El share que dan los datos de Sofres lo domina todo. Así está pensado el modelo de negocio de la televisión en España. Unos números dictan que se ve y que no se ve, a las horas en las que la gente seguramente va a estar delante de la televisión... y cuando no lo está. Como lo que se destila en televisión es el contenido morboso y el cotilleo de patio de escalera, no es extraño ver y escuchar en el programa de Ana Rosa frases como las que destaca Javier Pérez de Albéniz en su columna en soitu.
"En las imágenes se ven las pistolas, como apuntan en la cabeza al director del banco y todo tipo de agresiones. Se ve todo", dice el necrófago oficial del programa de AR. "Y son imágenes reales, no es una película", asegura Ana Rosa.
La legión de colaboradores que se mueven para buscar ese contenido social que se supone gusta al espectador, eso dice el share, pero todo el mundo reniega de lo que allí se cuenta (mi amigo de televisión dice que cuando más se ve a Ana Rosa es justo antes de que salga Arguiñano, que éste es el verdadero líder de las mañanas...). Seguramente esta entrada tendría más éxito si en vez de Paul Auster colgase una fotografía de Ana Rosa, o apareciese su nombre en el título de la entrada.
Si hiciese eso iría en contra de lo que uno defiende para la televisión. A Paul Auster le hicieron una interesantísima entrevista en un programa de La2 que nadie conoce, Página 2 es su nombre y el share le ningunea. Da un contenido distinto, de calidad, totalmente opuesto a lo de Ana Rosa, y quizás por eso no interesa, cuando lo que el escritor comenta en su entrevista seguramente tiene más poder y poso que los tertulianos de patio de escalera que acompañan por las mañana a Ana Rosa.
Si no es por la televisión pública, con matices, que realmente es pública en las madrugadas y en La2, programas como Página 2 no existirían, y cosas de las que sentirnos orgullosos en televisión habrían desaparecido. Supone, en el fondo, medir el nivel de lo que queremos consumir. Si se apuesta por el ruido y la charanga, terminaremos desarrollando unos espacios carentes de sustancia. Al final esta dicotomía resume todo por lo que se apueste en televisión. Si todos los programas fuesen de calidad, y a eso acostumbrasemos a los televidentes, otro gallo nos cantaría. No puede ser que Paul Auster por televisión sea marginal o para minorías, y lo que le pase a la Belén Esteban de interés para la mayoría. Cuestión de medir la fama. La guerra perdida del tipo de contenidos que se nos ofrece en televisión. Por eso decía que un modelo basado en la audiencia está podrido. Así nos luce el pelo.
Vía | TV El descodificador En ¡Vaya Tele! | Debate sobre la necesidad de una televisión pública