La estrecha relación que une cine mudo y escenas de riesgo que ponen en juego la vida del actor cobra aún más sentido con esta joya
Que la fantástica 'John Wick: Capítulo 3 - Parabellum', reconocida, al igual que el resto de la franquicia, por el espectacular trabajo de su equipo de especialistas, arrancase homenajeando a Buster Keaton y su eterna 'El maquinista de la general' no es casual. Y es que la asociación entre escenas de riesgo que ponen en peligro la vida de sus intérpretes y el cine mudo siempre ha estado presente con infinidad de ejemplos para ilustrarla.
No obstante, Keaton, Lloyd y compañía no fueron únicamente expertos en jugarse el tipo, sino también en engañar al espectador llevando un paso más allá las técnicas que nacieron de la mente de George Melies y sus coetáneos para añadir un extra de espectacularidad a sus stunts sin que eso implicase, como mínimo, una larga estancia en la unidad de cuidados intensivos del hospital más cercano.
Arriesgado, pero no tanto
Uno de los casos más llamativos del uso de efectos visuales tradicionales que, a día de hoy, sigue pasando desapercibido, es el empleado en una de las escenas más recordadas de ese clásico titulado 'Tiempos modernos'. En ella, el personaje al que da vida Charlie Chaplin, también director del filme, patina en una estancia con una caída de varios pisos que no está protegida por una barandilla, quedando al filo del abismo en varias ocasiones y aumentando la apuesta al vendarse los ojos.
El plano, visto a día de hoy, continúa pareciendo completamente real, por un par de motivos concretos que mencionaremos después de desvelar el gran misterio: la escena se filmó en un set sin ningún tipo de caída con un pequeño bordillo para señalar al actor dónde detenerse. El hueco no es más que un matte painting —básicamente, una pintura creada sobre una superficie transparente— ubicada frente a la cámara en un ángulo concreto para que encaje con el escenario en términos de perspectiva.
Si esta solución es tan brillante y funciona sumamente bien es, en primer lugar, por los beneficios de utilizar esta técnica y no haberse limitado a pintar en el suelo del plató los pisos interiores usando una perspectiva forzada, que se habría ido al garete al distorsionarse con los movimientos de cámara —que ayudan a vender el efecto— y al ver la sombra de Chaplin proyectada sobre la superficie —si nos fijamos, el actor proyecta varias sombras que sugieren múltiples fuentes de luz para poder iluminar correctamente la escena—.
El segundo gran detalle que eleva el truco es el inteligentísimo recorte que se hace en el matte painting para incluir en él un elemento real en primer término. Si nos fijamos bien, junto a la señal de "Danger" hay un tablón sostenido por dos caballetes que se superpone al hueco que da a los pisos inferiores, integrando la pintura aún más si cabe en el cuadro con un pequeño añadido que culmina este truco de ilusionismo cinematográfico.
Explorar la obra de estos pioneros de las escenas de riesgo es tan apasionante como revelador, y confirma esa frase hecha tan recurrente cuando hablamos de cine que afirma que "a día de hoy, ya está todo inventado". Otro día hablaremos de esa joya de Harold Lloyd titulada 'El hombre mosca' y su mítica escena del reloj, que también tiene bastante tela que cortar.
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