Queremos celebrar el origen de Espinof hablando de amor por el cine, de cinefilia, y dejar una guía de clásicos imprescindibles. Si nos atenemos al término "cine clásico", empezó a usarse en Estados Unidos para referirse al cine realizado dentro del sistema de estudios, hasta finales de los 50 y principios de los 60, época considerada como el nacimiento del cine moderno.
Sin embargo, si nos atenemos al significado de la palabra "clásico", estaríamos hablando, según su etimología, de todo aquello de una calidad insuperable, merecedor de ser imitado. Por eso vamos a huir de férreas etiquetas, ¿no es acaso un clásico 'En busca del Arca perdida' ('Raiders of the Lost Ark', 1981)? ¿No lo es 'Heat' (1995)?
Aunque todas ellas son obras maestras, este listado no recopila las 101 mejores películas de la historia del cine, porque tal cosa no existe. Va dirigido a todo lector que haya sentido un fuerte impacto viendo cine y sienta la necesidad de interesarse por su pasado, sus raíces fundamentales. De las que se nutren todas las posteriores.
Los 101 títulos —ordenados cronológicamente— no son más que un inicio. Desde aquí podrás bucear en los nombres y encontrar tu propia historia del cine. Podrás descubrir que a veces hay más color en un film con grises, y que prácticamente todas las historias ya estaban contadas en la época muda, donde no necesitaban hablar para transmitir lo mismo (o más) que con diálogos.
Te invito a reír, a llorar, a emocionarte con la mejor máquina del tiempo que existe. Toma el control y ¡buen viaje!
'Intolerancia' ('Intolerance', D.W. Griffith, 1916)
La primera gran producción de episodios de la historia que navegan alrededor de la intolerancia humana. Impresionantes decorados. Vale también cualquier películas posterior de Griffith, que además fue de los primeros en narrar paralelamente dos hechos diferentes, creando crescendo narrativo y clímax final.
'El gabinete del Dr. Caligari' ('Das Cabinet des Dr. Caligari', Robert Wienne, 1920)
Clasicazo donde los haya, perteneciente a la época del expresionismo alemán. Un maquiavélico doctor utiliza a un paciente hipnotizado para cometer una serie de crímenes. Juega con el espectador mediante una muy conseguida ambivalencia de realidad y ficción. Impecable dirección artística.
'El golem' ('Der Golem, wie er in die Welt kam', Paul Wegener, Carl Boese, 1920)
Wegener hizo nada menos que tres versiones sobre la misma historia. La del medio es la más popular. Un gran monstruo de arcilla es convocado a la vida para defender a los judíos de la persecución. La obra de Wegener es una de las más imaginativas del cine alemán.
'El ladrón de Bagdag' ('The Thief of Bagdag', Raoul Walsh, 1924)
Walsh se convertiría en uno de los mejores narradores de la historia del cine. Autor de muchos westerns y films policíacos ya lo demostraba en su etapa silente con esta maravilla llena de emoción y aventuras. Excelentes efectos visuales para la época, y protagonizada por una de las grandes estrellas del cine: Douglas Fairbanks.
'Avaricia' ('Greed', Erich Von Stroheim, 1924)
Una mastodóntica obra de más de cinco horas de la que sólo existe un montaje de dos horas y veinte —también hay otro a base de fotos fijas, con el que intentan aproximarse a la obra original—, a pesar de lo cual no disminuye ni lo más mínimo la enorme fuerza que versa, como su título bien indica, sobre la avaricia. El tramo final, en el desierto, es legendario.
'El acorazado Potemkin' ('Bronenosets Potyomkin', Sergei M. Eisenstein, 1925)
Eisenntein fue uno de los primeros en innovar con las técnica de montaje, tanto que se le suele atribuir la creación del montaje en sí como herramienta de narración. El cine como crítica social y reflejo de lo peor y lo mejor del ser humano. La secuencia de la escalinata sigue sorprendiendo tanto tiempo después; ese carrito de bebe se mete en la retina y no sale jamás de allí.
'El maquinista de la general' ('The General', Buster Keaton, Clyde Bruckman, 1926)
La película más conocida de ese genio apellidado Keaton, uno de los grandes creadores cinematográficos. Ironía sobre la tan laureada heroicidad en la guerra, tratada con un enorme sentido del humor, sobre todo en lo que respecta a la creación de gags visuales. De este genio también recomiendo 'El moderno Sherlock Holmes' ('Young Sherlock Holmes, 1924) y 'Siete ocasiones' ('Seven Chances', 1925).
'Tres hombres malos' ('3 Bad Men', John Ford, 1926)
Del considerado mejor director de la historia —como si eso fuera posible— una de sus grandes obras de la época silente. Emotiva historia sobre tres forajidos que ayudan a una pobre muchacha cuyo padre ha sido asesinado. Impresionantes juegos de luz.
'El demonio y la carne' ('Flesh and the Devil', Clarence Brown, 1926)
Historia de amor a tres bandas con la gran Greta Garbo como foco principal. La puesta en escena de Brown es prodigiosa, filmando como pocos el deseo sexual en una época en la que la sutileza era la mejor de las armas.
