El insigne Jean-Pierre Melville sentenció que ‘La evasión’ (‘Le Trou’, 1960) era la más bella película jamás realizada en Francia. No me atrevo a emitir una sentencia de dicho calibre, aunque sí considero que la época en la que fue realizada es una de las más ricas en cuanto a la cinematografía francesa se refiere. Sólo la filmografía de Jacques Becker, director del film que hoy nos ocupa, serviría para estudiar una época en la que el cine en general empezaba a sufrir una serie de cambios a nivel estético y temático. ‘La evasión’ fue la obra póstuma de Becker, quien falleció dos semanas después de finalizar la película (algunos detalles fueron completados por su hijo, también director, Jean Becker), y la influencia que tuvo en el cine posterior se nota tanto en las películas que intentaron atrapar la realidad, tal y como Becker hacía, como en aquellas que, tratando sobre fugas carcelarias, contenían el mismo método minucioso que se plantea en ‘La evasión’.
Los ejemplos más claros de lo que acabo de decir se encontrarían en ‘La gran evasión’ (‘The Great Escape’, John Sturges, 1963) y ‘Fuga de Alcatraz’ (‘Escape from Alcatraz’, Don Siegel, 1979), dos films muy célebres que le deben bastante a la película de Becker, aunque ambos se aparten después en intenciones, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión (sobre todo del film protagonizado por Clint Eastwood). ‘La evasión’ propone un claustrofóbico viaje hacia al interior del ser humano y sus ansias de libertad.
El prólogo de la película nos informa que la película reproduce un hecho real ocurrido en una prisión francesa en 1947. Becker filma en plano medio a Jean Keraudy, uno de los actores no profesionales que intervienen en el film, y que en realidad fue uno de los que protagonizaron la huida en la vida real. De esta forma, el espectador se predispone a ver unos hechos en los que se implica directamente sin ningún tipo de dificultad. Tras ello, nos vamos directos al interior de un celda en una prisión, y salvo una escena jamás volveremos a presenciar el exterior. Becker introduce al espectador en la cárcel, haciéndole parecer un preso, un compañero más de los personajes.
Becker logra esa sensación gracias a una exposición totalmente minuciosa del plan que los protagonistas tienen para fugarse. Salvo casos muy aislados y motivados, nunca abandonamos a los personajes centrales, llegamos a respirar esa sensación de claustrofobia que ellos respiran, y queremos en todo momento que su plan obtenga éxito. No nos importan las razones por las que están presos, ni si son buenas o malas personas. El micromundo que Becker crea en la pequeña celda que todos comparten llega para empatizar con ellos, para sentir su angustia, su deseo de ser libres.
En todo momento acompañamos a los protagonistas, somos testigos de su plan para salir de la celda. Becker film detalladamente cada uno de los pasos de la fuga, desde el agujero en el suelo, la inteligente forma que tienen de taparlo, el paso a subterráneos donde exploran el lugar con el peligro de que los guardias de la prisión comprueban todo cada poco tiempo (emocionante la secuencia en la que dos de los presos tiene que esconderse de unos de esos guaridas, dando vueltas a una columna uno encima del otro), el agujero que realizan en una de las paredes de las alcantarillas para sortear un muro de hormigón, etc. Con enorme gusto, el director logra un increíble realismo gracias a su austera puesta en escena, algo así como el Robert Bresson de ‘Un condenado a muerte se ha escapado’ pero sin ser tan contemplativa.
‘La evasión’ es una película de ritmo pausado, se toma su tiempo, pero siempre tiene en escena algo que contar. La forma que tienen los protagonistas para burlar la vigilancia, con artilugios para simular estar debajo de las mantas, hasta el espejo con el que miran si se acerca algún guardia, detalle que proporciona ideas visuales arriesgadas como el impactante plano a través de dicho espejo en el clímax de la cinta. La descripción de la vida en prisión, con sus propias reglas o ley (al respecto cabe citar el favor que les hace a los protagonistas el jefe de carceleros con dos individuos que les han robado). Elementos que hacen que la película esté en continuo movimiento a pesar de su aparente lentitud.
Probablemente el acierto más destacado de ‘La evasión’ sea el hecho de no mostrar nunca qué sucede fuera de los muros de la prisión, haciendo que el espectador se sienta aprisionado al igual que los personajes. Sólo en cierto momento, cuando comprueban que se puede salir al exterior, a través de una alcantarilla, dos de los presos ven pasar un taxi que podrían haber tomado sin que nadie les viese, pero el deberse a un plan con sus compañeros les hace detenerse. Un pequeño soplo de libertad que hace incrementar la tensión de la película a partir de ese momento, en el cual ya empezamos a preguntarnos ansiosamente si lo conseguirán o no.
Con actores no profesionales (más paralelismos con Bresson), aunque no todos, Becker también ironiza sobre la condición humana. Jamás llegamos a emitir juicio alguno sobre los personajes que desfilan por la película, salvo en una ocasión. Me refiero, cómo no, al nuevo compañero que los protagonistas reciben en su celda y al que invitan a sumarse al plan. Denunciado por despecho por su mujer por intento de asesinato, primero nos preocupemos por él, ya que está encerrado en un sitio en el que no debería estar, para terminar compadeciéndonos al traicionar a sus compañeros la misma noche que recibe la noticia por parte del alcaide de que su mujer ha retirado la denuncia. La debilidad sale a flote, y la esperanza desaparece del film de un plumazo, dejándonos abatidos, sin habla, perplejos.
‘La evasión’ es una obra maestra que respira verdad por todos sus lados. Tal vez Melville (del que también hablaremos en Blogdecine próximamente) no estaba muy desencaminado en su apreciación hacia esta película. Su sencillez la hace grande, muy grande y su huella es imborrable. En España estaba editada en DVD por la casa Manga, pero si no me equivoco, la descatalogaron. Mientras me lamento, como siempre, por ello, me retiro a mis aposentos a escribir de nuevo sobre el clásico esquema de la comedia romántica actual, utilizado en otro contexto.
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