Mucho hemos hablado últimamente de la fragmentación de las audiencias que supone la implantación de la TDT con todo su apogeo de canales al alcance del mando pero, ¿en qué se traduce esta fragmentación? ¿Cómo afectará al día a día de las programaciones? Y quizá lo más importante, ¿cómo cuadra el nuevo panorama televisivo con otras maneras de ver la tele?
Puede que el uso de los números nos haga más tangible lo que hasta ahora es una entelequia. Si en los tiempos de La Primera Cadena y el UHF la cosa se medía en términos de monopolio de la cuota de pantalla a favor de la única tele visible, con la irrupción de las privadas y las autonómicas los números que se necesitaban para ser líder bajaron hasta el 22% de la gente que se plantaba ante la televisión en un momento concreto. Fue el primer cataclismo de las audiencias que se vivió en nuestro país, y la tele experimentó un cambio hacia la magia del share, en virtud de la cual hubo programas que no sobrevivieron más allá de su segunda entrega por no satisfacer las expectativas en ellos depositadas.
Ahora se calcula que cuando hayan pasado unos meses y la situación se haya normalizado un poco, la fragmentada audiencia de la TDT no irá mucho más allá del 11% en el mejor de los casos, parte del pastel con que las cadenas tendrán que contentarse y darse con muchos cantos en cada diente porque la cosa no dará para más: a mayor número de canales, mayor dispersión de las personas que los miran desde el sofá. Y si esas personas encuentran entre tanta oferta un canal que responda a sus expectativas personales, con ese canal se casarán. Es la magia de la segmentación.
Como consecuencia de esto, nos encontraremos con un panorama en el que un cuarto de punto arriba o abajo será determinante, ya que por pura matemática cuanto menor es un total mayor relevancia cobra cada unidad que lo compone y más cadenas habrá compitiendo por números similares. Así, podemos intuir un paso que antes o después tendrá que llegar por fuerza: el cambio en el modelo de gestión de los datos de audiencia, ya que la sola cifra del share se queda más que corta dada la complejidad de la situación que se nos ha venido encima y que contempla modos diversos de ver la tele... o los productos televisivos, para ser más precisos.
Y es que hay todavía todo un nicho incontrolado en el mercado televisivo, y es esa audiencia que emplea la red para hacerse con sus programas favoritos o con un simple picoteo de todos ellos, rompiendo esquemas a quienes aún no han sabido ver en internet algo así como un segmento más, equiparable prácticamente a uno de tantos canales especializados con que cuenta la TDT, que se caracterizan por dos rasgos típicos: tener audiencias minoritarias pero muy fidelizadas. La pregunta salta a la vista: ¿Por qué no se le reconoce de una vez a internet el peso específico que tiene en el actual panorama audiovisual?
Vía | La Vanguardia