El reestreno en cines de la película de miedo más influyente de la historia coincide con el lanzamiento de la secuela 'El exorcista: Creyente'
No hay nada más irónico que una de las películas de terror más citadas de la historia del género no sea considerada por su autor como tal. El recientemente fallecido William Friedkin afirmaba que su intención era reflejar contrastes de ciencia y religión documentando la historia real del exorcismo de un niño luterano en St. Louis. en 1949, realizado por el padre jesuita William Bowdern que había inspirado la famosa novela de William Peter Blatty.
'El exorcista' se publicó en 1971 y fue inicialmente un desastre, tanto que su editor llegó a invitar al autor a un “almuerzo de despedida” en el que recibiría una llamada de The Dick Cavett Show para que fuera a sustituir a un invitado que falló en el último minuto. El primer entrevistado tan solo duró 5 minutos, el segundo fue Robert Shaw, que había llegado totalmente borracho, lo que le dejó a Blatty unos 40 minutos para vender su libro frente a una audiencia de millones, ya que Cavett no se lo había leído y quería que se lo explicara.
La semana siguiente, Blatty dijo que compró un ejemplar de la revista Time en el aeropuerto y se encontró que su novela ocupaba el cuarto lugar en la lista de los más vendidos, y poco después llegaría al número en la lista del New York Times, sin moverse de allí durante 17 semanas. Hay muchos enigmas alrededor de ese episodio de Cavett, ya que es imposible de encontrar. Algunos dicen que es porque incluía a Daniel Ellsberg hablando del escándalo Watergate, y por eso desapareció, otros creen que sencillamente es un invento de Blatty, lo que conecta con las razones por las que la película fue un bombazo.
Los tiempos están cambiando
Las verdades ocultas, los rumores marrulleros y las maldiciones siempre han acompañado la mística de ‘El Exorcista’. Fue el mismo Blatty quien escribió el guion de la película trasladando los hechos reales que leyó en las noticias a una casa señorial del barrio de Georgetown en Washington D.C., donde viven la actriz Chris MacNeil (Ellen Burstyn) y su hija Regan (Linda Blair) mientras la madre rueda una película en la ciudad. Regan queda poseída tras jugar a la Ouija por alguien que dice ser el mismísimo diablo. Al principio, la niña simplemente lanza palabrotas incontrolablemente, pero pronto el director de la película que protagoniza su madre aparece muerto bajo su habitación.
La Iglesia Católica recluta a un anciano exorcista, el Padre Merrin (Max von Sydow) para ayudar a Regan junto a un sacerdote local más joven llamado Damien Karras (Jason Miller) con quien compartirá el trabajo. El resto es historia. Pero antes de que este relato impactara de forma impensable en Estados Unidos, el mundo se estaba preparando para ello. En 1966 la revista Time había hecho una portada con un gran ‘Is God Dead?’ (Dios ha muerto?) centrándose en la pérdida masiva de feligreses de la Iglesia. Un año después empezaría el “Verano del Amor”.
La contracultura hippie estaba cambiando el mundo logrando que toda una generación se activara para sintonizar entre ellos, celebrando la paz y el amor en un sueño de ideales que no duró mucho. Esto acabó simbólicamente con los asesinatos de Charles Manson y a principios de 1970 el sueño ya había sido aniquilado del todo por la violencia del festival de Altamont, Vietnam y las drogas duras. Pero esa semilla de destrucción siempre había ido de la mano con el movimiento hippie, que albergaba interés por el hermetismo y el conocimiento de lo oculto como alternativa.
La maldición del nuevo Hollywood
Era un cambio de religión por otra(s): satanismo, gurús, orientalismo, naturismo y otras seudo sectas de aprovechados e iluminados que crearon una simiente de temor social, una nueva amenaza escondida como un atractivo para los hijos de señores rectos temerosos de Dios y del mal. De forma paralela, el "viejo Hollywood" se transformaba y las estrellas dejaban paso a artistas totales, con Dennis Hopper y desconocidos como Roman Polanski definiendo ahora el espíritu de la época. Estados Unidos digería el trauma de los años sesenta, la ruptura de las tradiciones y el predominio de un enfoque alternativo de la ciencia, la religión y la cultura.
