Hay compositores cuyo estilo y/o talento llevan eso de que la banda sonora sea esencial en la narrativa de una historia a un extremo tal que uno siente que ese relato sería muy diferente sin su trabajo. Max Richter consigue que todo sea más melancólico y triste con sus notas, ciertos títulos western no se entienden ya sin Ennio Morricone, las melodías de Ramin Djawadi asociadas a cada casa y actitud pertenecen ya a la identidad de 'Juego de Tronos' y Austin Wintory es capaz de construir la mitad de la atmósfera de un videojuego sólo con sus notas.
Hans Zimmer es uno de estos nombres. Un compositor que nunca pasa desapercibido (para bien y para mal), que es mucho más versátil de lo que aparenta y quien es clave en la filmografía de Christopher Nolan. No se entiende 'Origen' sin los famosos POOOOOO; 'Interstellar' se siente más trascendente gracias a ese órgano y el fatalismo trágico de su trilogía de Batman bebe de las notas de Zimmer (y James Newton Howard en este caso).
En 'Dunkerque' llevan su colaboración al extremo más absoluto al convertir la banda sonora más en un diseño de sonido clave en la experiencia cinematográfica que en mero acompañamiento o refuerzo musical. Nolan construye ese clímax de más de 100 minutos de angustia y tensión a base de puestas en escena y planos que juegan con la inercia y la inclinación de la imagen, claustrofobia y la urgencia narrativa acusada con la estructura en tres tiempos.
El tiempo y el tempo de Zimmer y Nolan
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Uno de los prismas desde los que Zimmer envuelven esos recursos con la música es el narrativo. La idea del tiempo. La filmografía de Nolan esta definida por ese concepto. En 'Memento', 'Following', 'Origen' o 'Interstellar' vemos cómo lo estira, lo invierte, lo recorta y/o juega con la noción de cómo ese tiempo condiciona el relato y su relación con el espectador. Y la música se revela clave para potenciar ese tipo de recursos.
En 'Origen', Zimmer ya inyectó su banda sonora de los conceptos manejados por Nolan en su historia, reservando las notas más alargadas y sostenidas para los niveles más profundos de sueño donde el tiempo pasaba mucho más lento. En 'Interstellar' o 'El Caballero Oscuro' escuchamos con frecuencia un ritmo pulsado que imita el tick tack de un reloj para apoyar la urgencia en cada momento.
"Muy pronto en la producción envié a Hans una grabación que había hecho de un reloj mío, que tiene un tick tock particularmente insistente, y empezamos a construir un tema a partir de ese sonido. Y después, trabajando con eso, construimos la música a medida que elaborábamos la edición de la película." -Christopher Nolan.
No pude evitar una media sonrisa al leer esta frase en la entrevista de Business Insider al director. Pensaba en lo poco que necesita Zimmer que alguien le envíe grabaciones de un reloj teniendo en cuenta que el origen (no pun intended) de ese recurso lo encontramos en 'La delgada línea roja'. Journey to the line, me atrevería a decir, define más que cualquiera la evolución de Hans Zimmer como compositor. El pulso, la emoción y tensión ascendentes, las notas sostenidas en el tiempo... son elementos claves para sus bandas sonoras hoy en día.
Por su parte, y apoyando la idea de que el concepto del tiempo define sus inquietudes como cineasta, Nolan ya empleó este tick tack en su primera película, 'The Following'. En Dunkerque fusiona ese reloj con la Escala de Shepard, un recurso auditivo que ya empleó en 'El Truco Final' y que crea una ilusión de ascensión progresiva e infinita en el tono de la música.
Zimmer y Nolan estaban destinados a trabajar juntos y con 'Dunkerque' probablemente han llegado al extremo de lo que puede dar de sí una colaboración entre director y compositor. El guión refuerza constantemente la trascendencia del tiempo no sólo con su estructura sino con elementos más del relato como la marea, la cantidad de combustible de una avioneta o con la duda de cuanta agua filtrada por el casco de un barco se requiere para hundirlo.
El tick tack, las notas estruendosas sostenidas y el tono perpetuamente ascendente se unen a esos elementos narrativos para formar la experiencia angustiosa y tensa que ofrece 'Dunkerque'. Y aquí entra el otro prisma desde el que se aprecia la música en la película como diseño de sonido más que como mero acompañamiento emocional.
Lo físico y psicológico de la música
La banda sonora se siente desesperada, agresiva y tensa. Como espectador, en ciertos momentos se acusa su potencia incluso de forma física, ya que resulta ensordecedora. A dos manos, Nolan y Zimmer te agarran y te colocan en mitad de ese caos y ese terror, y la música favorece esa sensación de confusión. Los bombardeos, el reloj, los graves que simulan la chatarra hundiéndose en el océano y el tempo favorecen que la audiencia sienta que en cierto modo se siente físicamente en esa playa, en ese barco o en ese avión.
Pensemos que el sonido y la banda sonora son los elementos que convierten a una película en una experiencia temporal. Sin ellos, las imágenes se pueden alterar, cambiar de velocidad de reproducción o recortar, y un espectador ignorante a esos cambios no notaría la diferencia. Añadiendo el sonido a la ecuación la situación cambia; se crea un salto o un cambio en un elemento en el que la ruptura de la continuidad no sólo se detecta en seguida sino que puede descolocar al que escucha.
Esto se siente aún más relevante en una película como 'Dunkerque' cuya intención última es experimentar esos fatídicos días que vivieron los soldados ingleses. Y lo vivimos en la última hora, el último día y la última semana. No es una banda sonora, ni una película, con profundidad ni complejidad emocional. Es algo visceral donde el tiempo lo es todo y la banda sonora unifica esa estructura en una sola continuidad tensa y angustiosa.
Está claro que su estilo, a veces repetitivo, no gusta a todos, pero con 'Dunkerque' Hans Zimmer se mantiene como un referente esa música de cine actual que se aleja de la esencia melódica y sentimental de antaño para convertirse en un elemento atmosférico difícil de escuchar fuera de la película pero indivisible e intrínseco a ella.
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