En el ya finalizado especial sobre los vampiros en el cine hablamos sobre 'El vampiro' (1957), una de las cintas mexicanas de terror más célebres de dicha cinematografía, y que lanzó a la fama a un director como Fernando Méndez.
Hoy volvemos sobre su cine, con otro de sus prestigiosos títulos, 'Misterios de ultratumba' (1959), cinta de género con no pocos elementos estimulantes que se adentra en terrores cotidianos, como el misterio que se esconde tras la muerte que a todos aguarda, mezclado con mitos del género insertados en la trama de forma bastante inteligente. Un cocktail pues que reúne algunos de los clichés del terror más clásico, y que desvelaba a Méndez como un buen director capaz de mantener el equilibrio justo en películas que intentaban abarcar demasiado.
Porque 'Misterios de ultratumba' tiene de todo. El típico mad doctor, y que aquí son nada menos que dos, muertos vivientes, locos psicópatas y espíritus entre otras cosas, todo ello en un ambiente casi opresor, con una atmósfera que juega por momentos con la irrealidad del conjunto. Cintas como esta son desconocidas hoy día, o simplemente la memoria se ha vuelto vaga y no se rescatan del olvido. Es una verdadera pena, porque el cine mexicano dio muestras muy interesantes en el género terrorífico y/o fantástico, algunas bastante más que cintas muy conocidas en los cinco continentes. Es el precio que tiene que pagar determinadas películas conocidas sólo dentro de determinadas cinematografías.
(From here to the end, Spoilers) 'Misterios de ultratumba' comienza de una forma en verdad llamativa, muy inteligente y que enseguida capta la atención del espectador. Una voz en off —para mí algo innecesaria pues subraya lo evidente: el eterno interés del ser humano por saber qué hay después de la muerte, la única cosa segura en esta vida— nos introduce de lleno en la acción, que transcurre en un sanatorio. Allí, en su lecho de muerte, el doctor Jacinto Aldama —el elegante Antonio Raxel— es atormentado por su colega, el Dr. Mazali —un entregado y pasional Rafael Bertrand— recordándole continuamente una promesa que se hicieron ambos, hombres de ciencia: el primero de los dos en morir deberá hallar al otro un camino de ida y vuelta hacia el otro mundo sin morir. Una sesión de espiritismo, alejada de los efectismos de las de hoy día, da paso a una serie de hechos que le permiten a Méndez juguetear con el género.
Y será precisamente el cambio que Méndez hace de esa sesión a la presentación del personaje de Patricia —Mapita Cortés, sin duda lo más flojo de la función debido a una interpretación algo teatral y forzada—, la hija del fallecido Aldama, la que marque el tono fantástico, casi onírico, del relato. Méndez coloca su cámara en un café teatro donde se está representando una obra musical, el plano general y la casi ausencia de decoración en el lugar propician cierto aire irreal a la situación. A partir de ese momento la mano del director para mezclar elementos fantásticos con otros que no lo son, se descubre como el punto fuerte de la película, y la pasión con la que narra como principal catalizador para creernos la historia. No estamos ante uno de esos filmas fantásticos que necesitan de nuestra complicidad —algo que siempre necesita el arte, ojo— para meternos en ellos. Todos los elementos fantásticos narrados en 'Misterios de ultratumba' entran con facilidad en nuestro cerebro.
Llama la atención como se enfrentan narrativamente algunos personajes. Por ejemplo, el Dr. Mazali con respecto a una de sus pacientes, una mujer desquiciada y demente, asesina en potencia, que sólo se calma al sonido de una caja de música. En distintos momentos Méndez los enfoca tras unos barrotes, ambos son presos de sus respectivas locuras, y a los que afectará poderosamente la fatalidad, elemento que se introduce consiguiendo en un film de terror cierto tono de cine negro. Una fatalidad que se extenderá a los demás personajes, en un devenir de acontecimientos que lejos de resultar apresurados enriquecen la película, hasta llegar a un clímax en el que incluso se flirtea con el mito de la bella y la bestia pero con resultados muy distintos a los del clásico cuento.
A 'Misterios de ultratumba' le fallan un par de interpretaciones forzadas y sobre todo un detalle de guión metido a calzador y que convierte al Dr. Mazali en un ingenuo enamorado, desencadenando buena parte de los hechos. Sin embargo, la puesta en escena de Fernando Méndez, apoyado con la excelente fotografía de Víctor Herrera —en un trabajo que nada tiene que envidiar a los coetáneos trabajos de la Hammer—, y un envidiable crescendo dramático —el film parece una montaña rusa perfectamente controlada— hacen de la película un más que digno cuento de horror, sugiriendo reflexiones sobre la locura, el cambio de identidad o el preocuparse demasiado de la muerte.
Ver 3 comentarios