La Hammer pasó de adaptar a Bram Stoker al prolífico y contemporáneo Dennis Wheatley, dando obras como ‘La novia del diablo’ (1968), con adoradores de Lucifer que secuestraban a tu novia. Mientras, un libro de Ira Levin, titulado ‘La semilla del diablo’, se convirtió en un éxito masivo vendiendo más de 4 millones de copias en ese año. El astuto William Castle compró los derechos incluso antes de su publicación y contrató al cineasta de moda, Roman Polanski, para que lo adaptara en la película que empezó el trabajo que ‘El Exorcista’ acabaría de rematar.
El caldo de cultivo social estaba preparando a la gente para enfrentarse a su mayor miedo, y la película de Friedkin atacaría a la zona más baja de las defensas, porque su película trataría sobre una niña poseída, no sobre un adulto, lo que la hacía aún más aterradora al trasladar los temores de la mayoría de los padres, obligados a ver a una madre ver a su hija sufrir atrocidades médicas y sobrenaturales, en un nuevo giro casi insoportable para del cine de terror. La película era impensable porque colocaba el miedo en medio de la vida cotidiana.
El miedo entra en tu cuarto de estar
Los monstruos ya no estaban encerrados en un castillo alejado, lleno de telarañas y cuadros grotescos, sino detrás de la puerta del dormitorio, permitiendo también al público tener percepciones realistas y racionales de lo que pasaba en la pantalla, lo sobrenatural era codificado como parte de la vida real, algo que podría sucederle a alguien, como los rituales que sin duda muchos pensaban que realizaban sus vecinos melenudos tras los muros de su casa, tras verles hacer la compra por la tarde.
Pero también puso de relieve un temor más profundo, y es que la ciencia moderna no fuera capaz de ofrecer una cura, asistiendo, desesperados a toda una hora de pruebas aterradoras, máquinas dolorosas y diagnósticos vacilantes por parte de profesionales que pensábamos infalibles. El ocaso de la ciencia daba paso a un mundo de misterio y soluciones tan antiguas como la primera situación desesperada en la que alguien pensó que solo le quedaba rezar. Pero el éxito de la película no solo residía en su contenido, sino en su naturaleza inherentemente sensacionalista.
Hay algo de cine de explotación latente cuando lo más recordado y repetido en el tiempo es la colección de obscenidades que suelta una pequeña de 12 años, algo que la Motion Picture Association of America no habría permitido solo unos pocos años antes. Junto a esta afrenta a las buenas formas se acompañó el pack con el rumor de que el rodaje de la película estaba maldito. Tras llamar a dos sacerdotes para bendecir el set, un incendio en el estudio quemó todo excepto el dormitorio de Regan. Además, Burstyn y Blair sufrieron heridas durante escenas de posesión, Jack MacGowran y Vasiliki Maliaros, el director de cine y a la madre del padre Karras, respectivamente, murieron antes del estreno de la película.
Usando la indignación religiosa a su favor
Supuestamente hasta nueve personas murieron durante la producción con lo que durante su comercialización, los distribuidores fueron bastante hábiles para sacar partido de esas historias e incluso de la percepción negativa que generaba el estreno de la película. Nada más adecuado para presentar una película de terror religioso que presentarla en plenas Navidades, y la fecha elegida fue el 26 de diciembre, un movimiento que se filtró a los medios con virulencia. Pero el departamento de marketing supo manejar a todos los grupos religiosos que protestaban incluso dando a evangelistas como Billy Graham plataformas para denunciar la película, creando así una importante controversia y consecuente publicidad gratuita.
Graham condenó el proyecto ofreciendo el mejor tagline que ningún copywriter pudo imaginar: “El diablo está presente en cada plano de la película”. Esto desató un intenso debate y algunos grupos acusaron a ‘El Exorcista’ de promover valores anticristianos, mientras que otros elogiaban su representación de la fe y las creencias religiosas. La profunda documentación sobre la iglesia y los exorcismos de la película daba sus frutos, lanzando sus flagelos al mundo real y una mitología que el cura te contaba todos los domingos en misa, lo que le daba un aura de realismo y credibilidad a los terrores grotescos representados.