'Amanecer' (íd., F.W. Murnau, 1927)
La obra maestra del especialista en obras maestras, suele decirse al respecto de esta película, la primera junto a 'Alas' ('Wings', William A. Wellman, 1927) en hacerse con el Oscar a la mejor película —al principio, el Oscar a la mejor película se dividía en dos categorías—. Una de las más grandes historias de amor de la historia, imitada hasta la saciedad.
'Metrópolis' ('Metropolis', Fritz Lang, 1927)
De la época muda de Fritz Lang hay muchos títulos imprescindibles. Podríamos decir, con todo el derecho y razón, que es un director imprescindible, que además pasó por muy diversas etapas. 'Metrópolis' es un clásico de la ciencia ficción, precursora de gran parte del género, influenciando en cineastas muy populares. ¿Cuánto se parece C3-PO a la María robot de este film?
'El viento' ('The Wind', Victor Sjöström, 1928)
Una de las películas en suelo americano por parte del sueco Victor Sjöström —muchos cineastas europeos harían lo mismo—, y probablemente su mejor película. Un western de una intensidad inigualable. El milagro de la imagen pura y dura, que es lo que es el cine al fin y al cabo. El viento puede "oírse" en esta película muda gracias al enorme poder de sugestión de la puesta en escena del director.
'Y el mundo marcha' ('The Crowd', King Vidor, 1928)
Un año antes del famoso crack del 29, llegó esta película visionaria sobre la necesidad, el amor fraternal y la lucha continua por la supervivencia a todos lo niveles, profesional y emocional. Una historia pequeña en la inmensidad de una gran ciudad, con un impactante final que subraya la importancia de la risa como tabla de náufrago.
'Luces de la ciudad' ('City Lights', Charles Chaplin, 1931)
En plena efervescencia del cine sonoro, Chaplin se atrevió con una película muda, logrando un éxito espectacular y la que muy probablemente sea la mejor película de su imprescindible filmografía. El humor más hilarante y el drama más emotivo se dan la mano en un prodigio del equilibrio ético/estético. Glorioso final.
'Soy un fugitivo' ('I Am a Fugitive from a Chain Gang', Mervyn LeRoy, 1932)
Mervyn LeRoy es un director terriblemente moderno; gustaba de lanzar derechazos inevitables al sistema, cargando muchas veces contra el periodismo. Ésta, sobre un hombre condenado por un error judicial, es de las más famosas, con un final justamente legendario.
'La parada de los monstruos' ('Freaks', Tod Browning, 1932)
Tod Browning había sido un artista de circo, y muchas de sus películas están ambientadas en él. 'Freaks' es una de sus obras maestras, en la que además utilizó a auténticos feriantes deformes para construir una historia en la que el horror y la belleza se dan la mano.
'El caserón de las sombras' ('The Old Dark House', James Whale, 1932)
Cuando la versión del juguetón William Castle se estrenó, el cinéfilo/director Curtis Hurrington descubrió la versión de James Whale —ese poeta del horror al que le debemos dos de las mejores adaptaciones sobre Frankenstein, entre otras cosas— almacenada y completamente olvidada. Un prodigio de atmósfera onírica, mezcla terror y comedia como pocas, dándose la mano con la locura. Impresionante trabajo actoral de Elspeth Dudgeon, actriz que da vida a un anciano de lo más temible.
'L´atalante' ('L´Atalante', Jean Vigo, 1934)
El único largometraje de Vigo, muerto a la temprana edad de 29 años. Pura poesía sobre el sentimiento amoroso, con escenas únicas como la transcurrida bajo el agua. ¿A qué te recuerda la imagen de la foto?
'Pépé le Moko' (íd., Julien Divivier, 1936)
El cine francés, en la década de los treinta, fue especialmente prodigioso y único, esta película es una clara demostración. Jean Gabin, con el personaje principal, era capaz de enamorar a cualquiera. La secuencia de la persecución, con un uso inustiado del suspense, es uno de los grandes momentos cinematográficos de la historia. John Cromwell hizo un remake estadounidense en los cuarenta, con Charles Boyer, que no está nada mal.
'Dejad paso al mañana' ('Make Way For Tomorrow', Leo McCarey, 1937)
Orson Welles decía sobre esta película que hacía llorar a las piedras. Puede que se quede corto. La historia de un matrimonio que, tras 50 años casados, son desahuciados y tienen que separarse, es de las que se meten muy dentro. Inspiró a Yasujiro Ozu para uno de sus films más famosos. Lector, ésta cuando tengas cierta edad, y la vida te haya dado alguna buena hostia.
'La fiera de mi niña' ('Bringing Up Baby', Howard Hawks, 1938)
Película perfecta para ponérsela cuando uno tiene un mal día. Divertimento asegurado. Pieza fundamental de la screwball comedy (comedia alocada), con un vertiginoso ritmo que jamás decae. La química entre Cary Grant y Katharaine Hepburn es una de las mejores que jamás se han visto en una pantalla. Peter Bogdanovich realizó una especie de remake en 1972 titulado '¿Qué me pasa, doctor?' ('What's Up Doc'), también bastante divertido.
