El director y guionista japonés Hirokazu Kore-eda es un autor de sensibilidad y delicadeza extraordinarias, que suponen una garantía a la hora de buscar valores en sus films. Las tres películas suyas que había visto: 'Nadie sabe', 'Hana' y 'Still Walking (caminando)' son muy diferentes entre sí, pero todas ellas cuentan con personajes muy cercanos y transmiten sentimientos con enorme fuerza. Mañana llega a nuestras pantallas un nuevo título suyo, 'Air Doll' ('Kûki ningyô', 2009) que se despega ligeramente de la pureza que tenían sus films anteriores para caer en un tema de fondo quizá más fácil o, si se puede llamar así, comercial.
A diferencia de 'Tamaño natural', de Luis García Berlanga y de, por ejemplo, la más reciente, 'Lars y una chica de verdad', de Craig Gillespie; esta película no explora la mente del hombre que, pervertido o no —dejemos ese debate para las películas que sí lo analizan—, goza de creer real a una muñeca hinchable o incluso la prefiere a una mujer de carne y hueso. En 'Air Doll' existe un momento en el que el dueño de Nozomi expresa sus inclinaciones, pero el film la tiene a ella como protagonista para explorar lo que siente y este punto de vista es lo que hace que sea diferente a los que anteriormente habían tratado el tema. Gracias a eso, 'Kûki ningyô', que está basado en el manga 'La figura neumática de una chica' de Yoshiie Gorda, no es una película más sobre este fetichismo, sino algo nuevo.
'Kûki ningyô' está cargada de ternura y de poesía. Kore-eda se queda hábilmente a medio camino entre la realidad y el sueño, sin llegar a determinar nunca con claridad el paso de plástico a piel o el cómo la percibe cada uno de los personajes. La incomunicación de una urbe tan impersonal como Tokio está reflejada con el mismo acierto. El comportamiento de Nozomi, que parece una niña recién aterrizada en este mundo, pero que al mismo tiempo es un juguete sexual —la película no está exenta de erotismo—, rezuma encanto: maravillosa la interpretación de Doona Bae. Su relación inocente con Junichi es igualmente deliciosa. El autor ha tomado la metáfora del aliento de la persona amada como elemento que da la vida y la ha transformado en una realidad que se expresa a través de la escena más fascinante del metraje.
'Air Doll' se ve aquejada, no obstante, por algunos aspectos menos logrados, que son claras insignificancias, aunque descritos ocupen más que los halagos. Entraría aquí la salida de tono que supone (spoiler) el corte que Nozomi le hace a Junichi y que desencadena un final tan trágico (fin del spoiler). Además de ser un cambio de tercio porque hasta entonces el comportamiento de los personajes no había sido tan bizarre—en el sentido inglés o francés de la palabra, no en el español—, también es poco creíble.
Por otro lado, la voz en off de Nozomi, siempre introducida para hablar de su nuevo corazón, se me antoja forzada e innecesaria y empaña la limpieza que podría tener la cinta. Koreeda trata de relacionar la transformación de la muñeca como ser real con las vidas de varios personajes que poco tienen que ver con ella, como si fuese un hada que, con su varita toca a los menos afortunados para alegrarles la existencia —recuerda por ello a la adorable Amèlie—. A este fin, intercala, en dos o tres momentos de la cinta, secuencias de montaje donde vemos a estos seres en sus comportamientos cotidianos y escuchamos las explicaciones de la joven. No estaría del todo segura de si el autor ha logrado esta pretensión o siquiera de si era necesario aspirar a que la muñeca tuviese tanta influencia en los demás. La sencilla historia que la incluye a ella, a su dueño y a Junichi bastaría para completar un precioso film poético.
'Air Doll' es, en resumen, una cinta llena de maravillosos momentos y dotada de un tremendo encanto. Es quizá la más universal de las que conozco de Koreeda, ya que es más entretenida que 'Still Walking', menos dura que 'Nadie sabe' y más contemporánea que 'Hana'. No le falta, ni mucho menos, implicación por parte del autor ni autenticidad, pero, de alguna forma, encuentro que es la que menos representa aquellas aportaciones personales que tanto me han gustado de este director.
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