Cuando la existencia diaria se vuelve algo difícil de sobrellevar emocionalmente, la identidad puede llegar a sufrir diversas fracturas. Las conocidas crisis que se atribuyen a la edad no dejan de ser reacciones ante lo que se percibe como estancamiento, la sensación de haberse quedado encarrillado en una trayectoria que no era la esperada.
Al final, todos pensamos en poder acceder a una vida que no es la nuestra, considerando que pueda ser la buena de verdad. Algunos deciden realizar los cambios para, si bien no llegar a la vida deseada, al menos no quedarse encallado en la insatisfacción. Otros pueden llegar a patologizar la fantasía, tal y como se explora en ‘Cómo ser John Malkovich’.
Ser o no ser John
La maravillosa comedia surrealista de Spike Jonze y el guionista Charlie Kaufman cumple 25 años de su estreno en cines, manteniéndose como uno de los mayores soplos de originalidad del cine americano de los noventa. John Cusack, Cameron Diaz y, por supuesto, John Malkovich protagonizan esta película que se puede ver en streaming a través de Filmin.
El marionetista Craig Schwartz intenta ganarse la vida con su arte, pero sólo llega a artista callejero. Asolado por una existencia precaria junto a su esposa Lotte, que lleva una tienda de animales para mantenerlos, decide aceptar un trabajo de oficina en Manhattan. Pero una vez llega al edificio le colocan en una planta intermedia entre dos pisos de lo más extraña, dentro de la cuál hay un pasillo secreto que permite, durante un corto espacio de tiempo, estar dentro de la cabeza del actor John Malkovich.
¿Por qué Malkovich? ¿Por qué no Tom Cruise? El mismo actor se hizo la pregunta cuando le llegó el guion, y ni siquiera el propio Kaufman podía dar una respuesta certera. Quizá el hecho de que sea un actor con cierto éxito, pero no a un nivel inalcanzable, permita hacer más plausible una fantasía que ya de por sí resulta disparatada, aunque no aleatoria.
‘Cómo ser John Malkovich’: la cuestión de la existencia
Como buen explorador de las neurosis y las inseguridades, el guion de Kaufman entra muy bien en la insatisfacción vital a través de la fantasía imaginativa y referencial. Jonze se encarga de dejar que los aspectos cómicos de la historia fluyan con propiedad, sin por ello diluir todas las cuestiones existenciales que surgen de las situaciones y conflictos que viven los personajes.
Sus peripecias logran aterrizar, ya que toda la fantasía consigue tener un sustrato sólido además de emociones bastante reconocibles. Aunque no todos querríamos ser John Malkovich, ciertamente salir de nosotros mismos aunque sea un rato es un planteamiento atractivo. Jonze y Kaufman saben llevarlo a los lugares más inesperados pero más interesantes, sin dejar de lado un desarrollo emocional potente además de moralmente complejo.
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