'Beau Geste' (íd., William A. Wellman, 1939)
Sensacional film de aventuras, que tuvo varias versiones, pero la de Wellman es la mejor, con diferencia. Uno de los personajes más memorables de Gary Cooper. Una atmósfera muy conseguida gracias al trabajo de fotografía de Theodor Sparkuhl y Archie Stout, que fue uno de los colaboradores de John Ford. Otro glorioso final.
'Lo que el viento se llevó' ('Gone With the Wind', Victor Fleming, 1939)
Título mítico donde los haya que en España no se estrenó hasta 1950 —cosas de la censura—, llegando a estar en cartelera un año. El espectáculo bien entendido, una gloriosa superproducción en una época en la que no había CGI y tiraban de enormes decorados y una gran cantidad de extras. Ganó ocho Oscars. De Fleming también es muy recomendable 'Capitanes intrépidos' ('Captains Courageous', 1937).
'Medianoche' ('Midnight', Mitchell Leisen, 1939)
Una de las grandes interpretaciones de Claudette Colbert, y una de las grandes películas del desconocido Mitchell Leisen —que no le gustaba nada a Billy Wilder, que decía estropeaba sus guiones, queja muy extendida en la profesión de guionista/llorica a lo largo y ancho de la historia— de quien se puede recomendar otros grandes títulos, como 'La muerte de vacaciones' ('Death Takes a Holyday', 1934) o 'Vida íntima de Julia Norris' ('To Each His Own, 1946).
'La regla del juego' ('Le règle du jeu', Jean Renoir, 1939)
Fue el mayor fracaso comercial de la carrera de su director, tal vez porque el público no estaba preparado todavía para un retrato tan insólito sobre una sociedad que se derrumbaba. El juego del amor y el juego de las apariencias, posee esa rarísima capacidad de transmitir la sensación vital del momento fílmico.
'Casablanca' (íd., Michael Curtiz, 1942)
Título mítico por excelencia, cuya fama ha trascendido al arte en sí, convirtiéndose en todo un fenómeno social. Se escribía y reescribía según se iba filmando, una historia de amor y valor. Son especialmente míticos el momento de la Marsellesa y el glorioso final.
'Había un padre' ('Chichi ariki', Yasujirô Ozu, 1942)
Una de las bellezas máximas filmadas por el gran Yasujirô Ozu, cuya filmografía es imprescindible —en mi caso, le prefiero al mucho más internacional Akira Kurosawa—. Narra la historia de un profesor que renuncia a su profesor después de que un alumno muera ahogado en un accidente. Acompañado de su hijo, iniciarán un viaje en el que se conocerán mejor. El ineludible paso del tiempo como tema, siempre presente en la obra de su director.
'Incidente en Ox-Bow' ('The Ox-Bow Incident', William A. Wellman, 1943)
Un western inolvidable, de marcada atmósfera claustrofóbica, en el que Wellman habla sobre el peor lado del ser humano, cuando se trata de dar rienda suelta a las ansias de venganza. La película que junto a 'Furia' ('Fury', Fritz Lang, 1936) y 'La jauría humana' ('The Chase', Arthur Prenn, 1966) demuestra cuan peligroso e ignorante puede ser el ser humano.
'El diablo dijo no' ('Heaven Can Wait', Ernst Lubitsch, 1943)
La única película que Lubitsch hizo en color, una comedia con toques fantásticos y una química espectacular entre Don Ameche y Gene Tierney. Combina con gran elegancia comedia y drama.
'Laura' (íd., Otto Preminger, 1944)
Si existe la perfección en el arte cinematográfico, 'Laura' es una de sus muestras. Film sobre la obsesión mediante el filtro de cine negro, con la actriz más bella de la historia, Gene Tierney, haciendo el papel de su vida, a igual que Clifotn Webb con su espectacular y cínico Waldo. Un film fascinante.
'Arsénico por compasión' ('Arsenic and Old Lace', Frank Capra, 1944)
La comedia más desternillante de Capra, que parte de una premisa delirante. El prestigioso Mortimer Brewster, solterón empedernido, va a casarse, y el día de su boda descubre que las dos mujeres que le han criado son unas asesinas que tienen el sótano lleno de cadáveres de personas a las que han envenenado con arsénico por una buena razón. Impresionantes y delirantes gags. Raymond Massey haciendo su parodia de Boris Karloff está inmenso. De esta obra maestra curiosamente Cary Grant opinaba que era su peor película, la odiaba.
'La torre de los siete jorobados' (Edgar Neville, 1944)
Del siempre interesante Edgar Neville, una de sus maravillas, que mezcla fantasía, terror y comedia; ambientada en el Madrid del siglo XIX tiene momentos inolvidables como toda la descripción del sub-mundo que descubre el protagonista.
'Perdición' ('Double Indemnity', Billy Wilder, 1944)
A pesar del fallo de la puerta que no puede abrir hacia afuera, una de las obras maestras del Noir, y que muestra a la perfección uno de sus elementos más característicos: la femme fatale, encarnada aquí por Barbara Stanwyck, que se codeó de nuevo con una de sus mejores parejas cinematográficas: Fred MacMurray.
