Estoy encantada. Ha sido muy halagador para mi ego.
Así de feliz y de simpática se mostró esta mañana Isabella Rossellini, cuando inevitablemente le preguntaron cómo se sentía al presidir el jurado de la Berlinale. La carismática actriz, todo un privilegio verla y oírla tan cerca, ha sido una de las protagonistas de hoy, jueves, el primer día de la 61ª edición del festival de Berlín, que se ha inaugurado con la proyección de ‘Valor de ley’ (‘True Grit’, 2010), de los hermanos Coen, que han venido acompañados por tres de los protagonistas para presentar la película. Como ya os anuncié, me encuentro en la ciudad alemana, acreditado por Blogdecine, para acercaros de primera mano el certamen.
Una silla vacía
Otra de las protagonistas de esta primera jornada ha sido sin ninguna duda una silla vacía. La de Jafar Panahi. Curioso detalle el de la organización del festival, dejar un llamativo vacío en la mesa del jurado, justo en el centro, como un homenaje al realizador iraní, así como una señal de protesta por su arresto (ha sido condenado a seis años de prisión y veinte sin poder hacer películas ni viajar fuera de Irán). La ausencia de Panahi fue uno de los temas sobre los que giró la rueda de prensa con los seis miembros del jurado. Algo a lo que creo que nunca me acostumbraré, y que notaréis a lo largo de esta entrada, es lo banales (cuando no directamente estúpidas) que suelen ser las preguntas que se realizan a los invitados. Debería intentar mejorarse este asunto.
A eso de las once menos cuarto de la mañana tuvo lugar el encuentro del jurado de la Berlinale con los medios acreditados de todo el mundo. Como ya he señalado, la intérprete (modelo, escritora, directora) de origen italiano Isabella Rossellini es la presidenta en esta 61ª edición; Jan Chapman (productora australiana), Aamir Khan (actor, director y productor indio), Nina Hoss (actriz alemana), Guy Maddin (director y escritor canadiense) y Sandy Powell (diseñadora británica) son los otros miembros del jurado.
La primera cuestión que rompió el hielo fue dirigida a la presidenta, que tuvo que explicar qué había significado para ella ser hija de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini. Tal cual. “Maravilloso”, contestó la mujer tras quedarse aturdida un instante. “Ojalá hubieran vivido más tiempo, se fueron pronto, no pudieron conocerme como adulta, y no pudieron ver a mis hijos”, prosiguió, aclarando que aunque en principio le supuso una ventaja, tuvo que superar pruebas, como cualquier actriz, y convencer a los directores de su valía, que no era simplemente “la hija de Bergman”. Sobre su elección como jurado, aparte de lo citado arriba, comentó que hasta ahora le había resultado difícil aceptar este tipo de compromisos, pero que ahora que sus hijos eran mayores y ha abandonado su papel de madre, era el momento ideal.
Khan fue el primero que habló de Panahi. El indio aclaró que había coincidido con él en el festival de Locarno, y luego le dedicó todo tipo de elogios, definiéndole como un embajador de su país y su cultura, subrayando lo absurdo del arresto. Ante la pregunta de si la silla vacía quería decir que la Berlinale esperaba la llegada del iraní, Rossellini aclaro que no (evidentemente), que no pueden hablar con él y que no piensan que vaya a participar de ninguna forma. Dijo que para ella, el gesto representa de algún modo uno de los objetivos de la Berlinale, “que todas las voces sean escuchadas”. Tras confesar que aprendió a hacer películas con la práctica, sin estudios, a Khan le plantearon por qué el cine indio, Bollywood, es tan diferente del resto, y su respuesta fue que ellos trabajan para su país, para el público de allí, que no piensan en un mercado internacional, aunque la tendencia está empezando a cambiar.
Alguien preguntó si el jurado estaba familiarizado con el cine latinoamericano, a lo que Rossellini respondió que al ser el italiano su primer idioma se sentía muy cercana a España y otros países hispanohablantes, y Maddin dijo que a partir de Orson Welles empezó a investigar en lo español, que había estado en el festival de Sitges y que adoraba las películas mexicanas de El Santo; poco más. Por último, se cuestionó a la presidenta sobre qué iban a buscar entre las competidoras para otorgar el Oso de Oro, a lo que Rossellini respondió que aún no lo sabía, que el certamen acaba de empezar. “La individualidad de cada voz, de cada cine, eso es lo que más nos atrae”, concluyó la famosa actriz.
Estrellas y agallas
Sólo faltó Matt Damon. Joel Coen y su hermano Ethan, arropados por Jeff Bridges, Josh Brolin y la jovencísima Haylee Steinfeld entraron en la sala de conferencias y de inmediato fueron recibidos por fuertes aplausos y cientos de flashes. Se supone que los fans están fuera, y que nosotros somos serios profesionales que venimos a trabajar, pero no todos los días tiene uno la suerte de estar en la misma habitación que el señor Bridges, al que todos mostramos nuestra más sincera admiración. Sin embargo, pese a que el veterano actor bromeó y se mostró participativo, el protagonista de la rueda de prensa fue Brolin, a quien curiosamente no le dirigieron ni una sola pregunta. Quizá lo intuyó y no quiso pasar desapercibido.
