‘Super 8’, la película de la temporada, guste más o menos (a mí no me entusiasmó pero sí me entretuvo mucho más que la media de lo que llevamos de verano), apela a la nostalgia. Nostalgia a los ochenta, a la época dorada de Spielberg. Es un claro guiño a una generación que crecieron viendo las aventuras citadas en cada comparación que se hace de ‘Super 8’. Trama, personajes, escenarios… todo acompaña para acentuar esa nostalgia. Pero lo que verdaderamente consigue remarcar que nos quedemos con ese recuerdo es la brillante banda sonora de Michael Giacchino.
Es uno de los compositores del momento, qué duda cabe, y en cada trabajo da buena muestra de su exquisito buen hacer. Y en ‘Super 8’ no sólo no defrauda, sino como digo, la banda sonora es vital para envolver a la película en ese halo de recuerdos, de clara inspiración ochentera (y también de ensalzamiento de la infancia). Giacchino está muy inspirado especialmente en tema principal, omnipresente en toda la cinta, que suena como un eco del pasado de muchos espectadores, como él mismo ha manifestado.
El trabajo del compositor no busca complicaciones, apela a la sencillez, sin demasiados instrumentos, sin estridencias, sino explorando con su melodía ese tono conmovedor casi permanente. Recuerda a John Williams. Y no es de extrañar, si buscaba apelar a los trabajos de Spielberg como principal referencia sobre la que orbitar. Aquí se puede comentar que la banda sonora que compone Giacchino no brilla por original. Es mas huye de ella, busca notas y acordes que nos hagan recordar (y despertar) precisamente esas referencias y, ahí, Williams tiene mucho que ver. Y ello consigue con enorme eficacia devolvernos a las aventuras y los sentimientos de la niñez que recalca el film. Abrams imita a Spielberg (aunque se queda muy lejos) y Michael Giacchino a Williams (y es mucho más próximo y acertado).
Pero, al contrario que con la realización (donde de obvios, las refencias consiguen oscurecer el trabajo de Abrams), el homenaje y la nostalgia que busca Giacchino es mucho más sutil en el fondo. Y también más efectiva (y personal). Por cierto, el gusto por esta partitura crece con cada nueva audición. Eso dice mucho del excelente resultado.
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