La rutina procedimental se puede romper de muchas maneras. Con personajes emblemáticos, con el humor por montera ('Bones'), con un enfoque distinto ('House') o poniendo el acento en las habilidades de quienes protagonizan la serie ('Miénteme', 'El Mentalista'. Pero también esa rutina puede no romperse, aunque entonces ya será más complicado destacar. Es lo que le ocurre a 'The Forgotten' (Sin identificar), la producción de la ABC que ha llegado recientemente a España a través de Fox y que seguro que no tardará en dar el salto a las generalistas.
A priori, la serie parecía interesante, principalmente por el punto de vista que decía querer adoptar. "La trama nos la contarán los muertos", anticipaban las primeras noticias de la serie, y uno, idealista porque sí, soñaba con una especie de 'El Crepúsculo de los Dioses' televisivo. Vale, ¿qué pasa?, uno es un optimista nato. Por supuesto, de noir aquí hay muy poco y el recurso del narrador omnisciente-pero-cadáver ha sido sustituido por un narrador que está muerto, no sabe demasiado y va descubriendo su identidad a medida que los investigadores resuelven enigmas. Poquita cosa si esto era lo que iba a diferenciar a la serie.
Extirpado de raíz mi mayor interés para seguir 'The Forgotten' (Sin identificar), lo siguiente era buscar ese "algo más". Pero no lo hay: es posible que la serie entretenga, pero es complicado no decepcionarse a poco que empezamos a rascar en la superficie en busca de algo más.
Por ejemplo, la premisa (ese grupo de investigadores voluntarios que llega donde la policía no puede) está al borde de romper la credibilidad (realmente, la policía es muy inútil ante pistas obvias para simples aficionados). Otro ejemplo más: la química en el grupo brilla por su ausencia y los personajes están escritos con desinterés. Así que si ni los guionistas se preocupan por darles empaque y sacarlos de su condición de figuritas de cera sin rasgos propios, ¿por qué iba a interesarse el espectador en ellos?
En primer plano de todo este problema está Cristian Slater, un actor que parece haberse empeñado en crearse una carrera donde el método ensayo-error sólo sirve para tropezar de nuevo. No sé si la culpa es suya o de su(s) agente(s), pero cualquier promesa de buen futuro que pudo haber dejado al inicio de su vida profesional ha quedado ya enterrada entre mediocridades y papeles hechos con el piloto automático.
El problema que muestra 'The Forgotten' (Sin identificar) no es el de que muchas series se corten por un mismo patrón: eso es algo casi intrínseco a la industria televisiva, pese a que la bonanza creativa de la última década nos haya hecho pensar algo diferente. La televisión (como otras muchas "industrias culturales") exige que los modelos que funcionan se repitan una y otra vez: es cómodo, es más barato y es más seguro. Para los guionistas, creadores y realizadores, esto tiene la ventaja de que, sobre esos modelos, se pueden probar pequeños cambios sin miedo a ir "demasiado lejos" para los que ponen el dinero.
Por contra, la principal trampa que se esconde en estos modelos es la comodidad. Ahí donde se ha instalado 'Sin identificar'. Creo que cada acto creativo, por pequeño que parezca, debería ir acompañado de un lema: "si no me creo capaz de mejorar en algo lo que ya se ha dicho/hecho, no lo haré". Y 'The Forgotten' en ningún momento se ve capaz a sí misma de trascender.
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