Quentin Tarantino tira contra la pared todas sus influencias para concluir una de sus historias más épicas
Es complicada la mezcla de géneros e influencias dispares sin que no parezca un pastiche barato que va a ser fácil despiezas. Algunos cineastas logran tener el beneficio de la duda con esta mezcolanza de estilos, pero en ciertos casos logra estar justificado porque se aprecia quién ha estado observando todo tipo de cine desde su juventud hasta que se vuelve un segundo idioma materno.
Pocos son capaces de poner en un mismo nivel los grandes clásicos del western con los más desquiciados espectáculos de explotación, o las películas de artes marciales con un drama de personaje inquietante. Quentin Tarantino es alguien para el que todo esto tiene el mismo valor, y en pocas películas se aprecia tanto como en ‘Kill Bill. Volumen 2’.
La matanza final
La parte final de su ambiciosa cinta épica sobre la venganza con la sensacional Uma Thurman al fin frente a frente contra David Carradine, cuyo personaje da titulo a la función. Esta parte de la historia, que está dividida por obra y gracia de Harvey Weinstein para maximizar el tirón comercial, tuvo su estreno en cines hace ya 20 años y se puede ver en streaming a través de MGM+.
Habiendo matado ya algunos de los miembros del Escuadrón de Serpientes Asesinas que trabajaba para su antiguo jefe Bill, la misteriosa novia acude a lo más recóndito del desierto para terminar con los reptiles restantes antes de ir a por su objetivo final. En el proceso iremos viendo también su entrenamiento brutal en artes marciales junto al maestro Pai Mei y la sangrienta boda que desencadenó toda esta venganza.
A pesar de que ambos volúmenes forman parte de un todo donde Tarantino lanza contra la pared todas las influencias posibles, desde la acción con samuráis hasta algún detalle de spaguetti western y también un tramo de anime, se puede apreciar una diferencia tonal en esta segunda parte. Un toque un poco más reposado donde la venganza marina hasta ser ligeramente replanteada.
‘Kill Bill. Volumen 2’: reposando la venganza
Es aquí donde podemos tener un poco más de espacio para conocer a la anónima y mortal novia que interpreta Thurman, entrando en su pasado sin que corte el ritmo o impida que la película progrese. El cineasta vuelve a mostrarse como un fino narrador que sabe trastocar las estructuras de sus películas sin que se resquebrajen.
Así crea un sólido espectáculo donde puede volver a deslumbrarnos con su buen sentido de la acción. Uno donde la cámara encuentra rincones muy interesantes donde colocarse y capturar la coreografía, fascinándonos con un estilo físico que no había realizado antes y no volvería a desplegar después (en ‘Death Proof’ hay buena acción, pero ya en un terreno más explosivo y automovilístico). Su poderoso final es una interesante puñalada final para el espectador, mostrándonos un desasosiego irresoluble que añade una gran ambigüedad a lo que ya era un entretenimiento supremo.
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