Atacando justo donde más está uno desprotegido: en sus sueños
Cuando ya estás acostumbrado a ver cine de terror te desensibilizas hasta cierto punto, pero mucha gente sigue evitando el género por sus imágenes explícitas o su tensión inaguantable, pensando que van a terminar produciéndoles pesadillas durante días. Y es comprensible, ya que las pesadillas son algo realmente angustioso.
Los sueños son un terreno que el cine, desde su fantasía mágica y su textura gracias al grano de película, puede plasmar de manera muy interesante. Incluso puede aproximarse a esos complejos procesos que derivan la proyección subconsciente hacia lo pesadillesco. De ahí surge una de las películas de terror más importantes: ‘Pesadilla en Elm Street’.
Soñando con cuchillas
La icónica cinta slasher y sobrenatural de Wes Craven cumple ahora 40 años de su estreno, donde dio origen a uno de los monstruos definitivos del género. Heather Langerkamp y Robert Englund protagonizan una escalofriante y onírica película que se puede ver en streaming a través de Max y de Filmin.
Un grupo de jóvenes de los suburbios empiezan a sufrir una especie de pesadillas que tienen rasgos comunes. En todas son perseguidos por un hombre deformado con un jersey y un guante equipado con cuchillas como arma. La cosa se intensificará cuando varios de estos adolescentes empiecen a aparecer muertos, con el misterioso hombre de los sueños siendo una amenaza más real de lo que se pensaba.
Craven, ya con cierta veteranía en el terreno del género, encuentra un horror muy tangible en algo tan abstracto como las pesadillas. Lo hace a través de crear un monstruo muy exagerado, capaz de hacer lo imposible, pero también tan auténtico que podrías verlo pegado a una farola de la calle. La clase de imagen que le inspiró para crearlo.
‘Pesadilla en Elm Street’: muertes oníricas
Aquí se opta por desplegar una atmósfera y un aura inquietante, haciendo también las clásicas paradas del slasher para incluir escenas de matanza que, aprovechando la libertad de los sueños, despliegan una interesante originalidad y artesanía. Aún queda lejos de las carnicerías más desatadas y deliberadamente divertidas de las secuelas, optando por hacerlo todo más escalofriante.
‘Pesadilla en Elm Street’ marcó un interesante punto de inflexión para el terror, permitiendo la entrada de enemigos más sobrenaturales (la idea de ‘Muñeco diabólico’ fue posible gracias al éxito de Freddy) y explorar el horror desde lo onírico. Pero también creó un monstruo esencial, con innegable carisma al que es difícil resistirse a readaptar. Posiblemente tengamos en ciernes una secuela legado que honre a esta película, pero no hacen falta homenajes así cuando se sostiene tanto por sí misma décadas después.
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