Cambio de tiempos para Sight & Sound y el British Film Institute. Su nueva encuesta para determinar las mejores películas de la historia a partir del criterio de varios críticos y cineastas tiene una nueva ganadora. La belga 'Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles', de Chantal Akerman, ha conseguido el primer puesto de la lista y lo mantendrá durante los próximos 10 años.
Destrona, así, a una película menos de culto y de celebración más extendida a lo largo de la historia. Ciertamente, no necesita repetir un primer puesto para ser recordada, porque el tiempo la ha colocado como una imprescindible de su autor, Alfred Hitchcock. Se podrá discutir si es su mejor obra o no (quien aquí firma desde luego cree que sí), pero su lugar en la historia ya lo tenía ganado antes de ser coronada en 2012. Sin embargo, no está de más recordar que 'Vértigo (De entre los muertos)' es la clase de película que uno debería haber visto antes de morir.
Mareante imagen
El director británico estaba encadenando éxitos que eran obras maestras, pero aún se guardaba un nuevo nivel de excelencia con esta película que podemos ver en Filmin. Regresa bajo su ala James Stewart para interpretar a un detective con un trastorno del equilibrio en cuando se ve en alturas considerable, al que se le llega un caso peculiar de un antiguo amigo. Deberá vigilar a Madeleine (Kim Novak), la esposa de su amigo, cuya obsesión por el pasado la lleva por peligrosos caminos.
Pero esto sólo es calentamiento ante la parte más sugerente de la película. Stewart se obsesionará hasta tal punto con ella que, cuando conoce a otra mujer, intentará moldearla a su imagen y semejanza. El peinado, el color del pelo, el perfume, la vestimenta, la actitud. Todo un ejercicio de manipulación al que ella accede, primero por dinero pero luego por amor.
Esto involucra un misterio aún mayor que mejor no comentar y descubrir por uno mismo. Aunque, a pesar de que tenga su intriga, el verdadero poder de la película se sitúa en el vórtice emocional que viven esos personajes. No ya tanto por esas emociones complejas y fascinantes, sino por todas las capas que van revelando con la carrera de Hitchcock ya en mente.
Alfred era sin duda un maestro de la tensión y del ritmo. De tenerte siempre enganchado con la narración. También un maestro visual, no sólo por la belleza de sus imágenes sino por todo el subtexto que contienen. Contienen multitudes, podría decirse. Que esta película se sostenga a través de un hombre obsesionado con una imagen idílica es lo más Hitchcock que ha podido hacer en toda su carrera.
Aquí hay una fascinante disertación (intencionada o no) de su obsesión por las rubias, por malearlas a su voluntad. En ese aspecto, el personaje de Stewart resulta un interesante avatar de sí mismo. Aunque también se puede observar a ese personaje como alguien obsesionado por una imagen que ha creado otro, dando una capa metatextual más interesante que revela más perversión por parte del cineasta.
'Vértigo': la obra maestra que todavía se descubre ante ti
Sin embargo, a pesar de que hay elementos tangibles que vuelven a 'Vértigo' una obra excelente (sus personajes, la historia, la fotografía Robert Burks, la excelente música de Bernard Herrmann), hay también un factor místico inexplicable que la vuelve cautivadora. No somos pocos los que la habremos visto de jóvenes a través de una reposición u otros medios, y nos habremos quedado prendados de ella incluso aunque hubiera capas de significado que se nos escapaban.
Esa fuerza cinematográfica la vuelven una pieza recomendabilísima a cualquier edad. Incluso aunque sea conveniente empezar con algunos ejercicios de cine adulto puro como 'Con la muerte en los talones' o el terror visceral de 'Los pájaros', 'Vértigo' tiene la capacidad de absorber a la mente joven y curiosa. Una mente que, ya adulta, puede volver a la película y encontrarse una experiencia distinta y totalmente mágica, descubriéndose ante ti de la manera más honesta y humana a pesar de ser una obra, con cualidades abstractas.
Casi como el enigma de la sonrisa de la Mona Lisa, 'Vértigo' se puede plantar ante nosotros como una pieza de museo en la que podemos volcar lo que queramos y nos dejará igualmente hipnotizados. Algo que en cierto modo se experimenta en la película, evidenciando que cuenta con infinidad de vías por las que expandirse y seguir siendo una película poderosa e imprescindible.
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