'Duelo al sol' ('Duel in the Sun', King Vidor, 1946)
David O. Selznick, productor y guionista, quiso repetir el éxito de 'Lo que el viento se llevó'. Una historia de amor y odio con una Jennifer Jones que nunca estuvo mejor, y Gregory Peck haciendo de malo. Impresionante uso del color. Contiene numerosos momentos memorables, caso del final, o el instante de sinceridad entre Lionel Barrymore y Lillian Gish.
'¡Qué bello es vivir!' ('It´s a Wonderful Life', Frank Capra, 1946)
La película más popular de su director fue un fracaso cuando se estrenó, ganándose la condición de clásico imprescindible en sus continuos pases por televisión. Un hombre desesperado (James Stewart) recibe una especial ayuda divina. Los momentos previos al emotivo final parecen un film de terror. La película que hace creer en algo cada vez más difícil: la gente.
'Los mejores años de nuestra vida' ('The Best Years of Our Lives', William Wyler, 1946)
La historia de un grupo de veteranos de la Segunda Guerra Mundial, que regresan a su hogar enfrentándose a los cambios en lo que era su mundo. Fue todo un bombazo en su día, ganando siete Oscars. A William Wyler se solía referir como el director de estilo sin estilo.
'Pasión de los fuertes' ('My Darling Clementine', John Ford, 1946)
John Ford conoció personalmente a Wyatt Earp —en el film interpretado por un sensacional Henry Fonda— y se marcó una de sus joyas, llena de un lirismo arrebatador. La mejor versión sobre el duelo del OK Corral, contiene además el mejor trabajo de un actor tan limitado como Victor Mature, aquí en la piel de un Doc Hollyday amante de Shakespeare.
'Ladrón de bicicletas' ('Ladri di bicilette', Vittorio De Sica, 1948)
Una de las mejores muestras del Neorrealismo italiano, movimiento que tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un reflejo de la triste realidad de la sociedad italiana. La historia de un hombre al que le han robado la bicicleta que necesita para trabajar va en busca de ella acompañado de su hijo. Triste como pocas.
'Jennie' ('Portrait of Jennie', William Dieterle, 1948)
Dalí decía que es la única película que merece la pena ser vista. Dejando a un lado esa gracieta estamos antes una película única. Una historia de amor atemporal, nunca mejor dicho.
'Carta de una desconocida' ('Letter From an Unknown Woman', Max Ophüls, 1948)
Basada en el desgarrador relato de Stefan Zweig, se trata de uno de los más apasionantes estudios sobre la pasión amorosa. Joan Fontaine hace la mejor interpretación de su vida. Ophüls, pura elegancia, tiene una filmografía llena de joyas.
'El tercer hombre' ('The Third Man', Carol Reed, 1949)
Clasicazo donde los haya. Un novelista investiga en Viena la muerte de un viejo amigo. Suele decirse que Orson Welles, que tiene un papel en el film, tuvo mucho que ver en la dirección, algo con lo que suele subestimar la valía de un director tan brillante como Reed. Lo que no suele decirse es que Alfred Hitchcock está muy presente en el film.
'Ocho sentencias de muerte' ('King Hearts and Coronets', Robert Hamer, 1949)
El inicio de la popular productora británica Ealing, especializada en comedias. Delirante historia de un hombre que, para cobrar una herencia, debe deshacerse de los otros ocho herederos. Alec Guinness hace una de las interpretaciones de su vida, haciéndose cargo nada menos que de ocho personajes.
'El halcón y la flecha' ('The Flame and the Arrow', Jacques Tourneur, 1950)
Jacques Tourneur le daba a todos los géneros, especialmente fantástico y cine negro. Esta maravilla con un Burt Lancaster lleno de vitalidad al lado del que fue colaborador suyo en la época de acróbata, Nick Cravat. Muchas de las espectaculares secuencias de acción las hizo el propio Lancaster. Hace un buen díptico con la película sobre Robin Hood que dirigieron Michael Curtiz y William Keighley.
'Orfeo' ('Orphée', Jean Cocteau, 1950)
Una de las maravillas de su extraño director, la historia de amor entre un poeta y la muerte —a la que da vida la coruñesa María Casares—, que lleva al primero a buscarla en el inframundo. Impecables y originales trucajes visuales.
'Cantando bajo la lluvia' ('Singin' in the Rain', Stanley Donen, Gene Kelly, 1952)
El musical por excelencia, todo un canto a la alegría y ganas de vivir realmente contagioso. No hay número musical que desmerezca lo más mínimo, y el momento de Cyd Charisse, en lo que casi puede considerarse un cameo, deja con la boca abierta.
'El salario del miedo' ('Le salaire de la peur', Henri-Georges Clouzot, 1953)
Una gran aventura con un suspense que alcanza cotas insoportables. El traslado de dinamita por medio de dos camiones se convertirá en toda una catarsis para sus protagonistas. Dividida en dos partes bien diferenciadas, pasa del retrato social a la tensión pura y dura como retrato sobre la vida.
