Canal 9, la televisión autonómica valenciana debe de estar pasando por cualquier cosa menos por su mejor momento. En los últimos meses, por no decir año, ha saltado de medio a medio por una sóla palabra clave: dinero. La cadena está en una crisis profunda, incapaz de afrontar una deuda que arrastra desde hace mucho tiempo. Los sucesos han ido aconteciéndose poco a poco, hasta donde se sabe, comenzando por una masiva implantación de becarios, la mano de obra de moda de la industria televisiva. Becarios que entran con todas las ganas de aprender y darlo todo, cobrando un micro salario de verdadera risa por una jornada laboral normal y corriente en muchos casos.
Un tipo de trabajadores jóvenes y muy baratos a los que se le prometen unas condiciones laborales que al acabar su beca o contrato en prácticas se ven reducidas al despido, sin paro ni compensación económica, sustituidos por otra manada de jóvenes trabajadores con carácter más que temporal. Al parecer, la redacción de informativos de Canal 9 está compuesta desde hace bastantes meses por un porcentaje realmente preocupante de becarios que no tienen culpa de nada, la mano de obra rentable para producir algo en televisión. Primera medida de ahorro.
Ayer mismo salía a la luz la noticia de ultimátum que Telefónica ha dado a Canal 9 por no pagar las facturas de teléfono desde hace más de un año, teniendo que llegar al drástico y comprensible caso de suspensión del servicio. Pero el asunto continúa ennegreciendo con la noticia de que ahora RTVV (el ente que gestiona la televisión autonómica valenciana), se queda sin canal internacional por no pagar el alquiler del satélite, que corre a cuenta de Hispasat, empresa controlada en una buena parte también por Telefónica. Los rumores apuntan a Punt 2, el segundo canal autonómico, que también podría estar en peligro.
La única pregunta que se me ocurre por el momento es sencilla: ¿Y el dinero?
Vía | Levante-EMV