A pesar de que algunos quieren aclamar que están en contra de todo tipo de violencia, se ponen muy nerviosos si se les señala que la violencia no va intrínsecamente relacionada con lo físico, y que no resulta igual si es ejercida desde una posición de poder. Y aunque haya diferentes clases de violencia, todas pueden llegar a encadenarse hasta el escenario donde ya toca lamentar profundamente lo peor.
Pero incluso aunque no se llegue al temible momento de la paliza brutal, o incluso la muerte, no quiere decir que no se esté ejerciendo una violencia perniciosa que resulta angustiosa para la víctima. Cuando se habla del aspecto cultural de la misoginia, se habla precisamente de cómo resulta más fácil no creer o tomar como exageraciones las reacciones a comportamientos que son dañinos. Como pueden ser los que se señalan en 'Luz que agoniza' ('Gaslight').
Una siniestra luz manipuladora
80 años se cumplen del estreno de esta fabulosa película de drama psicológico, con toques de thriller y cine negro, que dirigió George Cukor. Con una sensacional Ingrid Bergman y un estremecedor Charles Boyer, este retrato de la violencia doméstica fue totalmente rompedora, instaurando culturalmente el concepto de "luz de gas", y hoy podemos seguir disfrutándola en streaming a través de Filmin.
Una joven tiene que viajar temporalmente a Italia cuando su tía, una famosa cantante de Ópera, es asesinada en un caso que no llega a ser resuelto. Tratando de seguir sus pasos, estudia allí canto, enamorándose del pianista que acompaña a su profesor. Su romance es tan intenso que no tardan en casarse, yéndose a vivir a la formidable casa victoriana de su tía. Sin embargo, esta mujer empezará a cuestionar su percepción de la realidad cuando empiezan a suceder fenómenos extraños en su casa.
Pero no hay demasiada ambigüedad en torno a estos sucesos, ya que la película nos ha ido presentando meticulosamente las piezas desde el inicio, arrojando siempre una siniestra luz sobre el personaje de Boyer. Los misterios quedan minimizados para pasar a ser un extraordinario retrato de manipulación, misoginia y ansia de torturar a la víctima para lograr un objetivo. Uno donde los comportamientos cotidianos son magnificados hacia su faceta más aterradora.
'Luz que agoniza', adelantada a su tiempo
Cukor fue un cineasta sobradamente (y merecidamente) valorado por sus maneras clásicas, su soberbia dirección de actores, y su habilidad para fluir entre géneros sin demasiado esfuerzos. Pero sus obras más celebres comparten una interesante pasión por la perspectiva femenina, y cómo opera en mundos dominados por lo masculino. De ‘Mujercitas’ a ‘My Fair Lady’, pasando también por ‘Ha nacido una estrella’.
Aquí hace algo más singular, no sólo por su arrojo al retratar la violencia doméstica en un formato comercial que no solía contar esta clase de historias, sino por los elementos de lo que se vale. Aquí hay crudeza de cine negro, pero sin femmes fatales y si bastante desolación por la corrupción que sostiene el mundo.
La dirección espléndida, que se nota en cómo rueda toda la casa y en cómo sobresalen las interpretaciones, forja aquí un clásico que mantiene todavía toda su fuerza, aunque sea porque señala algo que sigue produciéndose con alarmante frecuencia.
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