Igual es por nostalgia o una mera necesidad de despegarse de lo que ya es fórmula, pero en el cine de superhéroes se empieza a apreciar una necesidad de volver a lo básico. Menos macrohistorias compartidas, más artesanía por dar valor a cada película, que se pueda ver sin la sensación de que haya que hacer deberes antes.
Aunque vamos a tardar todavía en ver esa reacción, y probablemente no tenga el mismo impacto mientras la realización de las mismas siga dependiendo en exceso de microgestión, en lugar de confiar en que un director con sensibilidad comercial tenga afición por los personajes y el lenguaje cómic que se pueda trasladar al cine. Esa vía fue la que nos permitió tener películas como ‘Spider-Man 2’.
Más poder, más responsabilidad
Sam Raimi obtiene más libertad para llevar su visión al personaje arácnido y uno de los superhéroes por excelencia, interpretado por Tobey Maguire. Con esta secuela, que ahora cumple 20 años de su estreno, consiguieron una de las mejores películas de superhéroes de la historia, hoy disponible para ver en streaming a través de Netflix.
Años después de la picadura de araña que le dio superpoderes, Peter Parker tiene que compaginar sus responsabilidades adultas con sus deberes como Spider-Man. El trabajo, la universidad, el pago del alquiler, una posible relación con el amor de su vida. Todo se le acumula mientras aparece una nueva amenaza después de que el doctor Otto Octavius sufra un accidente con su exoesqueleto metalizado.
La incorporación de Alfred Molina se siente como uno de esos aspectos donde la película da un paso adelante con respecto a su predecesora, dando forma a un villano que puede tener una relación incluso más cercana al protagonista. Aquí se le coge más el pulso a Parker y sus conflictos con ser Spider-Man tomando detalles de uno de sus arcos más queridos en los cómics.
‘Spider-Man 2’: uno de los mejores blockbusters del siglo

Por supuesto, también influye el mayor desparpajo en la dirección de Raimi, que se permite hacer malabares con el tono sin que se le caiga nada (ni siquiera cuando eleva los aspectos más horteras) y también hacer un buen espectáculo visual integrando efectos digitales con los más prácticos. Todo siempre a servir una historia más que sólida.
Este enfoque integral le permite ir creando momentos extraordinarios, como la soberbia escena de Spider-Man en el tren que sigue siendo uno de los momentos icónicos del género en el cine. Un ejemplo de cómo integrar el mensaje e importancia del personaje en un instante con acción y drama que sigue siendo emocionante, elevando aún más uno de los mejores blockbusters de esa primera década de siglo.
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9 comentarios
Estilicon
Hay aquellos tiempos... Cuando Spiderman era Spiderman y en sus pelis veías al lanza redes saltando por New York diciendo paridas, mientras se buscaba la vida...
Ahora Spiderman es un adolescente empanado con armadura o un adolescente viajando por el multiverso...
ant
Alucino con las fotos que acompañáis a los artículos.
pastor.de.gatos
He de reconocer que de pequeño me daba miedo el Dr. Octopus por esta película. Pero me gustaba igual, qué queréis que os diga, está muy bien hecha. Lo de mis pesadillas con el villano principal es algo secundario...
rubenmartinmerino1
Se echan de menos los buenos momentos en que hacían buenas películas de superhéroes y las de ahora todas reciben críticas nefastas y la excusa es que la gente está sobresaturada de tanto superhéroe. El problema es el mismo que con los videojuegos, si se trabaja mejor en su guión a la hora de mostrar la historia en vez de preferir meterle demasiado CGI ni tanta inclusión forzada que no pega ni con cola seguirían gustando. Después de Endgame, la única que se salva es la última de Spiderman, mientras que el nivel de las demás, series incluidas, han recibido críticas nefastas.
A ver si con un poco de suerte Marvel espabila y levanta cabeza de nuevo con los próximos proyectos, pues a la siguiente de Deadpool y Lobezno le tengo muchísimas ganas y no me gustaría llevarme una decepción después del hype que ha provocado