Hay muchos mitos sobre las reacciones en las proyecciones, sobre abandonos de la sala, desmayos y vómitos, pero lo cierto es que hay documentación al respecto. La revista Time entrevistó al director de un cine que estimó un promedio de "cuatro apagones y seis episodios de vómitos" por proyección, y otro director decía que "mis conserjes se están volviendo locos limpiando el vómito". Una reseña señaló que "ni siquiera podías acercarte al lavabo" del baño después de un pase.
Hubo psicólogos que registraron efectos del visionado en sus pacientes, como doctor James Bozzuto en el ‘Journal of Nervous and Mental Disease’ describiendo cuatro estudios de casos de "neurosis traumática".
El horror vuelve a ganarse el respeto
“Creo que el buen cine debería entretener, no revolverte el estómago. No me acercaré a ‘El exorcista’, es demasiado explícita y blasfema”, decía Peter Cushing en la época del estreno de la obra de Friedkin. Que uno de los representantes más activos del cine de terror de la época atacara activamente la película en el momento del estreno debería dar una pista del efecto terremoto que tuvo en la industria, sin embargo, la indignación de la vieja guardia no impidió que fuera nominada al Oscar a la Mejor Película en 1974, lo que impulsaría enormemente la reputación de las películas de terror.
Antes de que a un crítico ignorante se le ocurriera inventar la etiqueta “horror elevado”, ‘El exorcista’ volvía a cambiar las expectativas de la gente sobre las películas de miedo, un género descartado por la mayoría de los críticos de cine que no solo se tomó en serio de nuevo, sino que se convirtió en un rito de paso de respetados artistas cinematográficos. Philip Kaufman, Richard Donner, Robert Altman, Bergman, Werner Herzog, Ken Russell, John Huston, Oliver Stone, Andrzej Zulawski, Walerian Borowczyk, Paul Schrader o, por supuesto, Stanley Kubrick entraron sin rubor en el género.
El impacto en la industria cinematográfica fue asimilado, allanando el camino para la modernidad e influyendo en muchas otras películas que siguieron. Hubo hallazgos de William Friedkin que eran impensables en su día, como las distintas imágenes subliminales y cierto uso de los efectos de sonido, como la imagen de Pazuzu y el sonido de las abejas, que han sido copiados por muchas otras desde entonces.
Otro punto y aparte fueron los innovadores efectos especiales, que en su día eran sorprendentes, como el "AYÚDAME" grabado en el estómago de Regan, con un truco físico hecho en el set.
Muchos cimientos del moderno cine de terror
El famoso giro de cabeza de 180 grados se realizó creando un molde de fibra de vidrio de la cabeza de la actriz y los maquillajes de Dick Smith hicieron creíble el sello del demonio, definiendo el aspecto de poseídos en centenares de producciones posteriores. Muchos críticos se sorprendieron de que ‘El exorcista’ solo recibiera una calificación R, incluido el legendario Roger Ebert, alegando que traspasaba los límites. La mayoría de sus métodos pioneros se han convertido en una norma, pero aunque se hayan aceptado, su éxito impulsó a los realizadores a explorar nuevas formas más gráficas para sorprender al público.
Tras el tsunami de Friedkin, Tobe Hooper hizo ‘La matanza de Texas’, Brian De Palma ‘Carrie’ (1976), John Carpenter ‘Halloween’ (1978) y Kubrick ‘El resplandor’ (1980), un grupo de obras maestras que caminaron sobre las huellas del éxito del diablo en la pantalla. Pero además, en el impulso para el género, surgió un torrente de imitaciones que consolidaban un verdadero fenómeno que tendría numerosas secuelas, precuelas, spin-offs, parodias y referencias en la cultura popular, con imágenes icónicas como la escena del crucifijo o el vómito de puré de guisantes arraigadas en la conciencia colectiva para siempre.
El diablo incluso llegó a enfrentarse con Paul Naschy en España antes de que llegara la versión oficial, pero los verdaderos maestros del facsímil fueron los italianos que se subieron al carro en 1974 con ‘El anticristo’, 'Poder maléfico’, ‘La Obsesa’ o ‘La casa del exorcismo’. Pronto llegaría la versión blaxploitation, pero ‘Abby’ fue enterrada por un litigio de Warner Bros, a pesar de su 'exorcismo disco'. Los turcos tradujeron el clásico plano por plano en ‘Seytan’ (1974), y hasta la competencia, 20th Century Fox, supo sacar provecho con su propia variación de terror satánico con infante maléfico en ‘La profecía’ (1976) y sus inmediatas secuelas.
