Roberto Benigni besó los pies de Martin Scorsese cuando se llevó el Grand Prix de Cannes por 'La vida es Bella'
Probablemente sea una de las películas más conmovedoras (y al mismo tiempo con su toque de comedia) de las últimas décadas. Estrenada a finales de 1997 en Italia (aunque en España tendríamos que esperar a 1999), Roberto Benigni conquistó los corazones de todo el mundo con una película ambientada durante la Segunda Guerra Mundial... y en un campo de concentración nazi.
No solo fue un fenómeno global (con una recaudación nada mala) sino también se llevó el Grand Prix del Festival de Cannes 1998, arrasó en los Donatello (nueve galardones) y recibió tres óscares, incluyendo a mejor película de habla no inglesa. Estoy hablando, por supuesto, de 'La vida es bella' ('La vita è bella') cinta italiana que podremos ver esta tarde a partir de las 19:45 en Paramount Network.
Dirigida, coescrita y coprotagonizada por Benigni, el actor y cómico nos adentraba en su primera parte en un romance en tiempos de guerra cuando Guido llega a trabajar con su tío en una pequeña ciudad de la Toscana italiana. Ahí conocerá y se enamorará de una muchacha (Nicoletta Braschi) con la que tiene un hijo, Giousè.
Años después llegará el infortunio cuando el norte de Italia es ocupada por los nazis y son capturados y llevados a un campo de concentración. Allí Guido hará todo lo posible no solo para mantener el contacto con su esposa, al ser separados, también para ocultarle la dura realidad a su hijo, montando toda una fábula para ello.
La vida es dura
Una historia inspirada por la de Rubino Romeo Salmoni, superviviente que escribió unas memorias tituladas 'He derrotado a Hitler' donde, con ciertos toques irónicos, relató el calvario por lo que pasó durante los últimos años de la guerra, acabando por su paso por Auschwitz. También en las propias vivencias del padre de Roberto Benigni, quien les contaba su paso por un campo alemán con tono de humor para evitar asustarles.
Este rasgo de humor, precisamente, fue una de las principales quejas por parte de una parte del público y crítica, quienes no veían con buenos ojos el tomarse tan aparentemente a la ligera una tragedia tan sobremonumental como fue el holocausto y también lo apolítico de su mensaje. Al menos así lo aseguró el propio Benigni al crítico Roger Ebert.
Quizás si por aquel entonces hubiésemos tenido el clima de redes sociales de ahora, habríamos tenido batallas campales con bandos a favor y en contra de 'La vida es bella' y de hecho hoy la corriente es que "no fue para tanto". Pero lo cierto es que la película fue, sin duda, uno de los últimos grandes fenómenos del cine del siglo XX, con millones de personas encandilados por una película que, ante todo, habla de esperanza, de inocencia y del espíritu humano ante la adversidad.
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