'El intendente Sansho' ('Sanshô Dayû', Kenji Mizoguchi, 1954)
Una de las películas más bellas de su director, otro de los grandes japoneses, quizá con un punto más accesible de lo que son Kurosawa u Ozu. Un film tan tan triste, que duele mirarlo. Habla sobre el odio nacido de la esclavitud.
'La humanidad en peligro' ('Them!', Gordon Douglas, 1954)
Una de las películas de monstruos —aquí unas hormigas gigantes— de los años cincuenta más influyentes. Ciertos detalles en la trama, sobre todo el de la niña perdida, fueron rescatados por James Cameron para 'Aliens, el regreso' ('Aliens', 1986). Muy violenta como era habitual en el cine de su director.
'Los siete samuráis' ('Shichinin no samurai', Akira Kurosawa, 1954)
Una de las películas más influyentes de la historia del director japonés más internacional de todos, cuya filmografía está llena de películas imprescindibles. Con la mente puesta en el western estadounidense, el director construye una historia de aventuras en la que un grupo de samuráis son contratados por los pobres habitantes de una villa para protegerse. Tres horas y media que se pasan volando.
'Ordet' (íd., Carl Theodore Dreyer, 1955)
La mejor película de su "difícil" director. Un milagro, nunca mejor dicho.
'La noche del cazador' ('Night of the Hunter', Charles Laughton, 1955)
La única película dirigida por Laughton, que no quiso volver a dirigir otra debido a las malas críticas que recibió —su siguiente proyecto fue dirigido por Raoul Walsh—. Un film único que semeja un cuento de hadas con un terrorífico y particular ogro encarnado por Robert Mitchum en uno de sus personajes más recordados, imitado hasta lo indecible.
'Rififi' ('Du rififi chez les hommes', Jules Dassin, 1955)
Decía François Truffaut que es la mejor película de cine negro que había visto nunca. Se trata de una de las mejores películas de robos que se han realizado, en la que el fatalismo se adueña de la función. Es recordada sobre todo por la impresionante secuencia de 32 minutos en la que se ejecuta el golpe, sin diálogos ni música. Jamás ha sido superada.
'El hombre de Laramie' ('The Man From Laramie', Anthony Mann, 1955)
De los western que hicieron juntos Anthony Mann y James Stewart, éste es el único filmado en formato scope. Aventureros, apaches, negocios de armas, envidias familiares, violencia, y cómo no, el paisaje como un personaje más, algo en lo que Mann fue un maestro. Cualquier de las otras colaboraciones del tándem están a la altura.
'La invasión de los ladrones de cuerpos' ('Invasion of the Body Snatchers', Don Siegel, 1956)
De la etapa menos conocida de Don Siegel —urgentemente a reivindicar— su film más conocido, toda una maravilla. Una historia de invasión extraterrestre mediante duplicados de los seres humanos, carentes de emociones. Seca y contundente. De todos sus remakes, el único destacable es el de 1978 de Philip Kauffman.
'Calle mayor' (Juan Antonio Bardem, 1956)
Una de las mejores películas de nuestra cinematografía, perteneciente a la que creo es la mejor época del cine español —aquel que no tenga miedo a bucear encontrará joyas del cine negro que dejan con la boca abierta—. Narra una historia muy, muy cruel: cómo un grupo de amigos, sólo para divertirse, deciden gastarle una broma a una de las solteronas del pueblo, haciendo que uno de ellos la enamore y le haga creer que se van a casar.
'Planeta prohibido' ('Forbidden Planet', Fred M. Wilcox, 1956)
Versión, en clave de ciencia-ficción de 'La tempestad' de William Shakespeare. Una expedición da con un científico, desaparecido hace tiempo, en una planeta lejano. Especialmente entrañable el robot Robby, y memorable diseño de la ciudad escondida bajo el laboratorio del científico, al que da vida un espectacular Walter Pidgeon.
'Escrito sobre el viento' ('Written on the Wind', Douglas Sirk, 1956)
Una de las mejores muestras del llamado melodrama, del que Douglas Sirk fue su máximo representante. Una historia de pasiones, frustraciones, mucho sexo, el poder del dinero, realizada con un impecable uso alegórico del color.
'El séptimo sello' ('Det sjunde inseglet', Ingmar Bergman, 1957)
La partida de ajedrez más famosa de la historia del cine, entre un hombre y la mismísima Muerte. Una de las películas más famosas, y mejores, del sueco Ingmar Bergman, director con el que hay que ir poco a poco.
'12 hombres sin piedad' ('12 Angry Men', Sidney Lumet, 1957)
La ópera prima de Lumet es una de sus mejores películas. Un caso de asesinato será deliberado por un jurado en el que sólo un miembro cree que el sospechoso es inocente. Estudio sobre la conducta humana y los prejuicios. Impecable Hery Fonda.
'El increíble hombre menguante' ('The Incredible Shrinking Man', Jack Arnold, 1957)
La mejor película de su director, firmante de unos cuantos clásicos de la ciencia ficción, escrita por Richard Matheson que adapta su propia novela. Un prodigio de síntesis, narra cómo un hombre, debido a una misteriosa niebla, empieza a perder tamaño. Toda la parte en el sótano de la casa, sobre todo la parte de la araña, es imposible de olvidar por sus alegorías. Impresionantes efectos visuales.
