imaginaréis, el panorama era muy distinto, y ver las enaguas o besarse en público ya era considerado una indecencia pura, con la censura y la pudicia por bandera en la sociedad. Al menos de cara al resto de la gente, por supuesto. El problema es que, en 1895, los hermanos Lumière mostraron por primera vez en público 'La llegada del tren a la estación de la Ciotat', el mundo descubrió el cine y todo se puso patas arriba.
Dame un beso, un beso de verdad
Supongo que estaréis pensando que el instinto natural de parte de la humanidad sería coger la cámara y filmar directamente escenas sexuales, pero el alto precio que tenían los materiales por aquel entonces hacía que no se pudiera desperdiciar el dinero en un producto que, al fin y al cabo, podía traer problemas con la religión y la justicia. De hecho, se sabe que a inicios del siglo XX, las productoras Pathé y Gaumont movieron toda su producción de cine pornográfico a Argentina, para evitar la censura. Estas películas, al llegar a Europa, no se proyectaban en un cine a la antigua usanza, sino que se reservaban como curiosidad para las fiestas de la clase alta... Y prácticamente todas fueron destruidas años después.
Estas escenas cortas se rodaban en burdeles de Buenos Aires, y de hecho allí fue donde nació el concepto de "Sala X". Por supuesto eran películas cortas, mudas y en blanco y negro, pero la novedad era lo suficientemente emocionante como para mantener el negocio funcionando. Pero, mientras tanto, en el resto del mundo se consideraba "erotismo" a otro tipo de películas infinitamente más puritanas, como 'Le coucher de la Mariée', un striptease de dos minutos de la protagonista (de los siete en total, son justo los que han sobrevivido), que se queda solo en las enaguas antes de que su marido se lance a por ella.
Puede parecer simple vista ahora, pero 'Le coucher de la Mariée' era, de hecho, la adaptación de una obra de teatro del mismo nombre, terriblemente popular en París, arriesgada para la época pero en la que, al fin y al cabo, la actriz no mostraba nada de su cuerpo, por lo que pasó sin problemas la censura. No ocurrió lo mismo, unos meses antes de su estreno, con una de las piezas más míticas de la historia del cine, emulada y repetida hasta la saciedad, casta vista con los ojos de ahora pero todo un escándalo a finales del siglo XIX: 'El beso'.
18 segundos infernales
Si te estás preguntando de qué trata 'El beso' (llamada también 'El beso Rice-Irwin' en referencia a sus dos protagonistas), bueno, digamos que da lo promete: en un primer plano, May Irwin y John Rice charlan un rato con complicidad. Después, él se atusa el bigote y se besan en los labios. No tiene más. Eso sí, como desde el principio de la historia del cine la originalidad no fue siempre su fuerte, estaba basada en el último acto de una obra de teatro, 'The widow Jones', que se representó entre 1985 y 1896, y después de nuevo en 1901.
En dicha obra, una comedia romántica musical, Irwin y Rice acababan besándose en un momento dado. Pero claro, no es lo mismo verlo desde la butaca de un teatro, a lo lejos, que en un cine, con el beso en primer plano, y menos aún para la casta sociedad de la época. Si encima del escenario ya causó cierto revuelo, imagina visto de cerca. Fue para tanto que, antes de verlo, el promotor de la obra, Charles Frohman, dijo que se planteaba despedir a Irwin de la obra por indecente. Después de su estreno, cambió totalmente de parecer y exigió que la publicidad del corto incluyera el aviso de que era la estrella de 'The widow Jones'. Los ricos sí que llevan siendo iguales toda la vida.
"Se preparan para besarse, se empiezan a besar, y se besan y se besan y se besan de una manera que siempre emociona al público" era la forma en la que Edison -que podría haber sido director del mismo, aunque nunca lo sabremos con seguridad- lo promocionaba a los cines. Y no sentó nada bien al público de entonces, que empezó a enviar cartas a los periódicos mostrando su desagrado, lo que llevó, claro, a críticas acusándolo casi de sacrílego. Por ejemplo, en la revista 'The Chap-book', el crítico Herbert Stuart Stone escribió "El espectáculo (...) magnificado a proporciones gargantuescas y repetido tres veces, es absolutamente asqueroso. Toda la delicadeza o retazo de cariño parece no existir en la Señora Irwin, y la actuación se acerca a ser indecente en su enfatizada vulgaridad. Este tipo de cosas piden la interferencia de la policía".
Un beso que no es para tanto
Dicho sea de paso: leyendo toda la crítica, su problema es que los protagonistas no son atractivos, no tanto el beso en sí. Y esa queja se repite en más de una ocasión, sobre todo refiriéndose a May. Eso sí, el resto de lo que se puede leer al respecto depende del lugar donde se proyectara. En unos sitios, la prensa cantaba sus alabanzas, mientras que en otros pedía su censura, e incluso hay quien asegura (Wikipedia, sin ir más lejos) que la Iglesia Católica y la policía llegaron a tomar cartas en el asunto, lo que puede ser cierto... pero no está comprobado. ¿La verdad?
Dado que, por ejemplo, 'The New York World' publicó cuatro imágenes del cortometraje en su periódico (la imagen de debajo de este párrafo) y muchos otros la calificaron con expresiones como "Deberíamos juzgar que todas nuestras chicas creen que podrían ganar a May en el juego de los besos", parece seguro decir que la mayor parte de la sociedad se lo tomó como un jugueteo pícaro, más allá de los gritos al estilo "¿Pero es que nadie va a pensar en los niños?". Que haberlos, los hubo, claro.

Lo único que está claro es que el público entendió rápidamente el concepto de "morbo" y, pese a todo el revuelo, tuvo montones de remakes en años posteriores, como 'Un beso en el túnel' en 1899, 'El beso' en 1900 (cuyo eslogan era "No es una película nueva, es una antigua vuelta a hacer y bien hecha", con una sinceridad de la que Hollywood podría aprender) o el curiosísimo 'Something Good - Negro Kiss', repleto de química en la pareja protagonista y que se alejaba del racismo de la época palpable en todos los cortometrajes que han sobrevivido.
Así que ya sabes: la próxima vez que tengas un calentón y puedas subsanarlo con el móvil rápidamente, piensa que no hace tanto, un simple beso podía costar trabajos, críticas y censura de todo tipo. The times a'changing!
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66 comentarios
vladimirkasaprov
En 130 años (si llegamos) mirarán nuestra época y se sorprenderán de los tabúes, censura y las cibercampañas de odio hacia todo lo que, por puras cuestiones culturales, se tacha hoy en día de repulsivo por sectores puritanos muy concretos de la población.
bobdylan
No hay que olvidar nunca que hace poco en España territorio de VOX eliminaron una película porque salía un beso entre dos mujeres de menos de tres segundos... patético
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No sé porqué pero me ha recordado a Cinema Paradiso y su majestuoso final. Aun así la censura es necesaria porque si no se ponen límites al sexo dentro del cine pasan cosas como -A serbian film-. Hay que regular el mercado, a ver si vamos a ser bien regular la economía pero no regular otros aspectos sociales. Además que la pornografía tiene efectos nocivos sobre las personas y se está demostrando en el desarrollo psico-sexual de los jóvenes que empiezan a ver imágenes sexuales a temprana edad.