Ayer se estrenó en Antena 3 su nueva serie para el prime time, 'Vive cantando' y lo hizo con un nada desdeñable 18,7 % de la audiencia, cifra que otorga un nuevo liderato en la noche al canal de Atresmedia que, después del éxito de 'La cúpula', sigue con buen pie en este recién estrenado septiembre. Cierto es que la serie de Doble Filo contó con la ventaja de no tener casi publicidad en su emisión (apenas un corte de un minuto) pero también hay que reconocer que la serie puede presumir de ciertos pros que, sin dudar, le hicieron triunfar en la noche del martes.
He de admitir que me gustó y bastante. Lo primero a destacar, yo creo, la inconfundible presencia y sello personal de su director, Miguel Albaladejo, con situaciones, momentos, giros y reacciones muy de su estilo, a los que ya nos tiene acostumbrados en su cine. Un toque de autor para una ficción que resultó interesante y hasta fresca en una ficción nacional a la que solemos tachar de repetitiva.
Uno de los valores que más tendría en cuenta a la hora de hablar de 'Vive cantando' es la naturalidad que rezuman todas las historias. Las secuencias tratan de ser orgánicas y los personajes hablan de verdad, sin pretender brillar en cada intervención. Ya huelen un poco ciertas réplicas de personajes supuestamente de bajo nivel intelectual que hacen unos chistes que ni los académicos de la RAE. En 'Vive cantando' se va al grano, como en ese primer momento en que Pilar Castro le dice a su hermana que se está muriendo, y cuando se ponen las cartas sobre la mesa, y se es honesto con los planteamientos, en realidad, es más sencillo que todo funcione.
Gente de barrio, pero de verdad
Fue un piloto en el que tal vez no se tiraron cohetes, pero se puso en marcha la maquinaria que, para que llegue a buen puerto, debe estar bien asentada. Me pareció que todo lo que se contaba era muy de verdad, muy reconocible, muy cercano y que estaba trabajado desde el respeto al producto y al espectador. Me gustó ver la cocina de una familia obrera que de verdad parecía la cocina de una familia obrera, con sus azulejos anticuados, sus pañitos mil veces lavados... Me gustó que cuando vemos a Juanjo dormir en un sofá en el karaoke, se transmita una auténtica sensación de soledad y abandono, de desesperanza.
En cuanto a los personajes, me sorprendió para bien la actuación de María Castro que ha perdido esa impostura que tenía en 'Sin tetas no hay paraíso'. Me pareció que su personaje, Trini, tan lleno de defectos, tiene muchas posibilidades para ganarse nuestro afecto. Y lo mismo con Juanjo, César, Candela... personajes perdedores que siguen luchando, que demuestran alegría de vivir.
Y hubo bastantes momentos para mí destacables: el reencuentro entre la pareja protagonista, con ese cigarrillo lanzado desde el balcón; y esa vendedora ambulante que huye de un policía que, en realidad, sólo quiere una cita; y la preciosa historia de amor platónico entre Mariano y Luisa con ese diálogo en el que la frase "gracias por las flores y los cafés" quiere decir tantas y tantas cosas. En realidad, todo el tratamiento de la enfermedad y muerte de Luisa me gustó mucho y era algo que, en principio, me daba un poquito de miedo. Creo que se trató con mucha dulzura y respeto, sin lamentos exagerados ni llantinas forzadas. La secuencia final en la que mira el álbum de fotos con sus hijos y se queda dormida en la cama me resultó preciosa, sencilla y emotiva.
En ¡Vaya Tele! | 'Vive cantando', lo que necesitas saber
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