'Senderos de gloria' ('Paths of Glory', Stanley Kubrick, 1957)
Uno de los mejores alegatos anti bélicos de la historia y una de las grandes películas de su tan amado como odiado director. Pone tan fino lo militar que en nuestra querida España no se vio hasta la edición del Festival de Cine de San Sebastián de 1980.
'Drácula' ('Horror of Dracula', Terence Fisher, 1958)
Las películas de la mítica productora británica Hammer pueden considerarse el nacimiento del cine de terror moderno —sí, una etiqueta— y ésta es de las grandes. Christopher Lee demostró ser el mejor Conde Drácula, personaje al que tardó en volver ocho años. Sangre, sexo y Peter Cushing como el mejor Van Helsing.
'Sed de mal' ('Touch of Evil', Orson Welles, 1958)
En mi caso la película que más veces he visto de ese genio llamado Orson Welles, que además de dirigirla se reserva para sí el riquísimo personaje del policía Hank Quinlan. El ya mítico plano secuencia con el que da inicio el film es toda una clase de cómo enganchar al espectador con un mínimo de elementos argumentales. Charlton Heston nunca ha estado mejor.
'Con la muerte en los talones' ('North By Northwest', Alfred Hitchcock, 1959)
De todas las obras maestras de su director, ésta es la más endiabladamente entretenida. Una completa aventura llena de emoción sobre un hombre confundido con un agente del gobierno por un grupo de espías. Soberbia mezcla de comedia y acción. Por esta película el escritor Ian Fleming pensaba que el actor idóneo para interpretar a James Bond era Cary Grant.
'Impulso criminal' ('Compulsion', Richard Fleischer, 1959)
La película con la que se estrenó el productor Richard D. Zanuck, hijo del mítico Darryl D. Zanuck. Inspirada en hechos reales cuenta el intento de dos jóvenes por cometer el crimen perfecto. Son pillados por un muy pequeño error. El discurso final contra la pena de muerte, recitado por un Orson Welles en una de sus mejores interpretaciones, debería enseñarse en todas los colegios.
'Río Bravo' ('Rio Bravo', Howard Hawks, 1959)
Probablemente el mejor western de su director en el que se dan los elementos más característicos de su cine, sobre todo el carácter grupal de sus personajes, añadiendo una muy cuidada claustrofobia. Violencia, alcohol y música añorando las grandes praderas. Inmenso Walter Brennan.
'El pisito' (Marco Ferreri, Isidoro M. Ferry, 1959)
Escrita por el genial Rafael Azcona, el Neorrealismo traspasado al Madrid de los cincuenta, con la historia de un montón de personajes, y sus sinsabores, todos metidos en un apartamento pequeño, por necesidad. Tan cómica como triste.
'La máscara del demonio' ('La maschera del demonio', Mario Bava, 1960)
Ópera prima de su director y también una de las mejores de su muy interesante filmografía. Un cuento de horror sobre una bruja que intenta volver a la vida. Impecable puesta en escena, nos descubrió a la maravillosa Barbara Steele, una de las musas del terror en aquellos años. Enormemente influyente.
'La evasión' ('Le Trou', Jacques Becker, 1960)
El insigne Jean-Pierre Melville decía que es la película más bella jamás hecha. Narra el plan de fuga de una cárcel por una serie de presos. Enormemente tensa, con momentos inolvidables es también un enorme fresco sobre la condición humana y lo hija de puta que es la vida.
'El tiempo en sus manos' ('The Time Machine', George Pal, 1960)
Una gozada absoluta, la mejor versión sobre la novela de H.G. Wells, con un Rod Taylor absolutamente entregado en su rol. Emotiva, emocionante, divertida, terrorífica sirve también, como toda buena ciencia ficción, para hablar del peor lado del ser humano.
'El apartamento' ('The Apartment', Billy Wilder, 1960)
Una de esas películas que suelen estar en todas las listas. Tragicomedia que muestra lo mejor de su director, y en el que se dan todas las emociones posibles, con un cuidadísimo equilibro ético/estético.
'Suspense' ('The Innocents', Jack Clayton, 1961)
El miedo puro hecho cine. La mejor historia de fantasmas de la historia de la mano del gran Clayton que adapta de forma prodigiosa el excepcional libro de Henry James. Deborah Kerr hizo la interpretación de su vida, que ya es decir.
'El buscavidas' ('The Hustler', Robert Rossen, 1961)
La mejor película de su director —sobre el que no suele comentarse que, durante la caza de brujas del senador McCarthy, fue aún peor que Elia Kazan, al que muchos siguen crucificando aún a día de hoy. Una película sobre lo que significa vivir y sobrevivir, a modo de gran juego de billar en el que la actitud es lo más importante. Cuenta la leyenda que el mejor instante de la interpretación de Paul Newman se quedó en la sala de montaje.