El encuentro estaba previsto para las 14:30, después del pase de prensa de la película (en breve os hablaré de ella). Yo pensaba que, después de esperar más de media hora en esa sala repleta de gente impaciente (parece que los retrasos son habituales, pero a los acreditados no se nos permite llegar tarde a nada, es curioso), todos estábamos deseando que los directores y los protagonistas del film que acabábamos de ver hablaran sobre el rodaje o los inicios del proyecto, pero me equivoqué. Varios periodistas (o lo que fueran) tenían otras cosas en la cabeza. La primera intervención relacionó al personaje de Bridges en ‘Valor de ley’, Rooster Cogburn, con ‘El nota’, su papel en ‘El gran Lebowski’ (‘The Big Lebowski’, 1998). Joel Coen se quedó a cuadros, lo mismo que el resto de invitados, pero llegó a responder: “Es divertido, no lo había pensado”.
La segunda pregunta fue para Steinfeld, que cuál había sido el mayor reto que había tenido que superar en su primer trabajo en el cine. La chica (nominada al Oscar) dijo que no lo sabía, que ninguno en especial; “Una vez me aprendí los diálogos, todo fue fácil”, concluyó con desparpajo. Bridges alabó a los Coen cuando alguien preguntó por qué la película había tenido tanto éxito: “Supongo que por fin todos se han dado cuenta de que estos dos son unos maestros, que son los mejores”. Al menos un par de reporteros se empeñaron en preguntar a los directores si habían querido plantear temas actuales con su film, cosa que negaron rotundamente, y luego si había algo de su vida en ‘Valor de ley’, lo que Ethan Coen se tomó ya a puro cachondeo, soltando: “Veo difícil relacionar nuestra biografía con esta película”.
Alguien preguntó por qué rodar ahora un remake de ‘Valor de ley’, y los Coen volvieron a repetir (vienen haciéndolo desde antes del estreno en Estados Unidos) que no es un remake, es una adaptación de una novela. Brolin se estaba quedando asombrado por las cuestiones (como la mayoría de los presentes, supongo), y finalmente intervino cuando una periodista preguntó a Steinfeld qué había sentido al filmar la película siendo la única chica, rodeada de hombres tan poderosos y masculinos. “Se nota que eres tú la que querías estar ahí, la pregunta va sobre ti, no sobre ella”, respondió el actor, tras la indecisión de su compañera de reparto, que luego, tras las risas provocadas por el comentario de Brolin, aclaró que nunca fue la única chica del rodaje, allí estuvieron siempre su madre y otras profesionales. También le preguntaron si la trataron bien (en serio), a lo que Steinfeld respondió que claro, que todos habían sido estupendos con ella.
Lo mejor de todo llegó cuando un señor, que al parecer le importaba poco la película, preguntó a los invitados qué pensaban de John Wayne (protagonista de la anterior adaptación de ‘Valor de ley’, del 69), como icono, como actor, como influencia. Ethan Coen empezó contestando que no fue un actor que les influyera en absoluto, Joel continuó argumentando que, aun siendo un buen actor, no pensaba que los jóvenes de hoy conocieran a Wayne, Steindeld lo corroboró, y Bridges dijo que como era una readaptación de una novela, no había imitado en nada a Wayne. Como el periodista insistió y preguntó si Bridges llegó a conocer a Wayne, mientras éste lo negaba, Brolin se acercó al micrófono y soltó: “Yo sí, yo le conocí, estuve mucho tiempo con él, no fue un ejemplo en lo político, pero muy bien”. Tras una pausa, con la sala partida de risa, se puso muy serio y le dijo al profesional acreditado directamente a los ojos que había hecho una mala pregunta, que no era acertado buscar comparaciones, ni ponerse a hablar ahora de Wayne; son dos películas que han salido de una misma novela, y punto.
Al siguiente casi le tira una botella de agua. Un tipo preguntó qué tal habían comido durante el rodaje. Pasado el absurdo, se les preguntó a los Coen por el género del western. Los dos dijeron cosas parecidas, se aferraron a la novela y a la historia, apartando la idea de que hubieran querido hacer un western. “Simplemente es algo circunstancial, es una historia que ocurre allí”, subrayaron. Brolin volvió a intervenir comparando a Charles Portis con Shakespeare, y argumentó que lo que se ve en la película es el pasado de los Estados Unidos de América, es su cultura, y que quizá por eso ha entusiasmado tanto al público de allí (la película ha recaudado más de 150 millones de dólares), así como por los valores que se representan, simples pero puros, y nada actuales. Con muy poco más se dio por terminada la rueda de prensa. Mañana más. Esto solo acaba de comenzar.
JL Caviaro desde Berlín, 10 de febrero de 2011.