No estuvo mal el debate que abrió anoche en Antena 3 la campaña electoral. Un 24,4% de espectadores lo siguió, lo cual supone un gran éxito para la cadena. Lo mejor, su corta duración de apenas una hora y cuarto (estructurada en tres bloques de veinte minutos, más el intermedio) que permitió un cierto grado de ritmo y concreción en los participantes. Y es que resulta muy poco televisivo estar más de una hora hablando sobre economía. Entre los aspectos negativos, pero inevitables en un debate de estas características, unos candidatos que en ocasiones resultaban excesivamente crípticos para los profanos en economía y que constantemente parecían sepultados en una montaña de papeles, gráficos y datos.
Pero principalmente, el debate resultó excesivamente encorsetado, calculado hasta el detalle. Tanto el formato, que propiciaba que cada candidato pudiera soltar su historia sin entrar en discusión con el otro, como la planificación previa de cada contendiente, que hizo que ambos se ciñeran escrupulosamente a sus tiempos y turnos, redujeron el papel de Matías Prats al de mero presentador (yo creo que Jesús Vázquez tuvo más labor de moderación ayer por la noche en Supervivientes). Apenas entraron en conversación uno con otro en un par de ocasiones y Matías Prats sólo tuvo que recordarles cuándo acababa su tiempo tres o cuatro veces.
Nada que ver con el debate entre los Senadores Clinton y Obama que la cadena CNN+ retransmitió en directo un poco más tarde esa misma noche. Nos llevan mucha delantera los norteamericanos en esto de los debates electorales y eso se notó en dos candidatos que parecían cómodos y tranquilos, después de haberse visto las caras en múltiples ocasiones en tan sólo unos meses. En ese debate se vieron cosas impensables aquí, como el hecho de que se desarrollara en un reciento repleto de público que aplaudía a uno u otro contrincante o que fuera conducido por una batería de periodistas que planteaban cuestiones a los candidatos, los cuales no tenían un tiempo establecido para contestar.
En ¡Vaya Tele! | El otro debate electoral
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