'Matar a un ruiseñor' ('To Kill a Mockingbird', Robert Mulligan, 1962)
Película pedagógica donde las haya. Atticus Finch, personaje por el que Gregory Peck ganó su único Oscar, es el "héroe" cinematográfico preferido de los estadounidenses. Un precioso film que versa sobre la infancia, la injusticia, el racismo, sobre crecer y sobre algo fundamental que el ser humano olvida a pasos agigantados: es necesario ponerse en el lugar de cualquier persona para poder entenderla totalmente.
'El hombre que mató a Liberty Valance' ('The Man Who Shot Liberty Valance', John Ford, 1962)
El género cinematográfico por excelencia comenzaba a mostrar su lado crepuscular, y el experto por excelencia en el western se marca una obra maestra juntando a dos actores representativos del mismo: John Wayne y James Stewart. La película que demuestra que la leyenda siempre es más bonita que la realidad. Emoción contenida en cada fotograma.
'Jules y Jim' ('Jules et Jim', François Truffaut, 1962)
Una de las obras maestras de su director, probablemente el que mejor ha hablado del amor en el cine. Un triángulo amoroso tan del gusto de Truffaut.
'Días de vino y rosas' ('Days of Wine and Roses', Blake Edwards, 1962)
Probablemente la película más dura jamás hecha sobre el alcoholismo, sorprendiendo además que venga de un especialista en la comedia. Jack Lemmon y Lee Remick hacen dos de sus mejores interpretaciones. Después de verla no te apetece lo más mínimo ni una cerveza. Posee instantes de una dureza inaguantable.
'El gatopardo' ('Il gattopardo', Luchino Visconti, 1963)
El gran fresco de Visconti, director capaz de lo mejor y de lo peor, que recoge una historia sobre la decadencia de la aristocracia en la Sicilia del siglo XIX. Impecable trabajo actoral con un inmenso Burt Lancaster a la cabeza.
'Jason y los argonautas' ('Jason and the Argonauts', Don Chaffey, 1963)
Jason y sus argonautas en busca del Vellocino de oro supone todo un clásico del cine de aventuras. Uno de los mejores trabajos del mago de los efectos visuales Ray Harryhausen. Especialmente mítica la secuencia de los esqueletos.
'El verdugo' (Luis García Berlanga, 1963)
Del ácido Berlanga, uno de los mejores directores que hemos tenido, una hostia al Franquismo, que tiene aún más valor al ser realizada en plena época del mismo. Alegato contra la pena de muerte, con mucha mala hostia y acidez. Grande José Isbert, como siempre.
'El profesor chiflado' ('The Nutty Profesor', Jerry Lewis, 1963)
Uno de los mejores ejemplos del buen hacer de Jerry Lewis, tanto en la interpretación como en la dirección. La versión más original del famoso Jekyll y Hyde, con Lewis en la piel de un científico enclenque que al tomar su poción se convierte en un guapo y elegante seductor bastante hijo de puta, el cual le sirve al ctor para verter su parodia de su eterno compañero Dean Martin.
'Viento en las velas' ('A High Wind in Jamaica', Alexander Mackendrick, 1965)
Impresionante film de aventuras que se adentra en la crueldad infantil como pocas veces se ha visto en el cine. Enormemente bella y también muy incómoda.
'Plan diabólico' ('Seconds', John Frankenheimer, 1966)
Film visionario del que buena parte de la ciencia ficción posterior bebe bastante. Una historia tan atrevida como impecablemente contada por un director casi nunca justamente reconocido y ha firmado películas magistrales, como ésta o 'El tren' ('The Train', 1964). Rock Hudson en la interpretación de su vida.
'El bueno, el feo y el malo' ('Il buno, il brutto, il cattivo', Sergio Leone, 1966)
Probablemente la mejor de la llamada Trilogía del dólar, de Sergio Leone, y en la que elevaba los elementos de las dos anteriores películas a la énesima potencia. El trío de actores dan una lección de feeling cinematográfico, y el duelo final, a tres bandas, es uno de los mejores de la historia del género. Mítica banda sonora de Ennio Morricone.
'A sangre fría' ('In Cold Blood', Richard Brooks, 1967)
Una de las mejores películas de Brooks, que adapta la famosa novela de Truman Capote que narra el cruel asesinato de una familia a manos de dos hombres, interpretados por dos actores poco conocidos salidos de la televisión, uno de los aciertos del director. Un estudio sobre la violencia como pocos. Tim Robbins se inspiró en ella para su 'Pena de muerte' ('Dead Man Walking, 1995).
'Grupo salvaje' ('The Wild Bunch', Sam Peckinpah, 1969)
Del director que mejor retrató la violencia en el cine —hoy casi podemos decir que dicha violencia se ha ablandado en gran parte del cine estadounidense, más destinado a blandengues— ésta es su película más conocida. Pura poesía crespuscular, como era habitual en el cine de Peckinpah, con un reparto en estado de gracia. El tiroteo final ha sido muy imitado, jamás igualado.
'El diablo sobre ruedas' ('Duel', Steven Spielberg, 1971)
Suele decirse erróneamente que ésta es la primera película que dirigió Spielberg, cuando su ópera prima es la excelente 'Loca evasión' ('The Sugarland Express', 1974). 'Duel' es un trabajo realizado para la televisión que conoció estreno en cines en Europa —algo que solía hacerse mucho en la década de los setenta—. Con guion de Richard Matheson, un trabajo milimétrico en todos los aspectos, utilizando técnicas cinematográficas, muestra a un director que se convertiría en un absoluto genio.
