“¡Una vez tuve un sueño parecido a esto!” [Un personaje, huyendo, mientras caen del cielo rosquillas gigantes]
‘Lluvia de albóndigas’ es una de las alternativas que tenéis si os acercáis uno de estos fríos días al cine. Dirigida por los debutantes Phil Lord y Christopher Miller (creadores de la serie de culto ‘Clone High’), la película es una adaptación del cuento infantil ‘Cloudy With a Chance of Meatballs’ (‘Nublado con posibilidad de albóndigas’), escrito por Judi Barrett e ilustrado por Ron Barrett, y ha sido realizada en los estudios de animación de Sony, responsables anteriormente de ‘Colegas en el bosque’ (‘Open Season’) y ‘Locos por el surf’ (‘Surf´s Up’).
No he visto esas dos, y tampoco pensaba ir a ver ‘Lluvia de albóndigas’ por la misma razón: creí que estaba hecha exclusivamente para el disfrute de los más pequeños (de los niños, vamos, que no se me ofenda nadie). Por otro lado, el absurdo argumento, el título español (que podría haber sido peor, algo como ‘Lluvia de pelotas’) y que Flipy ponga su gangosa voz al personaje principal, me parecieron igualmente buenas razones para mantenerme muy alejado del producto de Sony. Pero, por una serie de circunstancias que ahora no vienen al caso, me encontré ayer por la tarde frente a la taquilla de un multicines con sólo dos opciones: ‘Planet 51’ o ‘Lluvia de albóndigas’. Creo que acerté de pleno, porque la película de Lord y Miller es mucho mejor de lo que parece a simple vista.
‘Lluvia de albóndigas’ gira en torno a Flint, un chico de grandes ojos curiosos que sueña con ser un gran científico, a la altura de sus ídolos, Nikola Tesla o Alexander Graham Bell. Vestido con la túnica blanca que le regaló su madre cuando era niño, Flint dedica su tiempo a crear inventos revolucionarios, pero ninguno de ellos tiene éxito, hasta que da con la mejor idea de todas las que se le han ocurrido hasta el momento: una máquina que haga caer comida del cielo.
Aunque pueda parecerlo, hay que señalar que Flint no llega a esta idea para solucionar el hambre en el mundo. Su invento, en un principio, es más modesto, y sólo pretende alegrar la vida del sitio en el que vive, un triste pueblo de pescadores donde sólo comen sardinas. Tras una serie de accidentes, el chico logra su propósito y crea la máquina que convierte el agua de las nubes en comida, la que sea. Así, pronto, todos empiezan a pedirle sus platos favoritos, y el pueblo se convierte en un lugar famoso, próspero, feliz.
Pero ya sabemos que la felicidad no tiene mucho juego en el cine. El alcalde querrá explotar el invento al máximo y las cosas empezarán a complicarse cuando la máquina de Flint se descontrole y fabrique cada vez comida de mayor tamaño, amenazando con destruir no sólo el pueblo, sino todo el planeta… De este modo, ‘Lluvia de albóndigas’ llega a resultar algo muy parecido a ‘2012’, sólo que más divertida, original y emocionante. Técnicamente, la película es impresionante, y aunque no creo que pierda mucho en 2D, lo cierto es que en varias secuencias se aprovecha a la perfección el formato 3D, dejándote pegado a la pantalla (hay un uso genial de las luces, y creo que ‘Tron Legacy’, con las persecuciones de motos en 3D, puede ser realmente increíble).
Resulta sorprendente que Phil Lord y Christopher Miller hayan transformado ‘Cloudy With a Chance of Meatballs’, un cuento infantil de 30 páginas, caracterizado por las ilustraciones de la comida que cae del cielo, en una espectacular película de una hora y media, para todos los públicos, con una serie de personajes de lo más carismáticos.
Desde el soñador, genial y patoso inventor Flint (Bill Hader en la versión original, el Flipy en la patria), hasta la acomplejada becaria del canal de noticias del tiempo (Anna Faris en inglés, Isabel Valls en español), pasando por el avaricioso y manipulador alcalde (Bruce Campbell), el policía forzudo que quiere con locura a su hijo (Mr. T) o el mono que puede expresar sus sentimientos gracias a uno de los inventos de Flint, todos los protagonistas de esta alocada y fantástica historia resultan necesarios, tienen sentido, y aportan algo a la película.
Claro que ‘Lluvia de albóndigas’ no puede compararse con lo que se hace en los estudios Pixar o Ghibli. Lord y Miller extienden acertadamente la breve trama que tienen entre manos centrándose en el desarrollo de los diferentes personajes, en lugar de rellenar metraje con gratuitas secuencias de acción (cosa que hacen la gran mayoría de los trabajos de animación de otros estudios, y ‘9’, de próximo estreno, es precisamente eso), pero en el fondo, la suya no deja de ser una película con techo, el que posiblemente hayan puesto los jefazos de Sony, que buscarían simplemente una película divertida para ver en familia. Bueno, eso no es tan fácil como parece, que la puedan ver mayores y pequeños sin que nadie se quede fuera o se sienta insultado, y ésta lo consigue.
Así que, en definitiva, si quieres ir al cine uno de estos días, ya sea en solitario, en pareja o en familia, y ver algo muy entretenido, con momentos de carcajada (hay algunos chistes geniales), con espectaculares secuencias en 3D, y personajes entrañables, yo te recomiendo que pases del feo título español y de los prejuicios sobre la animación (o sea, lo que opina el señor Molina-Foix sobre “las películas de plastilina”) y vayas a ver ‘Lluvia de albóndigas’.
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