Todos los grandes directores poseen alguna, o varias, películas que habría sido mejor que no hicieran. También, esos mismos grandes directores, u otros, poseen en su filmografía un film que por una u otra razón, son malditos. Dos factores suelen darse en este segundo grupo —aclaremos que a veces la misma película mala es también la maldita, y muchas otras veces todo lo contrario—, el primero de ellos un rodaje lleno de calamidades y problemas que solventar, y segundo, un estruendoso fracaso comercial. Fijémonos en el período entre 1979 y 1982. Tres importantes realizadores como Steven Spielberg, Michael Cimino y Francis Ford Coppola se estrellaban en las taquillas con proyectos tan arriesgados y personales como ‘1941’ (id, 1979) —un divertimento que demostraba la capacidad de Spielberg para la comedia—, ‘La puerta del cielo’ (‘Heaven´s Gate’, 1980) —uno de los westerns líricos más bellos jamás realizados—, y ‘Corazonada’ (‘One From the Heart’, 1982).
Pero antes de ellos, William Friedkin llegó a ser uno de los directores de más prestigio en la década de los 70. A ello contribuyeron los hechos de ganar a una edad muy temprana el Oscar al mejor director por ‘Contra el imperio de la droga’ (‘French Connection’, 1971), probablemente su mejor película, ganadora de otras cuatro estatuillas más, y el haber reventado taquillas con ‘El exorcista’ (‘The Exorcist’, 1973). La intención de Friedkin era la de realizar una gran película de ciencia ficción que mezclaba alienígenas con el triángulo de las Bermudas, pero Spielberg estaba ya enfrascado en ‘Encuentros en la tercera fase’ (‘Close Encounters of the Third Kind’, 1977) por lo que dicho proyecto no se llevó a cabo. En su lugar, el director se decidió por ‘Carga maldita’, el remake que siempre quiso hacer de ‘El salario del miedo’ (‘Le salaire de la peur’, Henri-Georges Clouzot, 1953). La ironía del destino hizo que se estrenase una semana después del estreno de ‘Star Wars’ de un tal George Lucas.
Atreverse con el clásico francés era una empresa de envergadura, ya no sólo por el hecho de intentar igualar algo tan perfecto como esa película, sino por el hecho de que Friedkin quería hacerlo a lo grande. Teniendo el visto bueno del propio Clouzot, Friedkin empezó a tener problemas ya en la elección de actores. Para el personaje central quería a Steve McQueen, quien lo rechazó porque no se le pudo dar un papel a su compañera por aquel entonces, Ali MacGraw. Lo intentó con Clint Eastwood y Jack Nicholson, e incluso con Paul Newman. Actores como Gene Hackman lo rechazaron por considerar el guión demasiado violento, o Kris Kristofferson, que alegó no estar preparado para una película de semejantes aspiraciones y presupuesto —curiosamente al año siguiente encabezaría el cartel de ‘Convoy’ (id, Sam Peckinpah, 1978)—. Al final Roy Scheider fue el elegido, ya había trabajado con Friedkin y se encontraba en la cima de su carrera gracias a ‘Tiburón’ (‘Jaws’, Steven Spielberg, 1975).
Entre los lugares de filmación se encuentra la República Dominicana, en la que debido a inclemencias del tiempo el rodaje se alargó más de lo necesario. El presupuesto se excedió más de la cuenta y la Universal tuvo que aliarse con la Paramount para cubrir gastos. Allí se filmaron secuencias como la del paso de los camiones por un puente colgante —primera imagen—, que tardaron en tenerla lista la friolera de tres meses. Friedkin no escatimó en recursos, siendo por primera vez en su carrera, un perfeccionista muy difícil de tratar que incluso llegó a despedir a un montón de gente. Reparto internacional completado por Bruno Cremer, Amidou y nuestro Francisco Rabal dan vida a los pobres desgraciados que deben llevar una peligrosa carga de explosivos a través de un angosto camino que atraviesa la jungla. La historia, que parte de la novela de Georges Arnaud, presenta algunas diferencias con respecto al film francés.
Aquí vemos los orígenes de los cuatro personajes centrales, lo cual no deja demasiado espacio para la imaginación o la sutileza. Cuatro hombres, que por distintas razones, terminan con sus huesos en un país sudamericano, en el que se agarrarán a cualquier trabajo con tal de conseguir dinero. Una travesía angustiosa y eterna, y la naturaleza como enemigo de gran calibre. Pero lo que en la cinta de Clouzot era un relato de aventuras en el que la emoción y el suspense estaban en perfecta armonía, en el remake americano no asoman ni lo más mínimo. Hay cómo no, una gran despliegue de medios, las escenas filmadas en la jungla poseen cierta fuerza, y uno casi puede impregnarse de la suciedad que se palpa en pantalla. Pero no llega con una excelente ambientación para hacer creíble o interesante el relato desesperanzado que Friedkin trata de contarnos. No sentimos empatía por ninguno de los personajes, interpretados con más corrección que otra cosa. Sus vidas no nos importan, y por supuesto, sus muertes tampoco.
Las aventuras de Luke Skywalker arrasaron en los cines mientras el ego de William Friedkin se hundía en el fango con esta película, de la que extrañamente se sentía bastante orgulloso, y sobre la que declaró que hizo la película que quería hacer. Desconcertante sería la palabra adecuada, ya que aún siendo un Friedkin nada complaciente, el film no posee el pulso que suelen tener las grandes obras de su director, desvelándose como una película aburrida y falta de interés, con un muy pobre dibujo de personajes, de los cuales el único interesante es el interpretado por Scheider, aunque en el tramo final chirríe en la escenas psicodélicas, que son como un pegote en la película. En cualquier caso, de lo más flojo en la filmografía de un director que no volvería a estar al frente de una gran producción ni volvería a gozar del prestigio que una vez tuvo. Los caprichos a veces se pagan caros —algunos bromean sobre el hecho de que uno de los camiones llevase pintado el símbolo del demonio de ‘El exorcista’, lo cual dio mala suerte al rodaje según los supersticiosos—, y próximamente hablaremos de otro capricho de otro gran director: Luchino Visconti.