'Johnny cogió su fusil' ('Johnny Got His Gun', Dalton Trumbo, 1971)
La única película como director del guionista que ganó dos Oscars por libretos escritos que seudónimo debido a la famosa caza de brujas de los cincuenta, es un terrorífico relato sobre un soldado que, en la Primera Guerra Mundial, pierde las piernas, los brazos, los ojos y los oídos; sólo puede comunicarse por morse. El final es de los que dejan huella.
'La última película' ('The Last Picture Show', Peter Bogdanovich, 1971)
Un pequeño pueblo del oeste de Texas está muriendo. El paso hacia la madurez de sus tres jóvenes protagonistas. Todo un canto a la nostalgia, a la de verdad, con un Ben Johnson inmenso que participó en la película como favor a John Ford, y terminó ganando un Oscar.
'La huella' ('Sleuth', Joseph L. Mankiewicz, 1972)
Uno de los mejores guiones que se han escrito, tanto que creo deberían enseñarlo en las escuelas de cine, dirigido por Mankiewicz —un grande que dominó todos los géneros—, especialista en poner en imágenes historias con abundantes y largos diálogos. Impresionantes Olivier y Caine.
'Malas tierras' ('Badlands', Terrence Malick, 1973)
La ópera prima de Malick, aún a día de hoy su mejor película, una historia a lo Bonnie & Clyde con unos jóvenes Martin Sheen y Sissy Spacek en Dakota. Violenta y poética.
'El golpe' ('The Sting', George Roy Hill, 1973)
Uno de los títulos míticos de la década de los setenta, y una de las mejores películas sobre engaños y timos. Paul Newman y Robert Redford demuestran su más que perfecta compenetración a través de un guion milimétrico que semeja una gran partida de póker, con faroles incluidos.
'La matanza de Texas' ('The Texas Chain Saw Massacre', Tobe Hooper, 1974)
La obra maestra de su director, un genial juego macabro que manipula la imaginación hasta límites insospechados. Inteligente uso del sonido, la fotografía y el montaje. Atmósfera malsana muy lograda. Su influencia aún continúa a día de hoy.
'El hombre que pudo reinar' ('The Man Who Would Be King', John Huston, 1975)
Una aventura única basada en la novela del genial Rudyard Kipling —os recomiendo de paso leer su poema "Si"— que lleva a dos soldados británicos a desertar para seguir sus sueños de grandeza en una tierra lejana. Tanto Michael Caine como Sean Connery coinciden en que es su película preferida de las que protagonizaron.
'Taxi Driver' (íd., Martin Scorsese, 1976)
Una de las mejores películas de su director, con el error de Vietnam aún reciente. Un descenso a los infiernos por parte de Travis Bickle, al que da vida Robert De Niro en una de sus mejores interpretaciones. Violenta y poética, es una hostia al conformismo entre otras cosas.
'El quimérico inquilino' ('Le locataire', Roman Polanski, 1976)
Un hombre alquila un apartamento en París en el cual la inquilina anterior se tiró por la ventana. Un intenso thriller psicológico con una impresionante atmósfera difícil de olvidar. Otra de esas películas que son la representación del miedo puro. Para mí, es la mejor película de su director.
'Apocalypse Now' (íd., Francis Ford Coppola, 1979)
La mejor película sobre Vietnam, una de las mejores del género bélico, y prácticamente la mejor de su director. Un viaje al infierno. Impresionante trabajo actoral.
'Excalibur' (íd., John Boorman, 1981)
La mejor película sobre la leyenda del Rey Arturo y su espada Excalibur. Lírica y épica es también el punto más alto alcanzado por Boorman. Impresionante fotografía y música.
'La cosa' ('The Thing', John Carpenter, 1982)
Uno de los mejores remakes de la historia, concretamente de 'El enigma de otro mundo' ('The Thing From Another World', Christian I. Niby, 1951) y cuya dirección se suele atribuir a Howard Hawks, precisamente el director más influyente en el cine de Carpenter. Los efectos visuales siguen impresionando hoy día.
'Érase una vez en América' ('Once Upon a Time in America', Sergio Leone, 1983)
Probablemente la mejor película de su director, machacada cruelmente en el momento de su estreno. La mejor historia de gángsters jamás realizada, el mejor alegato sobre la amistad. Pasado presente y futuro (soñado) se dan la mano en la obra más grande de su director. Un viaje hacia la verdad a través de la fábula.
'El jinete pálido' ('Pale Rider', Clint Eastwood, 1985)
El tercer western dirigido por Eastwood es una puesta al día del clásico 'Raíces profundas' ('Shane' George Stevens', 1953) al que se la añadieron cambios fundamentales, como todo el tratamiento del fantastique —el protagonista es un espectro que regresa de la muerte para vengarse—, y un sentido homenaje a Sergio Leone. Ejemplar uso del formato scope.
Tras doce años en esta web, éste es mi último artículo. Ha sido un buen viaje.
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