La película que hizo que ya muchos ya no vieran igual las tartas
En la nueva y absurda polémica por parte de los que critican a la generación de cristal, muchos se han exaltado porque en un anuncio de Nocilla hace una coña con un Satisfyer. Dejando aparte posibles hipocresías y evidente misoginia, resulta significativo que el chiste sexual más blanco deba ser tratado como un asunto de Estado.
Muestra evidente de cómo la sexualidad ha ido abandonando su presencia en la cultura, con el cine como buen ejemplo con los blockbusters más masivos prácticamente marcados por la asexualidad (y no precisamente en un intento de visibilizar). El declive del cine mainstream adulto nos ha desprovisto de escenas de mayor intimidad, así como del noble arte del sexythriller o el puntual divertimiento de una comedia con las hormonas desatadas, como pueda ser ‘American Pie’.
En busca de un pedazo
Una de esas comedias que llegaron a ser completamente generacionales, y que ahora cumple 25 años de estreno en cines. Los hermanos Paul Weitz y Chris Weitz rescatan tanto el despiporre de instituto / universitario como la comedia sexual en este peculiar fenómeno que hoy se puede ver en streaming a través de Tivify además de en alquiler.
Un grupo de jóvenes estudiantes está a punto de graduarse y pasar a la vida adulta. Sin embargo, todos se sienten frustrados y todavía anclados en la niñez, y no porque realmente sean unos inmaduros sino porque todavía no han perdido la virginidad. Estos amigos deciden entonces firmar un pacto donde deberán perderla en la misma noche del baile de graduación.
Desde luego, pocos retratos de inmadurez se pueden ver en pantalla como el que plantea ‘American Pie’, tan enamorada de lo grotesco y lo guarro que lo vuelve su pilar central. Pero los Weitz lo hacen con consideración por este grupo de “pringaos” que podrían haber sido ellos mismos perfectamente, si bien con sus evidentes limitaciones a la hora de considerar la perspectiva del sexo opuesto.
‘American Pie’: fluidos desperdigados
Es un caso donde lo escatológico prolifera sin el menor rubor, pero lo emplea siempre con ánimo de explotar lo embarazoso y el ridículo que un grupo de chavales puede experimentar en la adolescencia. Bromas a sus expensas, pero capaces de propulsar la acción y desarrollar carácter de los personajes.
La película, como buena hija de los noventa, tampoco va a muerte con ser una heredera completa de una ‘Porky's’, y busca darles una revelación final donde puedan crecer y no estancarse en la obsesión sexual. Aunque en el proceso tenemos tartas profanadas, vergonzosos bailes frente a webcams o creación de mitos eróticos en torno a madres que todavía tienen una gracia muy especial.
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