Este viernes se estrena la película de Hirokazu Kore-eda 'Aruitemo aruitemo', que en España lleva el nombre de 'Caminando', aunque se hace referencia a ella más comúnmente por su título internacional: 'Still Walking'. El film nos muestra un fin de semana en la vida de Ryo, un hombre que se ha casado con una divorciada con un hijo. Los tres van a visitar a los padres de él, quienes aún no se han repuesto de la muerte de su primogénito, doce años atrás. La hermana, el cuñado y los sobrinos de Ryo también se encuentran de visita en la casa de los padres, a la que tienen pensado mudarse próximamente.
'Still Walking' es una pausada película que explora los sentimientos de los personajes y las relaciones entre los miembros de la familia. Habla de la dificultad para olvidar las desgracias, de las ideas fijas que no se podrán cambiar, del dolor convertido en reproches y de cómo todo esto hace que sea muy difícil avanzar para quienes aún tienen la oportunidad. Los padres, aferrados a la frustración que les causó perder al heredero, al hijo mayor que se suponía que seguiría los pasos de su padre en su consulta médica, impiden que el hijo superviviente levante cabeza al cuestionar cada una de sus decisiones y subestimarlo en todo.
Es muy interesante ir apreciando, a través de conversaciones cotidianas, toda esa mar de fondo que entristece a los personajes. A pesar de que la película lo logra en gran parte del metraje, en otras ocasiones, Koreeda no confía en el subtexto y declara abiertamente sentimientos que, si esto fuese la vida real, probablemente los propios personajes no habrían podido expresar de manera tan clara –por ejemplo, cuando la madre le confiesa a Ryota que invita al hombre al que salvó la vida su hermano para hacerle sufrir—.
Aunque hable de desgracias, 'Still Walking' no exagera ningún sentimiento, no nos muestra a sus personajes llorando, gritando o exteriorizando lo que padecen. Si bien los diálogos no tienden tanto a la sutileza, los encuadres persiguen la discreción al no remarcar casi nunca los momentos con cambios de planos o de ritmo. Pero principalmente por la utilización del fuera de campo y de los diálogos que se escuchan en off o que se mantienen entre una habitación en la que se ha inmiscuido la cámara y otra donde no vemos lo que ocurre.
La interpretación también es uno de los aspectos contenidos y todos los actores del elenco representan maravillosamente sus papeles. Quien más obedece a esta contención es Hiroshi Abe, en el papel protagonista. Su personaje sostiene la película aunque sólo sea porque está ahí como catalizador, para recibir de todas partes y para que todos los demás miembros de la familia demuestren sus formas de ser al interactuar con él. También es quien tiene la peor papeleta: sustituir la figura de un hombre desaparecido, sabiendo que nunca lo considerarán tan grande como al otro; seguir siendo un segundón, a pesar de que el primero ya no está. El actor crea un personaje perfecto con todos estos condicionantes y logra que lo sintamos cercano y que nos importe, por mucho que su situación pudiese haberlo convertido en un calzonazos, en un don nadie, es decir, en un personaje vacío.
Si comparo 'Still Walking' con las otras dos películas que he visto de Kore-eda Hirokazu, 'Hana' y 'Nadie Sabe', la presente sale perdiendo. Me fascina menos esta historia y confieso que en muchos momentos se me hace tediosa. Son casi dos horas en las que todo lo que podemos ver son las conversaciones de los integrantes de una familia. En común con ellas tiene esa elección de bellísimos actores, sobre todo entre los niños. Y es que aquí los personajes infantiles son también, como en aquellas dos, lo que más encanto proporciona a la película y lo que más se disfruta.
De alguna forma, 'Still Walking' puede recordar a los mangas de Jiro Taniguchi por la vuelta a la ciudad natal, el reencuentro con los padres, etc… La diferencia principal sería que en ellos se suele ofrecer una invitación a la reflexión culpabilizadora: el protagonista se siente mal por haber desatendido a sus mayores. Aquí el protagonista no es el verdugo, sino la víctima, y lo que necesita no es pasar más tiempo con su familia, sino desvincularse de ella emocionalmente para hacer su propia vida. El caminar del título, que podría hacer referencia a la actividad que les viene bien a los ancianos por su salud, también nos habla de la importancia de seguir dando siempre pasos hacia delante.
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