Un influencia más allá del cine
Poco a poco, las imitaciones fueron conformando la gramática del nuevo subgénero de la posesión demoníaca. El exorcismo no era una práctica muy conocida para el público antes de la película y su popularidad hizo que fueran conocidos y populares, dejando un rastro de otras variaciones del tema como ‘Sharon's Baby’ (1975) o ‘Terror en Amityville’ (1979), incluso con variaciones totalmente festivas y enfocadas a la acción como ‘Posesión infernal’ (1981), que tendría su propia influencia, como si fuera el efecto de una onda expansiva.
Y si la ficción se hacía eco de su influencia, a veces se descarta su impacto significativo en el convencimiento de la gente de a pie en la existencia de lo sobrenatural. Su éxito provocó un resurgimiento de la creencia en el diablo, que había ido disminuyendo durante muchos años. Asesinos como el hijo de Sam, Michael Taylor, o Arne Cheyenne Johnson dijeron estar poseídos por el diablo.La película favorita de Jeffrey Dahmer era ‘El exorcista III’, que ponía a sus víctimas antes de matarlas, por no hablar de los casos de “exorcismos reales” en los que personas han muerto por negligencia.
A pesar de que los fieles no crecen y la iglesia católica sufre un problema de vocaciones, en la actualidad, el 63% de los estadounidenses entre 18 y 29 años creen que la posesión demoníaca es posible, según una encuesta de políticas públicas de octubre de 2012 que mostró la creencia no está disminuyendo sino creciendo.
Quizá también porque El propio Papa Francisco, al que se ve como progresista y renovador de la iglesia, ha manifestado que el diablo no es un mito, sino que es real y debemos combatirlo, sin embargo prohibió hablar de los exorcismos, a pesar de mantener los cursos del ritual impartidos en el Vaticano, que cuestan entre 420 y 720 euros.
El diablo millonario
Se puede ignorar o vacilar sobre el verdadero papel de 'El exorcista' en el inconsciente colectivo, pero lo que queda claro son sus números, ya que en su momento recaudó 428,2 millones de dólares con un presupuesto de 12, convirtiéndose en ese momento en la película más taquillera de la historia de Warner Bros. Y la del género de terror hasta la llegada de 'It' en 2017 —aunque con la inflación ajustada sigue siendo la primera—, preparó el escenario para el éxito de 'Tiburón' dos años después y el hecho de que el terror sea un elemento básico en la taquilla ahora, resulta de esta gran brecha.
No solo eso, sino que ‘El Exorcista’ ha logrado mantener su reputación entre los espectadores de distintas generaciones que todavía la consideran la película más aterradora de la historia, el estándar frente al que se miden otras desde hace 50 años. De hecho, la fiebre que provocó en los 70 se ha replicado en películas como ‘Stigmata’ (1999), ‘El exorcismo de Emily Rose’ (2005) y ‘El rito’ (2011) reintroduciendo la conversación católica sobre el exorcismo que ha desembocado en un fenómeno millonario plenamente confesional como ‘Expediente Warren’ y sus secuelas, que llevan recaudados 2.300 millones de dólares con 179 de presupuesto en total.
Muchas de esas películas incluyen exorcismos, recrean una y otra vez el plano del padre Merrin llegando a la casa y comparten la idea de que la presencia del mal posibilita la existencia de su contrario, el Dios protector. Su influencia es omnipresente, se nota hasta en películas y series surcoreanas como ‘The Medium’ (2021), 'The Guest' (2018) y la aclamada ‘El Extraño’ (2016) de Na Hong-jin, que han demostrado el valor transcultural de una obra que tras cinco décadas se sigue sintiendo fresca, y hasta permite que se siga explotando su marca con una "secuela legado" diseñada para sacar aún más dinero de la marca, quizá la prueba más irrefutable de que el diablo está realmente presente en la franquicia.
Nota: 'El exorcista' vuelve a los cines españoles el viernes 27 de octubre, 3 semanas después del estreno de su última secuela, 'El exorcista: Creyente' ('The Exorcist: Believer').
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