Además del beso entre Iker y Sara que puso el broche final a un Mundial de sueño, digno de la ficción más deseada y hoy hecho realidad, del tema que más se está hablando televisivamente es de la audiencia que consiguió una histórica prórroga entre España y Holanda que nos llevó a proclamarnos como los mejores del planeta. Kantar Media ofrecía ayer los datos de audiencia, alzándose Telecinco con un 80,3% de share y una corta cifra de algo más de 15 millones de espectadores en el conjunto de las cadenas que ofrecieron la emisión. Un dato que no cuadra con un país de 46 millones de personas que estaban plenamete atentas al partido el día de la Victoria.
Me aventuro a decir que ni siquiera el minuto de oro se acercó a la cifra real de espectadores que vieron el partido, situándose este en un 90,3% y más de 16 millones y medio de espectadores en total, en el gol de Iniesta. Esta final ha demostrado, una vez más, que aunque el anticuado sistema de audímetros sabe dar una tendencia televisiva clara, es incapaz de ofrecer un dato, no ya exacto, sino fidedigno de lo que realmente hay detrás de cada pantalla, sea la de un televisor, ordenador, móvil, pantalla en una calle o en la plaza frente a un ayuntamiento de cualquier ciudad.
Creo que no soy el único que piensa que por mucha gente que haya en España a la que no le atraiga el fútbol, más de la mitad no viese el partido. Claro, que estos datos de audiencia se refieren a espectadores individuales, en sus casas (pequeños núcleos familiares), pero ¿quién vió el partido solo este domingo? A pocos no les quedó otra opción por diferentes motivos, pero la final se disfrutó con amigos, familiares, parejas, compañeros de trabajo… una masa de gente que se queda atrás en la medición de audiencias. Y no es la primera vez que pasa. ¿Se planteará alguna vez implantar un sistema nuevo más fidedigno de la realidad?
En ¡Vaya Tele! | El negocio del Mundial 2010
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